Trabajo de campo
Consolidación de la ‘Casa para la eternidad’ de Djehuty
La actividad del día ha estado centrada en la consolidación del techo de la tumba. El vestíbulo de entrada, que originalmente estaba al aire libre, había sido cerrado por el Servicio de Antigüedades a finales de los años cincuenta para proteger la estatua de Djehuty, las inscripciones y los relieves que decoran sus paredes. Uno de los objetivos de esta primera campaña era asegurar la tumba contra las filtraciones de agua y contra la entrada de ladrones.
El ‘rais’ Alí cada día nos sorprende más y hace que aumente nuestra admiración y cariño hacia él. No hay duda de que es el mejor arquitecto con el que podíamos contar. Nada más comenzar la jornada él ya tenía organizado el trabajo. Un pequeño grupo de obreros se empleó a fondo en retirar la capa de arena y las piedras de unos diez centímetros que cubría el techo. Cuando los tablones de madera estuvieron desnudos, se cubrieron con esteras entrelazadas, con la intención de que sirvan de aislante. Después, se dispusieron veintiuna planchas de aluminio solapadas unas con otras y fijadas a las paredes laterales con cemento. Una segunda tanda de esteras cubrió las planchas y, sobre ellas, se extendieron lascas de piedra caliza, para terminar con una ligera capa de cemento.
Esperemos que el arreglo dure unos cuantos años, hasta que construyamos el techo definitivo una vez tengamos claro cómo de grande era el vestíbulo de entrada y qué había a ambos lados. Sólo deseamos que Djehuty, ‘Supervisor de los trabajos’, esté satisfecho con el nuestro.
Trabajo de gabinete
Mohamed el-Bialy se ha pasado un rato también hoy por la excavación. Está muy contento con el progreso de nuestro trabajo. Su colaboración y ayuda son fundamentales. Un proyecto como el de ‘Djehuty’, de excavación, restauración y publicación de monumentos antiguos en el extranjero, tiene pleno sentido sólo si se plantea como un proyecto de cooperación entre los dos paises, el visitante, en este caso España, y el anfitrión, Egipto. Tenemos mucho que aprender unos de otros, tanto desde un punto de vista profesional, como social y personal.
Hoy jueves era día de paga. Nos vamos superando y hoy ha sido el más difícil todavía. Pagar a cincuenta obreros, todos con nombres parecidos, pero cada uno con un salario distinto no es tarea fácil. Los que acarrean las espuertas de los escombros cobran 12 libras egipcias al día, unas 600 pesetas, es decir, unos ‘nosecuantos’ euros. Los que hacen el trabajo fino y retiran la tierra con la azadilla cobran una libra más. Los canteros que están construyendo el muro, considerados como artistas, cobran 25. El precio de cada remolque transportado varía en función de la carga: los de escombros se pagan a 20, el de arena a 40 y el de piedra 17,5. El aguador nos ha subido su asignación de 10 a 15, porque ahora además aporta agua para la mezcla del cemento. A una casa del pueblo le pagamos 40 a la semana para que nos sirva te varias veces al día. Por supuesto, cuando terminemos la campaña todos nuestros hombres recibirán un buen ‘bakshish’.
Mientras Margarita y José Manuel, junto con Alí, pagaban los jornales, Alicia y Andrés curaban a dos de los trabajadores que se habían destrozado la uña de un dedo picando la piedra para el muro. Alicia pudo poner en práctica sus conocimientos de primeros auxilios cuando tuvo que arrancarle la uña del dedo gordo del pie a uno de ellos. Y mañana descanso.