18 enero 2006

Trabajo de campo

A las siete de la mañana estábamos todos ya en el yacimiento. Continuamos con los quince trabajadores de ayer, y empezamos levantando la segunda jaima. El rais Alí organizó la reubicación de la alambrada que delimita el yacimiento, retirando una muy estropeada y envejecida, y llevando la nuestra hasta la carretera. No se trataba tanto de ampliar nuestra zona, como de adecentar de acceso a las tumbas.

Carlos y Juan abrieron el pozo entibado que desciende hasta el techo de la tumba de Djehuty, para comprobar en qué estado se encontraba después de un año. Las chapas de metal y las soldaduras habían resistido perfectamente. Ahora habría que reforzar las sujeciones y preparar el suelo para poder cerrar el agujero del techo de Djehuty.

Gemma ha comenzado a trabajar con los fragmentos de relieve que encontramos en campañas anteriores, en la excavación del exterior. Su objetivo es revisar y corregir los dibujos que había realizado en Madrid de cada uno de ellos partiendo de fotografías digitales que sacamos el año pasado. Algo parecido han hecho Ana y José Manuel, pero con la estela de la biografía de Djehuty grabada en la fachada de su tumba. El dibujo epigráfico debía ser, una vez más, contrastado con la inscripción original, pues la fotografía no ofrece una visión exacta del objeto, y puede perder o alterar algunos detalles, por lo que el repetido estudio del original se hace indispensable.

Trabajo de gabinete

Dentro de la jaima grande, Pia organizó las mesas y el material de restauración, y en seguida se puso a trabajar en algunas piezas de madera halladas el año pasado y que necesitaban ser limpiadas y consolidadas.

Antes de que comience de nuevo la excavación, era conveniente reorganizar las cajas con los materiales hallados hasta la fecha. El espacio de almacén es cada vez más escaso y tenemos que ser previsores y hacer sitio para lo que encontremos en la presente campaña. En la tumba de Djehuty, pero sobre todo en la de Baki, Curro y Parra se emplearon a fondo moviendo cajas y colocando grandes etiquetas a la vista que indicaran el contenido de cada una de ellas.

Andrés, por su parte, estuvo preparando los bloques de piedra con inscripción que tendrá que estudiar y tratar de reubicar. Su puzzle se guarda en treinta cajas de buen tamaño, es decir, que tiene tarea suficiente para esta campaña.

Trabajamos hasta las tres de la tarde. Una ducha rápida y a comer. Tras un rato de sobremesa, la tarde estuvo dedicada a trabajar con los ordenadores: jornada intensiva, como siempre.

Vida cotidiana