15 enero 2005

Trabajo de campo

Hoy ha empezado la excavación de la cuarta campaña. El comienzo del día ha sido bastante duro porque teníamos que seleccionar a los trabajadores y se presentaron tres veces más de los que teníamos planeado contratar. El año pasado alcanzamos casi el centenar y este año queríamos empezar con cuarenta. La idea era contratar a los mejores de la pasada campaña, pero esto sólo ha sido posible en parte, pues los inspectores, los policías, los guardias, todos quieren que cogiéramos a algún familiar suyo y, como siempre, había que negociar una solución de compromiso. Los guardias se enfadaron y gritaron especialmente al ver que no cogíamos a todos los suyos, pero Alí tiene ya experiencia en estos fregados y supo capear el temporal. Después de una hora de discusiones contratamos a cuarenta y dos, y al final del día se habían sumado ya seis más. Mañana se sumarán algunos más, así que acabaremos con cincuenta y tantos.

Los grupos, primero seis y luego siete, se han distribuido en las cuadrículas más alejadas de las fachadas de las tumbas, donde el montículo que cubre los patios de entrada es más elevado. Primero rebajaremos este área unos cuarenta centímetros, para podernos ir luego acercándonos a las tumbas en escalera y vencer así la pendiente. Gemma, Marga y José Manuel se han encargado de controlar el trabajo, asistidos por Mohamed Farouk, hermano de Alí. Se ha trabajado duro y rápido, pues este nivel superficial es muy moderno y, aunque ha salido bastante cerámica y lino, el material está muy revuelto y es poco significativo. Sólo cabe destacar un cono funerario de Pawah, sirviente de Amón, y un ushebti amarillo de los que hemos encontrado a decenas en campañas anteriores.

Junto a la jaima grande, Curro y Parra han conseguido terminar de revisar e inventariar las bolsas de materiales que quedaron pendientes del año pasado. Toda una proeza, pues no eran pocas, y es que no han parado de trabajar en toda la mañana.

Trabajo de gabinete

Carlos y Juan han colocado el DOCE sobre la boca del agujero, suspendido desde una viga con un par de polipastos. Al final de la mañana lo han introducido ya un metro dentro del agujero. El artilugio parece funcionar. Ya veremos cómo progresa el sistema en días sucesivos.

Mientras tanto, dentro de la tumba de Djehuty, Pía ha continuado limpiando la estela autobiográfica, hoy con la ayuda de Ahmed, el restaurador egipcio que nos acompañará un año más. Junto a ellos, Ana ha aparcado momentáneamente la fotografía, para dedicarse a la epigrafía, con éxito: ha conseguido encontrar entre los fragmentos de relieves del exterior hallados en campañas anteriores tres que provienen de la inscripción del vestíbulo que es un himno que Djehuty dirige a Amón-Ra. Ha localizado su lugar exacto en la pared, lo que en uno de los casos es de gran relevancia, pues confirma su hipótesis de que todas las columnas del texto comienzan con la misma fórmula, “Él dice: saludos a ti, Amón-Ra…”, y, por tanto, son frases independientes unas de otras.

Vida cotidiana