15 febrero 2002

Trabajo de campo

Hoy es fiesta en Egipto y por lo tanto no ha habido trabajo en la excavación.

Trabajo de gabinete

Una vez más aprovechamos el viernes, día de descanso, para madrugar. Nos levantamos a las cinco y media, y a las seis emprendíamos camino del río en el coche de ‘Starky y Huch’, que casi nos estampana un par de veces en el trayecto y, cuando por fin se paró, quedó envuelto en una nube de humo que salía del motor. En vez de cruzar en el ferry, tomamos una barca que nos llevó directamente a Karnak. A esa hora de la mañana la montaña de el-Qurn luce sus mejores colores y, según navegábamos a favor de la corriente, rememoramos la procesión fluvial de la antigua fiesta Opet que unía los templos de Karnak y de Luxor.

El mejor momento para hacer fotografías y filmar en Karnak es hacia las ocho de la mañana, cuando el sol se eleva por encima del Akh-menu y sus rayos resaltan las inscripciones y las escenas en relieve. Comenzamos con los Anales de Tutmosis III y seguimos con la denominada ‘cámara de las curiosidades’ y con el pilono VII, los tres relacionados con las campañas del rey en Siria-Palestina. De Hatshepsut filmamos el obelisco que sigue en pie, su estatua colosal delante del pilono VIII, la c‡mara que está justo detrás de los Anales y que conserva gran parte de su policromía y la recientemente reconstruida ‘capilla roja’.

A las doce nos marchamos andando a la Chicago House, donde estabamos invitados a almorzar. Como es costumbre allí, el buffett era muy variado y todo estaba delicioso, y las conversaciones fluyeron en el acogedor patio de buganbillas. Después del café, Emily nos enseñó las instalaciones, nos describió brevemente los trabajos epigráficos en curso y nos explicó el funcionamiento de la biblioteca, donde nos quedamos trabajando hasta las cuatro.

Alí nos vino a recoger a la puerta de la Chicago House para llevarnos a la casa de su hermano Alí. Lo que supuestamente iba a ser un té, se convirtió en una ‘fantasy’, como él mismo lo llamó. A pesar de que no eran más que las cinco y media nos sirvieron, y no pudimos negarnos, sopa de verduras con higaditos de pollo, moluheia, que es una especie de sopa o de salsa de espinacas, arroz con salsa de tomate y calabacines, y pollo asado para terminar. La velada la cerramos, como no, con un té, fumando «shisha» y con muchas risas. Alí y su familia se desviven porque nos sintamos cómodos y cada día estamos más unidos a ellos.

A las ocho de la noche no pudimos resistir la tentación y, en vez de tomar directamente el ferry de vuelta a la orilla oeste, entramos al templo de Luxor. La iluminación nocturna y la suave temperatura invita a pasear entre sus columnas y recorrer las salas, lo que no viene nada mal para bajar la cena o lo que fuera. Bueno, ya descansaremos cuando estemos de vuelta, o al menos eso esperamos.

Vida cotidiana