23 enero 2003

Trabajo de campo

Nos hemos acostumbrado a no dar a basto con la cantidad de material que sale excavando en el exterior de la tumba de Djehuty. Junto a los cinco grupos de obreros, las bolsas de material se llenan con rapidez: lino, cerámica, huesos, madera… Se toman cotas y se rellenan fichas sin descanso. Tanto es así, que hoy nos ha parecido hasta bien que no saliera nada por la mañana. Sí, es increible, pero cierto; no es broma, ni arrogancia. Se nos veía sonrientes de que la excavación cogiera un ritmo normal, como el de otras excavaciones.

El único problema era el qué pondríamos hoy en el diario de excavación de la web. Así, José Manuel comenzó a sacar fotos con una de las cámaras digitales de aspectos cotidianos de nuestro trabajo en la excavación: Carlos y Juan topografiando el interior de la tumba de Hery, Andrés y José Lull tomando cotas, Marga supervisando la excavación junto al entrante de la pared lateral del patio de Djehuty, José Miguel recogiendo fragmentos de un sarcófago de madera muy deteriorado, Gemma y Alicia manos a la obra con los materiales, Montse limpiando cuidadosamente la tablilla pintada y Ana sacando fotos sin parar.

Pero ni siquiera hoy acabó siendo “normal”. Poco antes de acabar la jornada de trabajo, en el sector N, supervisado por José Miguel, saió a la luz tímidamente el extremo de una tabla pintada de negro por uno de sus lados y con una inscripción en amarillo. Parece una parte de un sarcófago de madera muy similar a la cara y los pies de la tapa que encontramos el año pasado, probablemente de época de Tutmosis III. Como mañana es fiesta, decidimos que cuatro obreros hiceran un par de horas extra y tratar de sacar la pieza que había quedado parcialmente a la vista. Junto a la tabla apareció una pequeña vasija de cerámica casi completa, muy estilizada, y poco después salió a la luz un maravilloso ushebti de madera completo, pintado y en muy buen estado de conservación. Por el estilo de su decoración y por la inscripción (que cuando Montse limpie se podrá leer mucho mejor) pudiera ser de la dinastía XIX. Así, a pesar de nuestros esfuerzos, al final claudicamos y decidimos volver a cubrir la zona con la tierra y piedras que habíamos removido. El sábado nos espera una emocionante tarea. ¿Se conservará la inscripción de la tabla en buen estado? ¿Provendrá del mismo sarcófago que el bellísimo rostro del tal Ankh-khered-per?

Trabajo de gabinete

Carlos y Juan estuvieron discutiendo un buen rato con José Manuel sobre cómo frenar los escombros de la cámara del final de la tumba de Djehuty. Localizaron en el exterior donde estarían los agujeros por los que se cuelan y la posibilidad de limpiarlos desde fuera; pero, debido a la proximidad de la casa que está encima de la tumba y del camino que conduce hasta ella desde el poblado, es una solución hoy por hoy muy complicada. Luego, estando los tres dentro, sentados sobre los escombros, creemos haber dado con la solución para asegurar que el derrubio de uno de los dos agujeros no caiga cuando comencemos a limpiar los de dentro. En cuanto al otro agujero, la solución es más compleja, y tal vez haya que limpiar un poco la “herida” para tener un diagnóstico más correcto y poder “curarla” de la forma más idónea.

Hoy es día de paga. Marga ha organizado todo para que cada uno de los obreros cobre según su rango. Pero algo inusual ha sucedido y es importante contarlo. Mahmoud, uno de nuestros obreros más simpáticos y cariñosos, conocido como el cantante y bailarín del grupo, tiene un hijo enfermo del riñón. Sus compañeros de trabajo se han organizado para, sin que él se entere, darle cada uno el equivalente a un día de su paga para ayudarle a pagar el tratamiento que necesita. A Mahmoud se le saltaron las lágrimas. El corpulento Tagui y sus compañeros nos han dado una lección de amistad y solidaridad.

Y como contraste con la bondad y generosidad que cualquiera puede percibir en el pueblo egipcio, y en esto sí se puede generalizar (al menos entre la gente corriente), contaremos otra historia. Nuestro rais, Ali Farouk, y su hermano Ala, han sido invitados a pasar una temporada en España por un egiptólogo egipcio que tiene una pequeña granja en Formentera. Nosotros les estamos ayudando a sacarse el visado, y lo que mucha gente probablemente no sepa es el auténtico calvario por el que tienen que pasar. Además de rellenar una solicitud de visado en la embajada española en El Cairo, tiene que presentar una carta de la compañía o institución donde trabajan, un documento que certifique que tienen una casa y familia en Egipto, la reserva del billete con la vuelta cerrada, una carta notarial (!) de invitación oficial, una carta del banco certificando que tienen cada uno algo así como medio millón de pesetas (no me importa el equivalente en euros), la reserva del hotel, etc. En fin, que mientras algunos ilegales entran por Barajas con billete gratis, otros amigos de España las pasan canutas para poder visitar legalmente nuestro país.

Vida cotidiana