2 febrero 2006

Trabajo de campo

Hoy, 2 de febrero, hace cinco años que abrimos por primera vez la tumba de Djehuty. Algunos no creen en eso de los aniversarios; otros sí. Amaneció lloviendo. Increíble, es la primera vez que nos llueve en Luxor. ¿Sería esto un presagio?

La jornada comenzó como otra más. En el vestíbulo de la tumba de Djehuty, Bridget hacía importantes progresos en el desdoblamiento del papiro. Ya se podía ver perfectamente un friso de divinidades sentadas una detrás de otra. Parece que es un papiro de tipo mágico-religioso. La grafía parece del Tercer Periodo Intermedio, es decir, del siglo XI-X a. C., pero habrá que esperar un poco para estar seguros. En el exterior, el rais Alí organizaba a las cuadrillas de trabajadores, ubicadas siguiendo las cuadrículas del yacimiento.

En la zona supervisada por Gemma, comenzó a salir a la luz un montón de tablones de madera de ataúd mezclados con grandes fragmentos de cerámica. Como el conjunto estaba en el vértice de cuatro cuadrículas, recolocamos a algunos trabajadores para poder excavar mejor la zona. Unos minutos después, entre los tablones, salieron a la luz nada menos que dos tapaderas de vasos canopos en forma de cabeza humana. Parecían estar en perfecto estado. También había varios bloques grandes de piedra con relieve y con inscripciones del mismo estilo que la decoración de la tumba de Djehuty. Excavar el conjunto nos llevó varias horas y tuvimos que prolongar la jornada hasta las cuatro de la tarde. Efectivamente, las cabezas de canopo estaban intactas y eran de una calidad excepcional. Una estaba tallada en piedra y otra de cerámica, ambas de la dinastía XVIII.

Mientras tanto, en el pozo funerario de la tumba intermedia habíamos seguido descendiendo por debajo de las dos cámaras que se habrían a tres metros y medio de profundidad. Un metro más abajo, nos topamos con grandes bloques de piedra. Pronto descubrimos que estaban bloqueando la entrada a otras dos cámaras. Después de subir algunas con ayuda de una polea nos pudimos asomar dentro de las cámaras. Ambas miden, más o menos 3 x 3 metros. Las dos habían sido saqueadas, y sobre las piedras que cubren el suelo se poden ver tablones de ataúd dispersos por la habitación. Pero, a diferencia de las cámaras de arriba, estas parecían haber escapado a los ladrones modernos gracias a los grandes bloques de piedra. El saqueo parecía antiguo, lo que, de confirmarse, sería una gran noticia. La confirmación llegó cuando introdujimos una luz dentro de la cámara norte. A la entrada, al alcance de la mano, teníamos dos tapas de vaso canopo. Pero no eran dos tapas normales, eran dos maravillosas tapas de cerámica pintada representando el rostro de un hombre, con unos colores como si se hubieran pintado ayer. Una verdadera preciosidad. Y un poco más allá pudimos ver una cara tallada en madera y pintada de amarillo, parte de la tapa de un ataúd. No nos lo podíamos creer. Este era un hallazgo de los buenos. Al salir del pozo, un halcón sobrevolaba el yacimiento dando vueltas: “¡Mira!, es Hery”.

Trabajo de gabinete

Comimos tarde en el Marsam, y por la tarde cruzamos el Nilo para asistir a una conferencia de Betsy Bryan sobre las excavaciones de la universidad Johns Hopkins en el templo de Mut (junto a Karnak). Y para rematar el día, nos fuimos a celebrar el quinto aniversario Djehuty al restaurante Marhaban, en su magnífica terraza que da a la parte de atrás del templo de Luxor. Nos acompañaban cinco compañeros de CSIC, la Directora del Instituto de Filología, Maite Ortega, Agustín, Maribel, Carmela y Agnes. Para nosotros es una gran alegría recibir visitas de amigos y compañeros.

Vida cotidiana