A las nueve de la mañana quedamos unos cuantos del grupo en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, en la calle Albasanz de Madrid, para terminar de empaquetar y precintar las últimas cajas con material de excavación y restauración. Entre maletas y cajas al final sumamos 35 bultos, que pesaron 650 kilos. Un año más, EgyptAir colaboró con el Proyecto Djehuty y nos dio luz verde para el sobre peso. Por suerte, la espesa niebla que cubría toda la meseta no retrasó nuestra salida, aterrizamos en El Cairo a la hora y pudimos tomar el vuelo con destino a Luxor sin incidentes, incluyendo el equipaje. En El Cairo el cielo estaba también encapotado y la pista de aterrizaje todavía conservaba algunos charcos.
En el aeropuerto de Luxor, los inspectores de aduana nos entretuvieron una media hora, abriendo algunas cajas al azar e “interesándose” por la estación de topografía y el material de fotografía e iluminación. En la salida nos estaba esperando el rais Alí Farouk el-Qiftauy, y en el trayecto hasta el hotel nos estuvo poniendo al corriente de las últimas novedades arqueológicas en Luxor. También vino a recibirnos Klaus, el nuevo “manager” del Hotel Marsam desde hace unos meses. Ya le ha dado tiempo para hacer algunas reformas y parece que el estilo de nuestro Marsam va a ir cambiando poco a poco, algo, por otro lado, inevitable. Durante la cena, en una nueva habitación ambientada en plan restaurante, ya pasada la media noche, nos acordamos mucho de la buena de Natasha y brindamos por ella.