Proyecto Djehuty |Contexto Cultural

Pincipales divinidades de Tebas

El dios Anubis

El nombre egipcio de esta divinidad era Inpu o Anup, y los griegos lo denominaron Anubis. El dios Anubis era representado principalmente bajo la forma de un perro o chacal, o bien, bajo la forma antropomorfa de un individuo con cabeza de chacal. Este dios estaba asociado con la momificación y el proceso de embalsamamiento. A veces podía aparecer representado como un perro sentado, aunque aún no se ha llegado a una respuesta clara sobre qué tipo de perro o chacal era el representado por los egipcios vinculado a esta divinidad. La conexión entre los chacales o perros y el dios de la momificación se debe a que estos animales debían merodear por las necrópolis en busca de carne o huesos enterrados, y los egipcios relacionaron su aparición en los cementerios con la aparición e la divinidad ante los muertos y los seres vivos que por allí pasaban.

El color de piel del chacal que muestran las representaciones, el negro, no parece haber sido característico de un chacal, sino más bien simbólico, haciendo referencia a la putrefacción natural o a la tierra fértil negra (kemet) de donde la fertilidad surgía (y con ello la idea de renovación y resurrección, como ocurría con las representaciones en color negro de Osiris, el dios del Más Allá).

El chacal sentado de Anubis suele aparecer representado con un collar alrededor del cuello y portando un flagelo o cetro sekhem, vinculados al dios Osiris, el otro dios de la muerte. En los Textos de las Pirámides se le denomina «hijo de Re», y se menciona una hermana suya, Input, «la diosa del frescor». El culto de Anubis parece haber sido vinculado directamente al de Osiris, ambos requeridos por el difunto para poder existir en la nueva vida. Según una de las tradiciones del mito, Anubis, hijo de Neftys y ayudante de Isis, fue requerido para vendar y preparar el cuerpo del difunto Osiris, estableciéndose así una clara relación entre la divinidad y el proceso de momificación. También se asoció a Anubis con el denominado «fetiche Imiut», consistente aparentemente de una piel de animal colgando de un alto varal. Es significativo que este objeto sea incluido entre las imágenes del equipo funerario real en el Reino Nuevo, y ello nos puede llevar a pensar que el monarca aseguraba así la presencia de la divinidad en la tumba. Anubis y su fetiche fueron conocidos como «los hijos de la vaca Hesat».

Además de este papel, Anubis también realizaba otras tareas vinculadas a las necrópolis, como por ejemplo la de guardián de las mismas. Uno de los epítetos de esta divinidad era el de neb-ta-djeser («señor de la tierra sagrada») o también recibía el de khenty-seh-netjer («el que está al frente de la capilla del dios»), ambos informándonos de que esta deidad estaba al frente del control de la tierra sagrada que conformaba la necrópolis, y también recordándonos su participación en los procesos de momificación del difunto en tanto que Osiris, al estar asociado a la tienda de embalsamamiento o la cámara del sepulcro.

De esta faceta suya como guardián y señor de las necrópolis nos han llegado numerosos sellos a las entradas de las tumbas con ciertos individuos cautivos atados y tirados por el suelo bajo la figura de uno o varios chacales tumbados vigilantes.

Tot

Tot, el escriba de los dioses, representado con cabeza de ibis.

Tot, el escriba de los dioses, representado con cabeza de ibis.

Se trata de una divinidad de gran antigüedad que aparece ya, en su forma de ibis, en los monumentos predinásticos. Aunque parece ser que es originario del Delta, tiene su santuario principal en Hermópolis (la actual el-Ashmunein), en el Egipto Medio.

Los animales que le representan son el ibis y el babuino, apariencia ésta última tomada del dios lunar Hedyur. Generalmente aparece como hombre con cabeza de ibis que porta un disco y un creciente lunar, y que sostiene en las manos los útiles de escritura.

Tot es el símbolo de la sabiduría egipcia, el señor de la escritura sagrada, de la lengua y de los textos conservados en los templos. Es el patrón de los escribas, el inventor de la escritura sagrada, el señor de la palabra, el mago por excelencia. Tot actúa como intermediario entre los dioses y el demiurgo: a él han de ser notificadas todas las ordenes y decretos para que los registre y sean cumplidos. En la cosmogonía de Menfis se le considera la lengua de Ptah. A Tot aparecen vinculados los sacerdotes Lectores que, como él, gracias a sus conocimientos de los textos y las fórmulas, de los rituales y de los ensalmos adecuados que debían recitarse en cada caso, aparecen como versados en la magia, la medicina y, en definitiva, en una sabiduría oculta cuyo uso es a la vez deseado y temido.

Escena del juicio final representado en el templo de Deir el-Medina

Escena del juicio final representado en el templo de Deir el-Medina

En la cosmogonía hermopolitana, Tot es el «Padre de la Ogdoada», los ocho dioses primordiales que encarnan los cuatro elementos básios (la humedad, la oscuridad, el vacío, y lo que está oculto). Estos ocho dioses, organizados en cuatro parejas, estaban inertes en las aguas del Nun y bajo la inspiración de Tot asumieron el papel demiúrgico inicial, creando la colina primordial. Sobre este montículo de tierra creció la flor de loto o se depositó el huevo primordial, según las distintas versiones, de los que nació el dios solar. De ahí que se entienda que el proceso de creación fuera puesto en marcha por Tot.

Como dios lunar, preside el ciclo mensual del astro nocturno y controla el paso del tiempo y el calendario. Es él quien escribe en los frutos de la persea, el árbol sagrado de Heliópolis, los años de reinado de los soberanos. Tot también tuvo una faceta guerrera destacada, defensor mítico de la barca de Re y combatiente que eliminaba a los enemigos del rey. Ya en los Textos de las Pirámides, aparece asociado con el ciclo osiriano, llamándosele «Aquel que unió los miembros de Osiris». Integrado en la disputa de Horus y Seth, se le veneraba en Hermópolis Parva, donde llevaba el título de «Aquel que separa a los combatientes»: en esta leyenda, Horus pierde un ojo que es restituido gracias a la magia de Tot, que rellena con saliva milagrosa el ojo dañado por Seth.

En la esfera funeraria se encuentra presente en la Sala de las Dos Verdades donde se pesa el corazón del difunto. El juicio y el veredicto son registrados por Tot, el escriba oficial.

Amón

Amón representado como carnero a la entrada al templo de Karnak

Amón representado como carnero a la entrada al templo de Karnak

El origen de Amón es incierto aunque podría ser autóctono de Hermópolis o Tebas, donde en origen fue un dios secundario. En Hermópolis forma parte de la Ogdoada, y junto a Amunet encarnan el elemento de «lo que está oculto». En Tebas, su culto se remonta al Reino Antiguo, siendo un dios relacionado con el aire del área tebana.

Dentro de la iconografía relativa al culto, Amón aparece frecuentemente como dios entronizado con rostro humano y tocado de la llamada corona de plumas, que hace referencia a su función supraterrenal. Puede aparecer como un carnero con cuernos retorcidos, poniendo de manifiesto su papel de dios de la fertilidad. En su papel de dios creador, adopta la forma de serpiente, como ofidio primordial en la cosmogonía hermopolitana, y de ganso, como dios creador que pone el huevo del que nace el dios solar.

Es el dios nacional por excelencia del Reino Nuevo, pero pese al destino glorioso que conoció en esta época no es un dios particularmente destacado en los períodos previos. La primera mención conocida del dios se encuentra en los Textos de las Pirámides. En origen parece tratarse de una divinidad del viento y de los barqueros, por lo que se representa a veces con la piel azul. En el Reino Medio su importancia va aumentando, llegando a suplantar poco a poco a Montu como dios principal de la región tebana. Es en este período cuando toma el título de «Rey de los Dioses» Tras el II Período Intermedio, cuando Tebas se convierte en la capital del país, Amón pasa a convertirse en dios nacional, patrono de la monarquía, centrándose su culto en torno al templo de Karnak. De esta forma, los teólogos de Tebas vincularon a su dios a los distintos sistemas teológicos más antiguos, por lo que se le denominó «EL Dios Único que se Convierte en Millones.

Amón coronando al rey de Egipto

Amón coronando al rey de Egipto

Para magnificar su personalidad se hizo de él un dios con funciones universales. Se le asigna un carácter solar en su forma de Amón-Re. Como Amón-Kamutef es un dios generador, que encarna la fuerza vital elemental, que permanece oculta y que se auto engendra. Bajo su forma de Amenemope se trasladaba cada año al templo de Luxor para unirse a la diosa Opet en la estación de la inundación, y así garantizar la renovación eterna de los ciclos naturales. Durante la «Hermosa Fiesta del Valle» se trasladaba a la orilla occidental y visitaba los Templos de Millones de Años de los reyes difuntos, y a su paso se organizaban festejos en la necrópolis para que los difuntos se beneficiaran de su presencia vivificadora.

Fue venerado prácticamente en todo el país a partir del reino Nuevo, sobre todo en el Alto Egipto, extendiéndose su culto a Nubia y los oasis, donde se le adoró sincretizado con dioses locales y bajo diferentes epítetos. Su principal centro de veneración fue Tebas, donde poseía el mayor santuario conocido: el templo de Karnak. Igualmente, se le rindió culto en el templo de Luxor y en los Templos de Millones de Años de la orilla oeste, especialmente en Medinet Habu.

Tras el saqueo de Tebas por los asirios en el año 664 a.C., el culto a Amón perdió importancia a escala nacional aunque su culto fue mantenido por su sacerdocio.

Re

Capitel con forma de la diosa Hathor, con rasgos de vaca

Capitel con forma de la diosa Hathor, con rasgos de vaca

Según el Papiro de Turín, Re fue el primer soberano de Egipto. Se trata de la divinidad solar principal, venerado en Heliópolis, y que alcanzó una importancia tal que su culto se esparció por todo el país bajo diversas formas. Formó una especie de trinidad con Atum y Khepri, representando cada uno de ellos un aspecto del astro solar: Khepri es sol naciente, Re el sol en su plenitud, y Atum el sol poniente.

La importancia de Re arranca de época Tinita, cuando uno de los soberanos de la dinastía II incorporó el nombre del dios al suyo propio. Sin embargo, no será hasta la dinastía IV cuando su presencia se haga notoria al ser introducido en el protocolo real el título de «Hijo de Re. La importancia de Re llegó a ser tan grande que casi todos los dioses del panteón sufrieron una solarización a partir de la dinastía V. Sólo Path, el dios creador de la cosmogonía menfita, permaneció impermeable a la fusión. De este modo, aparecieron nuevas divinidades que conservaban su carácter original pero que adoptaron las cualidades de Re: Amón-Re, Montu-Re, Sobek-Re, etc.

'Horus y Seth', encarnaciones del gobierno ordenado y del impulso descontrolado respectivamente

‘Horus y Seth’, encarnaciones del gobierno ordenado y del impulso descontrolado respectivamente

Re se manifiesta como hombre con cabeza de halcón o carnero, sobre la que lleva un disco solar y un uraeus. Bajo el aspecto animal se presenta como halcón, carnero, pájaro Benu (garza real), gato, mangosta, león o toro. Re es el dios creador, el artífice de todo lo que existe en la tierra y en el cielo. Apareció al comienzo del mundo sobre la colina primigenia y rechazó al caos mediante la luz y el calor que desprendía. En la cosmogonía heliopolitana, Re es el padre de Shu y Tefnut, que encarnan su resplandor, y el patriarca de una genealogía conocida como la eneada heliopolitana. Para él se construyeron templos solares, obeliscos y pirámides. Existe un mito que relata cómo los hombres surgieron de las lágrimas de Re. Sin embargo, no existe un tratado completo de la obra creadora de Re por lo que hay que remitirse a fuentes como los Textos de las Pirámides, el Papiro del Museo Británico 10188 o el Papiro Bulaq 17.

Se creía que Re recorría la bóveda celeste en una barca, y que la diosa del cielo, Nut, lo engullía cada atardecer para volver a parirlo a la mañana siguiente (tal y como aparece en el Libro del Cielo). Los bas reunidos de Osiris y Re representaban al sol durante su viaje nocturno por el Inframundo: este periplo no sólo se convirtió en el tema central de los Libros del Inframundo del Reino Nuevo, sino que quedó reflejado en la arquitectura funeraria del mismo período.

Un relato recogido en el Papiro Westcar, hace de Re el padre de los tres primeros reyes de la dinastía V. El Papiro Mágico de Turín narra una curiosa leyenda relativa a la vejez de Re: la diosa Isis, amparada por su magia, logra enfermar al dios mediante la picadura de una serpiente que la diosa hace con tierra y con la saliva que cae de la boca del anciano; bajo la promesa de curación, Isis intenta robarle el nombre secreto y, así, obtener el poder del dios solar. El Libro de la Vaca del Cielo narra la rebelión de los hombres contra Re que, ante su incapacidad para sofocarla lanza contra ellos a su poderosa hija Sekhmet; finalmente, cansado de vivir en la tierra, se retira a las regiones celestiales.

Maat, encarnación de la verdad y la justicia, caracterizada por llevar una pluma sobre la cabeza

Maat, encarnación de la verdad y la justicia, caracterizada por llevar una pluma sobre la cabeza