18 febrero 2014

Hoy ya no ha habido excavación. Hemos estado estudiando el material hallado los últimos días, terminando la limpieza de las paredes de las tumbas, preparando el cerramiento de los pozos, sacando fotos de los perfiles y estructuras de adobe, etc. Así que comenzamos una retrospectiva del hallazgo del ataúd, ahora que ya se ha anunciado el hallazgo en la prensa egipcia y luego en la española. Los hallazgos relevantes deben ser anunciados por el Ministerio de Antigüedades, por lo que, inevitablemente, nuestro Diario de Excavación ha de guardar silencio de forma abrupta y sin explicaciones. Lo sentimos. Esperamos que las fotos de los próximos días y una breve descripción cronológica de los hechos compensen este pequeño retraso.

El día 9 contábamos por última vez cómo iba la excavación del pozo que supervisa Angie, con Yuma de excavador con el palaustrín, y comentábamos que la tierra húmeda y amarillenta parecía un buen síntoma, pero hasta que no llegáramos a la cámara no podríamos estar seguros… Pues bien, el lunes 10, comenzamos a ver en el extremo sur del pozo las primeras hileras de adobe, a poco más de dos metros de profundidad. Seguimos profundizando hasta dejar casi toda la entrada a la vista. A poca distancia del fondo del pozo hallamos media estatuilla de madera muy bien tallada, pintada de blanco, representando a una diosa arrodillada, muy probablemente Isis o Neftis. Cuando retiramos los primeros adobes de arriba y alumbramos dentro de la cámara con la linterna, no dábamos crédito. Allí estaba, a tan sólo unos centímetros de nuestros ojos, la cabeza de un ataúd pintado y, a primera vista, en buen estado. Tras retirar la siguiente hilera, ya pudimos ver los laterales y comprobar que se trataba de un ataúd tipo “rishi”, con la plumas de un par de alas extendidas sobre la tapa, como si una diosa alada estuviera abrazando por detrás al difundo, infundiéndole protección. La cara estaba pintada de amarillo y parecía no tener barba falsa.

Seguimos excavando a la entrada de la cámara hasta alcanzar el mismo nivel que el pozo. A última hora de la tarde, sobre las cuatro, ya estábamos en disposición de sacar el ataúd del interior. Desde el momento que lo descubrimos, las autoridades del Servicio de Antigüedades nos comunicaron que debíamos sacarlo y ponerlo a buen recaudo, dentro de la tumba de Djehuty, antes de las cinco de la tarde. La extracción resultó relativamente sencilla debido a que el ataúd descansaba sobre medio metro de derrubio, de piedras pequeñas de caliza sueltas, y en un plano ligeramente descendente. Alí y Sayed se ocuparon del trabajo más complicado y delicado. Una vez depositado en el fondo del pozo, lo pudimos alzar desde arriba sin excesivo problema, gracias a que el pozo no era muy profundo; de hecho, es el pozo menos profundo de la docena de pozos que hemos excavado ya en estos trece años. Y probablemente gracias a esto es por lo que el ataúd se conservaba en tan buen estado, puesto que el ambiente en el que se encontraba no era muy húmedo. Si hubiera estado tres o cuatro metros más profundo, como hubiera sido lo normal, la humedad del nivel freático sin duda habría afectado a la madera. A las cinco de la tarde, con el sol ocultándose tras la colina de Dra Abu el-Naga, condujimos en volandas al ataúd dentro de la tumba de Djehuty, y allí pasó su primera noche de vuelta sobre la tierra.