9 febrero 2016

Tanto en la profunda penumbra del pozo, como bajo el intenso sol del exterior, la realidad que nos llega está fragmentada en mil pedazos. A medida que pasa el tiempo y vamos recabando información se van relacionando datos en principio inconexos, y desvelando razones y significados antes ocultos. Conviene renunciar a recomponer la continuidad completa de la película, y aceptar que nuestro conocimiento de los hechos pasados será inevitablemente parcial. Si nuestra percepción del momento presente es subjetiva y pixelada como un cuadro impresionista, ¿cómo no va a ser entrecortada nuestro conocimiento del pasado? Pero, en lugar de tirar la toalla y abandonar, por estimar que la investigación está avocada al fracaso, dos preguntas conviene tener presente: ¿qué podemos hacer con la información a nuestra disposición? y, relacionado con esto, ¿qué preguntas podemos formular a los datos que tenemos y que éstos puedan contestar? Así, debemos aceptar que nuestra tarea es una tarea de aproximación a una realidad que nunca alcanzaremos, y eso es precisamente lo que nos estimula a seguir dando pequeños pasos hacia adelante.

En el pozo que supervisa José Miguel hemos hallado inscripciones de la dinastía XVII interesantísimas, novedosas, intrigantes… fragmentadas. Curro, con sus conocimientos de epigrafía e historia ayuda a juntar algunos fragmentos y a rellenar algunas lagunas. Jugamos con los trozos junto a la boca del pozo y luego en la jaima donde se procesan los materiales. Se nos escapan algunos nombres de reyes, no alcanzamos a comprender la forma de la estructura que actuara de soporte de las inscripciones, se multiplican los interrogantes… pero es como lo del vaso medio lleno o medio vacío, pues lo que tenemos es ya de por si una suerte.

El mudir ha excavado casi todos los pozos del yacimiento acompañado por Ibrahim Yaber. Sien embargo, este año, la excavación del pozo alineado con la gran capilla de adobe la llevaba a cabo Yasín. Como la cámara sepulcral es tan grande, más de ocho metros de longitud y metro y medio de anchura, ayer metimos a un segundo grupo para que la excavación pueda ir más rápido pero igual de meticulosa. Ibrahim se ha unido al grupo como segundo “musterín”. Yasín es un tipo fenomenal y cien por cien de confianza, pero Ibrahim, en tan sólo un par de horas, ha dado una lección de buen excavador, no sólo por el manejo del palaustrín, sino por cómo ve los niveles y cómo ve la relación entre los objetos y estructuras que van apareciendo. Bien por Ibrahim.