23 enero 2005

Trabajo de campo

La jornada ha estado salpicada de visitas sorpresa, todas agradables e instructivas, pero demasiadas para una sola mañana. Este año habíamos decidido, por diversas razones, no mencionar las visitas que recibimos de colegas egiptólogos en el yacimiento, pero haremos hoy una excepción. Primero vino Richard Parkinson, conservador del Museo Británico y experto en literatura egipcia. Una eminencia a pesar de su edad, con cuyos libros todos hemos aprendido ha apreciar y degustar las obras literarias clásicas del antiguo Egipto, compuestas en torno al 2000 antes de Cristo. Parkinson está estudiando las pinturas que hay en el Museo Británico procedentes de la tumba de un Nebamón enterrado en Dra Abu el-Naga, y ahora está tratando de localizar su tumba, pues hoy por hoy está “perdida”. Como ambos suponíamos, nuestro Nebamón no debe ser el mismo que el del Museo Británico, y es que en la dinastía XVIII ese era un nombre muy común. Aún así, la tumba del otro Nebamón debe andar por esta zona de la colina.

Un rato después, recibimos la visita de Holeil el-Ghali, Director del Servicio de Antigüedades en todo el área de Luxor. Y sobre la una, recibimos a un pequeño grupo de la Chicago House, con Ray Johnson a la cabeza.

La excavación sigue su curso. Entre los hallazgos cabe destacar una cara de un sarcófago de madera de época tardía y un pequeño depósito de cerámica, algunas de las piezas todavía guardando restos de cereal y de lino. En el patio de Hery han salido seis conos funerarios, cinco de ellos con la impronta del sello de Djehuty.

La decepción de hoy es que el artilugio diseñado por Carlos y Juan para cerrar el agujero de escombros no ha funcionado. Lo han intentado todo y han luchado duro día tras día, pero hoy se han dado por vencidos. El plano inclinado de la montaña produce tal presión que ha impedido que el artilugio bajara verticalmente por la “chimenea” hacia la cámara de Djehuty. Ha sido muy frustrante, después de tantas ilusiones puestas en él. Pero no nos rendimos. Tras una larga e intensa discusión entre los arquitectos, el “rais” Ali y el “moudir”, en el que se han barajado diferentes opciones, hemos decidido y puesto en marcha un plan B. La pena es que Juan se vuelve a España mañana y Carlos tendrá que dirigir la operación en solitario.

Trabajo de gabinete

Ayer por la tarde fuimos todo el grupo al Museo de Luxor, para ver expuesta nuestra “Tabla del Aprendiz”, que se llevó de la tumba al Museo el pasado mes de marzo. Nos recibió, tan hospitalaria como siempre, la directora del museo, Sanaa Alí, quien nos acompañó por todas las nuevas salas, que se inauguraron en mayo. La tabla está expuesta en un lugar de honor; preciosa. El reencuentro con nuestra pieza estelar nos ha servido para darnos cuenta de que, desde luego, hemos hecho realidad un sueño que ni nos podíamos imaginar: tener expuesta en un lugar privilegiado una pieza de nuestra excavación en el museo más moderno y cuidado de Egipto. Y tan sólo tres años después de comenzar a trabajar aquí. ¿Qué más se puede pedir? Hemos de sentirnos muy afortunados.

Vida cotidiana