Ya sí que estamos en el sprint final de la excavación y las sorpresas van saltando en casi todos los frentes. En el Sector Norte, en el área que supervisa Carlos, ha salido a la luz un depósito de cerámica (¡otro!) de jarritas rojas bruñidas justo delante del patio de entrada a la tumba de Djehuty-nefer. Están caídas sobre la calle que sirve de acceso a las tumbas del “segundo piso”, por encima de la tumba de Djehuty, a la de Djehuty-nefer y sus vecinos. A un lado de Djehuty-nefer está la tumba que tiene una bóveda atravesando el patio longitudinalmente, probablemente construida tiempo después para tapar el pozo funerario que se abría en medio. Al otro lado de Djehuty-nefer, ha salido a la vista la entrada a otra tumba, que es la que acaba irrumpiendo en la capilla de Djehuty, rompiendo su techo. A esta tumba se accede bajando unas escaleras de adobe. Para poder seguir excavando la entrada mañana, al final de la jornada hemos tenido que retirar una enrome piedra que obstaculizaba el paso. Parte de la fachada de esta tercera tumba se ha construido con mampostería, y el muro acaba adosándose a los muros laterales del patio a una cuarta tumba, ubicada justo encima de la tumba intermedia (entre Djehuty y Hery, la -399-), a la que se accede bajando unos escalones tallados en la roca. Así, tenemos documentado un pequeño ejemplo de urbanismo en la necrópolis, de cómo se accede a las tumbas de más arriba, cómo se organiza el espacio y cómo se ubican y adosan unas tumbas a otras. Todo un lujo. Una aportación significativa al conocimiento de la necrópolis de la antigua Tebas.
En el Sector 10 Sur, siguen saliendo más y más cerámicas a la entrada de la nueva tumba. Casi todas las vasijas están completas, platitos, bandejas, cuencos, jarras, contenedores, soportes, etc. Una colección realmente espectacular de cerámica de la dinastía XIII, y todavía no hemos acabado, todavía nos queda un metro para llegar al suelo. La entrada fue cerrada desde dentro con ladrillos en época moderna, pero éstos no llegan hasta el suelo, sino que se apoyan sobre el muro de cierre original, que conserva casi un metro de altura. Todo parece indicar que lo que nos queda por excavar es muy prometedor, porque aunque la tumba haya sido saqueada en época antigua, los saqueadores parecen haber arrojado fuera parte del equipamiento funerario, y los saqueadores modernos parecen haber removido solo los niveles superiores. Crucemos los dedos.
Mientras el mudir se entretiene recogiendo cerámica, David sigue metido en las profundidades del pozo vecino. El pozo ha sido dramáticamente saqueado y hasta ayer no habíamos hallado nada significativo, ni siquiera dentro de la cámara sepulcral. La cámara sepulcral es más profunda que el pozo, y ayer, excavando ya en los niveles por debajo del nivel del pozo, hallamos un pequeño collar muy sencillo, de cuentas de barro. Después, retiramos grandes piedras y bastantes adobes, probablemente del cierre original que al romperse habrían acabado al fondo de la cámara. Pero, si la excavación del pozo había sido algo frustrante, por lo trabajosa que ha sido y el poco resultado obtenido, ahora la Fortuna nos ha hecho un guiño y parece estar dispuesta a dar un giro y sonreírnos. ¿Habrá sorpresa mañana? Por si acaso, hemos estado calentando motores esta tarde en nuestro “chiringuito” del hotel, comentando posibilidades y cómo afrontar distintos escenarios. Esto es lo bonito de la arqueología, que es impredecible y que la realidad puede echar al traste cualquier hipótesis y plan, para bien o para mal. Como la vida misma. La incertidumbre pone nervioso, sí, pero eso es precisamente lo que despierta las ganas de que llegue el día siguiente. Y vivirlo.