03 Febrero 2020

Hoy hace diecinueve años que abrimos por primera vez la tumba de Djehuty. Era el 2-02-2002 y hoy, 2-02-2020, ha vuelto a ser un día memorable. No por nada especial, sino simplemente por estar aquí, restaurando y dibujando las paredes de la tumba y excavando a su entrada. Hoy creemos conocer mejor a Djehuty, pues a través del estudio de las escenas en relieve e inscripciones hemos ido descubriendo detalles de su personalidad. Tal vez se nos escape la realidad de cómo era él, pero sí podemos saber cómo quería que los demás le percibieran y recordaran, la imagen que él quería proyectar de sí mismo, como un hombre culto, conocedor de textos antiguos y rituales caídos en desuso, amante de las letras, hábil escriba, creativo y capaz como ninguno en adaptar las inscripciones a la arquitectura del monumento. Excavando alrededor de su tumba, comprendemos mejor las razones por las que ubicó en este lugar su morada para la eternidad, haciéndose un hueco entre las capillas de adobe y pozos funerarios de la familia real y la élite tebana de la dinastía anterior, a los pies de las pirámides de adobe de los Intef y de su padre Sobekemsaf. Una muestra más de su admiración por el pasado.

Hace diecinueve años, la entrada a la vecina tumba de Hery permanecía enterrada bajo tres metros de tierra y piedra, y sólo se podía acceder a su interior a través de un agujero en una de las paredes, que acababa conectando con la tumba de Djehuty. Hoy las dos tumbas están casi listas para ser abiertas al público con sus paredes, limpias, consolidadas, restauradas y perfectamente iluminadas. Curiosamente, nuestros dos protagonistas desde los comienzos tienen en común que ambos sirvieron bajo dos mujeres relevantes, Djehuty fue supervisor del tesoro de la reina Hatshepsut y Hery fue supervisor de los graneros de la madre del rey y esposa real Ahhotep.

En el camino nos hemos encontrado también a otros personajes ilustres, como los hijos del rey Ahmose e Intefmose, o a Neb, enterrado en un colorido ataúd rishi. Y los que nos quedan por conocer. ¿Cómo se llamará el propietario de la capilla de adobe? ¿Qué encontraremos en su pozo? ¿Qué nos ofrecerán los pozos que estamos excavando junto al jardín? ¿Y qué mejor forma de celebrar el aniversario del proyecto que montando la réplica del jardín funerario de la dinastía 12? Es una muestra del interés que tenemos por cuidar el yacimiento y su futura apertura al público. Si Djehuty quería llamar la atención del transeúnte de la necrópolis decorando su fachada, seguro que estaría encantado de ver cómo estamos revalorizando su “barrio” y preparándolo para futuras visitas.