18 febrero 2012

El día del cierre siempre es un poco triste. Es día de despedidas, abrazos, los mejores deseos y la esperanza de volvernos a ver todos el año que viene. Las jaimas se desmontan, el material se recoge y el yacimiento y las tumbas se quedan en silencio, ya como dormidas. El ritmo frenético de la actividad días atrás parece que resuena como un eco cuando la vista se te queda perdida en un rincón de la tumba de Djehuty, o enganchada en una cartela del sector 10. ¿Qué nos deparará el año que viene? Todos tenemos ya ganas de saber qué nos espera, pero lo bonito precisamente es no saberlo, la incertidumbre, la sorpresa.

El año que viene seguiremos descendiendo en el sector 10, donde seguro que habrá algún hallazgo interesante, pues este año hemos llegado ya al nivel de comienzos de la dinastía XVIII y el terreno está inalterado desde época antigua. También seguiremos excavando delante de la recién descubierta tumba del supervisor de los tejedores, Ay, con el objetivo de sacar a la luz el comienzo de su patio. Sería fenomenal encontrar caídas en el suelo las jambas de arenisca de su puerta de entrada, con su nombre y títulos inscritos, como nos pasara años atrás en el patio de su vecino Baki.

Dentro de la tumba de Hery, excavaremos la galería del grafiti demótico que está llena de momias y cerámica romana, pero que también puede albergar algún fragmento de relieve del pasillo de Hery o de la entrada de la tumba de Baki. Y si todo sale bien y podemos traer una máquina de rayos-x portátil, radiografiaremos a las momias de animales que fueron depositadas en una de las cámaras funerarias de Hery en el siglo II a. C. Y por si todo esto fuera poco, no nos podemos olvidar de la restauración de la tumba de Djehuty, que desde luego está haciéndola cambiar su apariencia de forma espectacular.

El inspector Ramadán, tan sonriente como eficiente, ya tenía todos los papeles preparados para el cierre y sólo tuve que firmar donde me señalaba su dedo. Ha sido una gran suerte tenerle con nosotros al final de la campaña. Luego se acercaron los “gafires”, el jefe portando la tenaza para sellar el cierre de las tumbas. Se cerraron las cancelas, se echaron los cerrojos y se tapiaron las entradas hasta el año que viene. Solo queda ya dar las gracias a todos, al Servicio de Antigüedades de Egipto que tanto nos apoya, a los patrocinadores UFG, a nuestros trabajadores egipcios, a los miembros del equipo y a sus pacientes familias y, sobre todo, a nuestros seguidores cibernautas. Tenemos mucha suerte de estar aquí, aportando nuestro granito de arena en el estudio y puesta en valor de la cultura del antiguo Egipto, disfrutando del Egipto moderno, y tenemos mucha suerte de poderlo contar y compartir con mucha gente. ¡Gracias!