2 febrero 2022

El 2 de Febrero es el aniversario del Proyecto Djehuty. Hoy hace 21 años que abrimos oficialmente la tumba de Djehuty y comenzamos la primera campaña. Por entonces, sólo se veía la entrada a la tumba de Djehuty, en una hondonada llena de basura, junto al poblado moderno de Dra Abu el-Naga. Excavábamos rodeados de un grupillo de chavales que coreaban nuestros nombres esperando el momento del reparto de caramelos al final de la jornada. La hondonada fue tomando forma y convirtiéndose en un excepcional patio delimitado por dos muros de adobe que alcanzaban tres metros de altura. Con el tiempo tuvimos que ir moviendo postes de la luz para ir dejando paso al patio que crecía y crecía, y con ello vinieron hallazgos inesperados, como la denominada “Dama Blanca”, un ataúd pintado de blanco , anónimo, pero que tenía dentro la momia de una mujer de mediana edad, la “Tabla del Aprendiz”, empleada por un joven escriba para adquirir destreza en el manejo del pincel, o la tela de lino fechada en el año 2 de Amenhotep II.

El yacimiento ahora está tan cambiado que no se ve de un solo vistazo, sino que hay que recorrer y peinar la falda de la colina para identificar las tumbas excavadas en la roca allá por el año 2000 a. C., incluyendo el jardín funerario. Luego, se fueron llenando los huecos libres con pozos y las capillas de adobe para las ofrendas, construidos en torno al 1600 a. C. Por último, alrededor del año 1500, a comienzos de la dinastía XVIII, se retomó la costumbre de tallar tumbas en la roca de la montaña y decorar las paredes con distintos tipos de escenas, pintadas o talladas en relieve.

Por el proyecto han pasado muchos grandes profesionales y mejores personas. Algunos nos han dejado para siempre, como el restaurador Leandro de la Vega, que consiguió cumplir su sueño de subir al pico del Qurn uno de los viernes, o el arqueo-botánico Ahmed Fahmy, que nos abrió los ojos al mundo de las plantas y flores en el antiguo Egipto. Y hay otros que simplemente les echamos mucho de menos, aunque seguimos en contacto, como Carlos Cabrera, gran dibujante, arquitecto y, por más señas, del Atleti, o a Nieves Meijueiro, quien sacó a la luz los grafiti demóticos escritos en las paredes de la tumba de Djehuty, a la vez que nos enseñó a beeeerrear para dar los buenos días. Pero hay muchos más, y es que veintiún años son muchos años, mucho trabajo del bueno, muchas anécdotas, muchos atardeceres a la espalda de los colosos.