Proyecto Djehuty |Contexto Histórico

Las reinas

La reina Ahhotep

Ataúd de la reina Ahhotep

Ataúd de la reina Ahhotep

La reina Ahhotep es una de las excepcionales reinas que destacan a lo largo de la historia del Egipto antiguo. Hija de Seqenenre Tao I y de la reina Tetisheri, heredó de sus progenitores el espíritu luchador que caracterizó a los fundadores de la dinastía XVIII. Hermana y Gran Esposa Real de Seqenenre Tao II, sobrevivió a su esposo y murió a edad muy avanzada, entre los años 16 y 22 del reinado de su hijo Ahmose. La reina tuvo que enfrentarse a momentos muy difíciles tras la muerte de su esposo, probablemente en la batalla contra los hicsos, y, poco después, la muerte de su hijo primogénito Kamose. Ante la minoría de edad de su segundo hijo, el futuro Ahmose I, Ahhotep asumió el papel de regente del país.

Ahmose I rindió homenaje a la reina madre consagrando una estela en el templo de Amon-Re de Karnak (CGC 34001). El texto es un manifiesto de la excepcionalidad de Ahhotep como garante de la continuidad de la dinastía y elemento estabilizador de la Corona en medio de la inestabilidad que asolaba al país durante la lucha para expulsar a los hicsos:

«Alabad a la señora del país, a la soberana de las riberas de las regiones lejanas, aquella cuyo nombre se alza sobre todos los países montañosos, que toma decisiones preocupándose por el pueblo. Esposa del rey y hermana del soberano -vida, salud fuerza!. Hija de rey, venerable madre del rey, la que ha cumplido los ritos y se ha preocupado de Egipto, la que ha velado por sus tropas y las ha protegido, la que ha recuperado a sus fugitivos y agrupado a sus desertores. Ella pacificó el Alto Egipto y expulsó a los rebeldes».

Por azares del destino, Ahhotep se vio obligada a relevar a tres reyes. De la regencia ejercida por la reina, aunque no sea señalada explícitamente, queda un recuerdo sobre la puerta de Buhen, en la Segunda Catarata, en la que su nombre se asocia al de su hijo Ahmose. Así mismo, algunas piezas del ajuar funerario de Ahhotep, halladas en el interior del sarcófago junto a su cuerpo, son clara expresión del papel fundamental y excelente desempeñado por la reina en pro de la unificación del país bajo una nueva dinastía. Cabe destacar las «moscas de oro», condecoración que el rey otorgó a su madre como reconocimiento a su valor como líder militar, una pequeña daga decorada con una escena simbólica de la expulsión de los hicsos, y un brazalete ornado con la representación del ritual de coronación, con Ahmose arrodillado delante del dios Geb, el mítico rey ancestral que legitima a todo soberano en su cargo.

El enorme sarcófago de la reina Ahhotep fue hallado en el escondrijo real de Deir el-Bahari, en 1881. Se desconoce la localización de su tumba.

La Reina Ahmose-Nefertari

Ataúd de la reina Ahmose-nefertary

Ataúd de la reina Ahmose-nefertary

Hija de Seqenenre Taa II y de la reina Ahhotep, hermana y Gran Esposa Real de Ahmose I, el rey que expulsó definitivamente a los hicsos de suelo egipcio y emprendió la reconquista de Nubia. Ahmose-Nefertari representa la tercera generación de la excepcional dinastía de reinas fundada por su abuela, la reina Tetisheri. Al igual que esta última y que su madre Ahhotep, Ahmose-Nefertari recibió culto en Tebas hasta la época de Herihor, a finales del II milenio a. C. La reina jugó un papel político de primer orden, al igual que Ahhotep, en la reconstrucción que siguió a la reconquista del país. Ahmose-Nefertari aparece estrechamente ligada a grandes acontecimientos, muchos de los cuales parece haber inspirado. Se la menciona a propósito de la apertura de nuevas minas, de la construcción de un cenotafio para la reina Tetisheri, y numerosos monumentos al sur de la Segunda Catarata portan su nombre. Tuvo una inclinación notable en favor de lo religioso, enriqueciendo a los templos y reorganizando la necrópolis tebana. En los relieves del reinado de Ahmose, la reina es representada a la misma escala que el rey y los dioses, una marca de distinción poco usual.

Ahmose-Nefertari fue la primera Gran Esposa Real en ser investida con el título y función de «Esposa del dios». Este título oficializaba una práctica, ya existente desde el Reino Antiguo, por la que la reina acompañaba al rey y participaba en la realización de las ceremonias del culto oficial. A partir de la dinastía XVIII, el título de «Esposa del dios» establecía la participación activa de su portadora en el culto de Amón, y la identificaba como encarnación de la diosa Mut, esposa celeste de Amon, y, por tanto, contrapartida femenina del creador. Las atribuciones cultuales que el título implicaba quedan patentes en una escena del templo de Karnak que representa a Ahmose-Nefertari oficiando como sacerdotisa.

Para convertirse en «Esposa del Dios», la reina renunció a su función como Segundo Profeta de Amon. Su esposo Ahmose le otorgó en compensación una dotación en bienes mobiliarios e inmobiliarios, destinada al mantenimiento a la fundación de los «dominios de la Esposa del Dios». Este acontecimiento quedó inscrito para la posteridad en una estela emplazada en Karnak, que debe fecharse entre los años 18 y 22 del reinado de Ahmose, después de que tuviera lugar la batalla contra los hicsos y poco más o menos coincidiendo con el nacimiento del futuro rey Amenofis o Amenhotep I.

A la muerte del rey Ahmose, la reina asumió la regencia del país durante la minoría de edad de su hijo Amenhotep I. Ahmose-Nefertari tuvo una vida longeva, estando aún viva en el año 1 de Tutmosis I, ya que aparece representada junto al rey y su esposa en una estela erigida en Nubia para conmemorar el acceso al trono del rey.

A su muerte, la reina fue objeto de un culto muy popular, a veces asociada a su hijo Amenhotep I. Aparece mencionada al menos en cincuenta tumbas de particulares y sobre más de ochenta monumentos, desde época de Tutmosis III hasta finales del período ramésida. Recibió especilamente culto en Deir el-Medina, donde fue venerada como diosa.

El enorme sarcófago de Ahmose-Nefertari, que contenía su momia, fue hallado en el escondrijo real de Deir el-Bahari, en 1881, siendo su cuerpo desvendado por Emile Brugsch en 1885. La momia correspondía a una mujer de edad avanzada, probablemente en torno a los setenta, y de cuerpo enjuto. Ahmose-Nefertari muestra las mismas características dentales y una marcada similitud esquelética con su abuela Tetisheri. En el momento de su fallecimiento, la reina había perdido gran parte de su pelo por lo que se atavió a la momia con numerosas trenzas falsas de cabello humano.