22 febrero 2014

Hoy ha tocado recogida a cien por hora. Es increíble a la velocidad a la que se desmontan las jaimas y cómo en cuestión de un par de horas ya casi no quedan rastros del “campamento”. A las doce de la mañana, el informe preliminar ya estaba terminado e impreso y todo listo para cerrar las tumbas y sellarlas con el sello del Servicio de Antigüedades. Luego, la última sesión de fotos entre nosotros y las despedidas. Las emociones se viven a flor de piel. ¡Ya son trece años! Esperemos volverlos a ver a todos el año que viene. El paso del tiempo lo cambia todo, pero, a la vez, hay cosas que perduran, y, al echar la vista atrás, te das cuenta que esas son las cosas verdaderamente importantes, los esencial, como la amistad, la camaradería, la confianza. Todos vamos cumpliendo años, sí, pero lo bonito es hacerlo juntos.

Este año ha sido tremendamente exitoso desde el punto de vista arqueológico, y probablemente al año que viene no volvamos a encontrar un ataúd tan espléndido como el de Neb, pero eso no quiere decir que la siguiente campaña no sea enormemente prometedora. Tenemos el denominado Sector 10 a punto de caramelo en casi todos los frentes. Donde han excavado José Miguel y Carlos ya ha descendido hasta alcanzar los estratos de la dinastía XVIII, y en la zona de Angie se ven a simple vista hondonadas que marcan la entrada a tres o cuatro tumbas. No puede pintar mejor. Así que, ya sabéis, el año que viene volveros a enganchar al diario y, cuando me de por hablar de calcetines y de filosofar de lo divino y lo humano, es que algo está pasando…