Tenemos ya contratados a setenta y cinco trabajadores. No llegamos al centenar de años anteriores, pero tampoco está mal, para empezar… La mayoría se concentra en la zona que excavan José Miguel y Laura, repartidos en cuatro cuadrillas. Otro grupo está con Angie excavando a la entrada del patio del jardín, y un sexto grupo lo dirige Carlos dentro de la tumba asociada al jardín. A estos hay que sumar el chico del agua, el que hace el té, los cinco restauradores egipcios y unos pocos más que pululan por el yacimiento y cuya función no está del todo definida… De cualquier modo, el yacimiento está más tranquilo que en años anteriores. A ello contribuye el inspector de este año, Mohamed Beebish, que ha resultado ser un hombre muy agradable, tranquilo y muy interesado en la excavación arqueológica.
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Laura pone en marcha la estación total a primera hora de la mañana.
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David toma nuevos puntos topográficos del jardín para referenciar la fotogrametría.
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José Miguel toma notas del progreso de la excavación en sus cuadrículas.
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Cabeza de una estatuilla de época ramésida hallada dentro de la tumba de Carlos.
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Excavación al fondo del pasillo de la tumba de Carlos.
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Ibrahim y Hussein son los dos trabajadores que más sufren el polvo de la excavación.
El equipo de geólogos ha estado analizando la estratigrafía de los cortes arqueológicos con un medidor de susceptibilidad magnética. Según la proporción de metales que detecte, fundamentalmente hierro, se pueden diferenciar periodos más húmedos y periodos más secos, lo que ayudará a identificar y confirmar testimonios de lluvias en el perfil. Para luego tratar de fechar cada uno de éstos, necesitaremos recurrir a la cerámica y a los restos orgánicos susceptibles de ser analizados. El año 2000 a. C. es el punto de partida del registro medioambiental en la excavación, el nivel más antiguo, tocando la roca madre de la colina. Lo interesante será luego comparar la información obtenida del contexto del jardín, con los datos de la cata que hemos reabierto en el patio de entrada a la tumba de Djehuty y que conserva en buen estado la estratigrafía entre el 2000 y el 1470 a. C. Será interesante ver hasta dónde somos capaces de llegar en la reconstrucción del medio ambiente en la antigua Tebas.
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Sole y Sergio toman datos con el medidor de susceptibilidad magnética dentro de la cata reabierta en el patio de la tumba de Djehuty.
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Sergio manejando el medidor en el perfil de la cata.
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Lucía reconstruye uno de los cartonajes de hace un par de años, y Miguel Ángel la ayuda documentando algunos detalles.
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Limpieza exhaustiva de una de las paredes de la sala transversal de la tumba de Djehuty.
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Signo jeroglífico de la golondrina, empleado para escribir el nombre de la localidad de Her-wer, donde Djehuty fue gobernador.
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Campos de cultivo junto al Marsam.
Parece que Carlos y su equipo han llegado al final del pasillo de la tumba. En una de las esquinas del fondo, hay un agujero bloqueado, a través del cual probablemente la tumba conecte con un pozo funerario cuya boca todavía no vemos en la superficie, pero que debe estar detrás de la capilla de adobe de Intefmose. Todavía queda un metro de potencia por excavar en la mitad más interna del pasillo y todavía puede haber sorpresas. Además, queda por excavar un pozo funerario que se abre en una pequeña entrada lateral y que hemos dejado sin tocar.