27 enero 2007

Salima Ikram llegó ayer a Luxor y hoy se ha incorporado al trabajo en el yacimiento. La primera tarea planeada para esta campaña era inspeccionar la galería de momias de animales que descubrimos el año pasado. A ella se accede desde una de las cámaras sepulcrales del pozo funerario de la tumba intermedia (–399–). En una esquina de la cámara, que mide 2,00 x 2,80 metros y tan sólo 0,80 de altura, se abre un agujero de 0,70 x 0,35, por el que se accede a la galería. La galería mide casi siete metros de largo y esta absolutamente llena de “paquetes” de lino, conteniendo, supuestamente, momias de animales. Algunos de ellos presentan un aspecto ennegrecido del bitumen con el que se embadurnaron. La galería debe ser aproximadamente de un metro de altura, y el espacio que queda entre las momias y el techo es de poco más de medio metro.

El depósito de momias de animales, la mayoría probablemente aves (ibis y halcones), está relacionado con el uso que se le dieron a las tumbas de esta zona de la necrópolis en época tardía y grecorromana. En las paredes de las tumbas de Djehuty y Hery se pueden ver numerosos graffiti escritos en demótico que se refieren, precisamente, a la práctica de depositar momias de animales como exvotos. Las tumbas se convirtieron así, años después, en un gran santuario subterráneo dedicado principalmente al dios Tot, en egipcio “Djehut(ty)”.

Mientras la inspección de la galería se estaba llevando a cabo, Carlos descendió al pozo que ha estado excavando Kamal, para realizar un dibujo de la disposición de los cadáveres que se apilan a la entrada de la cámara este. Luego, al final de la mañana, descendieron Salima y Gemma y, utilizando el dibujo de Carlos de plantilla, comenzaron a excavar poco a poco la “fosa común” que hemos hallado. Aunque la cámara ha sido, sin duda, robada, pues nos encontramos en la superficie trozos de soga “moderna”, el interior parece que no ha sufrido en escaso. De hecho, a la entrada encontramos un pequeño peine de madera que parece de la dinastía XVIII.

Dentro de la tumba de Djehuty, José Miguel trabaja duro, asistido por Yuma. El polvo y en ambiente cerrado tienen la recompensa de presenciar en directo cómo van saliendo a la luz los relieves de las paredes y las estatuas del nicho. No muy lejos, Sayed sigue excavando a buen ritmo el relleno del anexo. Al final de la campaña el aspecto del interior de la tumba habrá cambiado notablemente.