El cansancio ya se hace notar y el día de hoy parecía un circo con cinco pistas con actuaciones simultáneas. David y el mudir comenzaron el día procesando la cerámica que levantamos ayer de delante de la tumba nueva. Luego descendieron al pozo con Saabut para continuar la excavación de la cámara. En el momento en que Pito se metió para hacer fotos y filmar, el mudir se tuvo que ir al almacén, a gestionar, una vez más, la ubicación de las cajas que llevamos allí al comienzo de la campaña y que todavía andan danzando por ahí. Sobre este último asunto no merece la pena detenerse mucho, más vale dejarlo pasar… De regreso al yacimiento, vuelta a la excavación de la cámara, que consigue levantarme el ánimo y alegrarnos a todos el día. A las doce pagamos a setenta y cinco trabajadores y así quedaba clausurada la excavación como tal, aunque David todavía seguía metido en el pozo, ahora acompañado por Pía y también por Yuma. Al final de la jornada, fotos finales de algunas áreas, con cierto estrés, pues necesitamos ir ya cerrando puertas y asegurando perfiles con adobes. El pobre Pito anda como loco de un sitio a otro.
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Cada amanecer es un espectáculo en el West Bank.
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Foto de grupo a primera hora. Son todos los que están, pero no están todos los que son.
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Vista del yacimiento.
Pía ha estado ayudando a Zulema a recomponer las vasijas de mayor tamaño, halladas a la entrada de la tumba nueva. La cronología oscila entre la dinastía XIII y comienzos de la XVII, y llama la atención lo bien que se conserva y la cantidad. Gude y Curro han trabajado sin descanso y han conseguido procesar todo el material. Sólo les queda ahora inventariarlo e introducir la información en la base de datos.
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Kamal le echa una mano a Joan con la topografía de las estructuras de adobe de este año.
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El primer pozo que se construyó del "pozo doble" es el más profundo, con más de 5 m.
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Excavación de la cámara sepulcral del primer pozo: David, Yuma y Pía en acción.
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Uno de los cuencos hallados a la entrada de la nueva tumba.
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Montaje singular para subir las rocas al tractor y sacarlas del yacimiento.
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David y Gude en la camioneta, de regreso al Marsam.
Hoy hemos dicho adiós también a los tres restauradores egipcios, Ahmed, Saad y Mohamed, y también a Ayad, un señor encantador que ayuda con el dibujo de la cerámica. Sí, estamos ya con el chip de la recogida, y la última paga, con bakshish incluido, es una parte importante de los “adioses” y “hasta el año que viene”. El proyecto cada vez se apoya más en técnicos egipcios, lo que es una gran ventaja desde muchos puntos de vista y, además, son gente encantadora.