14 Febrero 2020

Ayer por la noche organizamos una fiesta en el Marsam entre la misión belga, que trabaja en las tumbas de Sennefer y su sobrino Amenemope, la misión alemana que trabaja en el templo funerario de Amenohotep III, detrás de los colosos de Memnón, y nosotros. Acudieron invitados de la misión francesa en Deir el-Medina, en Karnak, los suizos que trabajan en el Valle de los Reyes y los americanos de la Chicago House. Lo bueno de excavar en Luxor es que coincidimos con colegas de varios países, es como estar en el ojo del huracán de la egiptología. Por desgracia, el ritmo intenso de trabajo no nos deja mucho tiempo para visitarnos unos a otros en nuestros respectivos yacimientos, así que por lo menos está bien vernos las caras y charlar, aunque sea de fiesta en el hotel.

Un grupo grande del equipo se ha ido hoy de visita al templo de Karnak. Ya sólo el paseo en barca de ida y vuelta por el Nilo merece la pena. Había bastantes turistas, pero tampoco demasiados. Hemos estado unas tres horas y sólo nos ha dado tiempo a ver lo más esencial, sin entretenernos demasiado. De regreso al hotel, Joan ya había comenzado a preparar la paella en el huerto junto al Marsam. Una campaña sin paella benissera no sería una campaña Djehuty. Hoy ha sido un día de mucho calor, por lo que a la caída de la tarde se ha agradecido el fresco. Este año no ha hecho ni mucho frío al principio, ni está haciendo ahora mucho calor, salvo hoy, que sí que ha apretado.

Mañana comienza nuestra última semana de trabajo, el sprint final y, luego la recogida. A pesar del cansancio que empieza a hacerse notar, los días se nos han pasado volando. Habrá que aprovechar bien el tiempo que nos queda. El grupo se ha reducido a dieciséis, pero eso no quiere decir que haya menos tareas.