Hoy se han incorporado al equipo los tres geólogos, Teresa, Sole y Sergio. Además de estudiar los perfiles de la excavación en torno al jardín, hemos reabierto para ellos la cata que hace unos años teníamos abierta en medio del patio de entrada a la tumba de Djehuty. El objetivo es ver en ambos perfiles los testigos de lluvia y otros agentes naturales y contrastar la información para ver si encaja y hasta qué punto se complementan el uno al otro. Tenemos así una ocasión inestimable para conocer un poco mejor el medio ambiente entre el año 2000 y el 1470 a. C. en la orilla oeste de Tebas/Luxor. Paradójicamente, en la necrópolis encontraos ahora datos sobre la vida y la naturaleza en la región.
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Amanecer desde el Marsam.
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Carmen y Dani en pleno trabajo de epigrafía en la capilla de Djehuty.
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Dani dibuja siguiendo el método de la Chicago House.
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Destapado el jardín, los restauradores se afanan en limpiar el jardín para una sesión de fotogrametría.
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Panorámica del Sector 10, con el jardín en primer plano.
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Zulema y María hacen la ronda al final de la jornada para resolver dudas de cerámica.
También llegó ayer por la noche, Carmen, una nueva restauradora, que cogerá acompañará y recogerá el testigo de Suni en la tumba de Djehuty. Además de seguir limpiando las paredes de la sala transversal, retirando las concreciones de barro, tenemos previsto rehacer las jambas de la entrada a la tumba por dentro. La restauración juega este año un papel especialmente importante, tanto en la tumba de Djehuty, como en la de Hery, sin olvidar el jardín, claro.
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Marisol y Curro revisan el lino procedente de la tumba de Carlos.
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Zulema compara las pastas de dos vasijas de cerámica.
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Jeroglífico del día: conjunto de tres vasos-hes.
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Carmen y Suni han comenzado hoy a limpiar las concreciones de barro de una de las paredes de la tumba de Djehuty.
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Detalle de la decoración de una de las casas próximas al yacimiento.
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Mesa de boda a la hora de comer. Ya somos veintiuno.
Lucía se ha instalado en la entrada a la tumba de Djehuty para ir juntando fragmentos de cartonaje que hallamos en un pozo del Sector 10 hace un par de años. Son de la dinastía XXII y, a pesar de estar hechos añicos, son de un gran calidad y poseen valor tanto estético, como histórico. Nuestro trabajo se revaloriza precisamente con este tipo de retos: si encontráramos los objetos completos, estos se verían muy bonitos, pero nuestro trabajo sería secundario, mientras que si lo que hallamos está roto, hay que recomponerlo, restaurarlo, o la inscripción se lee mal, entonces es cuando nuestro papel adquiere relevancia y se nos ofrece la ocasión para poner en práctica nuestros conocimientos y experiencia.