16 febrero 2002

Trabajo de campo

Ladrones de tumbas

Al final de la jornada de hoy nos ha dado a todos la sensación de que habíamos avanzado muchísimo en estos catorce días de trabajo de campo que llevamos. El muro que protege el yacimiento por el Oeste y por el Sur, que son los lados por donde hay casas, está ya casi terminado. Se ha limpiado por encima de la tumba y se está rehaciendo la esquina Noroeste del pequeño muro que había antes. Los obreros siguen bajando por sector Este y Sur, y hoy hemos encontrado otros dos conos funerarios, uno de ellos de Djehuty y el otro es de ‘el jefe de los sirvientes Ahmose’, de quien ya habíamos encontrado otro cono.

Pero lo que más nos ha alegrado hoy ha sido la limpieza de la entrada de la tumba hasta llegar a la roca madre. En el interior, dos grupos de hombres han quitado la gruesa capa de polvo que cubría todo el suelo del vestíbulo hasta llegar también al nivel original. Para ello, los trabajadores tuvieron que hacer uso de mascarillas y gafas protectoras.

Alicia y Antonio, usando brochas de pelo suave, han desempolvado los relieves y la estatua de Djehuty. Para tratar de evitar que el trabajo en el interior y las visitas de esta semana levanten polvo, hemos cubierto todo el vestíbulo y el pasillo central hasta el comienzo de los escombros con esteras.

Trabajo de gabinete

Ana ha estado fotografiando la tumba de Hori, sin perder detalle de los magníficos relieves que decoran el pasillo. José Manuel ha estado con ella dibujando un croquis de las escenas. Al iluminar las paredes con luz intensa nos hemos dado cuenta que algunos fragmentos de la pared sur han sido robados.

La manera de proceder de los ladrones parece haber sido la siguiente. Primero seleccionaron los relieves más bellos o significativos, interesándose sobre todo por el nombre y la figura de Hori y por los cartuchos reales de las inscripciones. Después perfilaron el trozo de pared que querían llevarse golpeando el entorno con un cincel. Si en la operación la roca se agrietaba, abandonaban esa escena para tratar de sacar íntegro otro fragmento. Por último, extraían la laja con el relieve mediante una serie de golpes secos. Lo más curioso de todo es que los ladrones dejaron escrita en árabe la fecha de su saqueo en cada uno de los ocho huecos resultantes: 5-12-1970. Su intención probablemente fue la de dejar en evidencia a los vigilantes de la necrópolis.

Por la tarde, hemos estado dibujando planos del exterior y del interior de las tumbas. Hoy se suponía que nos íbamos a quedar trabajando en la tumba por la tarde, pero el Inspector se ha excusado y hemos tenido que ceder…

Vida cotidiana