24 enero 2019

 

Hoy ha amanecido un día claro y los globos se han ido acercando al yacimiento, sobre volando la excavación. José Miguel se ha tenido que hacer cargo hoy de los equipos de Laura, que no ha podido venir a la excavación. Por fortuna, como todavía están en niveles de revuelto moderno, el material recogido no era especialmente significativo. Mientras tanto, los geólogos han estado revisando una vez más los estratos del perfil junto al jardín, recogiendo datos que nos permitan explicar qué ocurrió en el patio antes de construirse el jardín y, sobre todo, qué ocurrió después y cómo se pudo conservar a pesar de las sucesivas reutilizaciones del espacio.

Después del “fatur”, es decir, del descanso de media mañana, se incorporaron al yacimiento Leonor y Guillem, los arqueobotánicos, que analizaran la tierra de las cuadrículas del jardín que han comenzado a extraer David y Gamal. El yacimiento no sólo se anima con la excavación, sino también con los distintos estudios que se llevan a cabo. Otras veces ya hemos comentado que la arqueología es una disciplina de trabajo en equipo y, además, interdisciplinar, lo que la distingue de otras disciplinas dentro de las Humanidades y hace que tenga más necesidades y distintas a las demás, tanto de equipamiento, como de personal.

Lucía y Miguel Ángel han vuelto a bajar a la cámara sepulcral de Djehuty para sacar detalles de la escritura del Libro de la Salida al Día, esta vez de los capítulos escritos en el techo. Para poder seguir realizando este tipo de estudios diseñamos en su día que la rejilla de arriba pudiera abatirse y así acceder a la superficie escrita directamente. Ahora estamos comprobando que fue una buena idea.

Nacho lleva estos días ajustando las luces para sacar el mayor partido posible a los relieves de las paredes, sobre todo en las zonas más deterioradas. Y como hoy es jueves, todos nos hemos ido a Luxor por la tarde, unos de compras, otros a cambiar dinero o a conseguir módems de internet. Y nos reunimos en el Winter Palace para tomar una cerveza antes de cenar. Si ya el sitio es memorable, escuchar a Curro al piano en el salón del bar es un lujo que ya le hubiera gustado al mismísimo Lord Carnarvon.