La procesión funeraria en la tumba de Hery

Oct | 2005

Gemma Menéndez

Introducción

La extraordinaria calidad de los relieves de la tumba de Hery (TT 12) la convierten en un ejemplo significativo de la iconografía de comienzos de la dinastía XVIII y en un nexo de unión entre el arte del Reino Medio y el del Reino Nuevo. El deterioro que han sufrido las paredes hace que reciba merecida importancia el hallazgo en el exterior de fragmentos de relieve que posibiliten completar algunas de las inscripciones y escenas que decoran el interior de la tumba.

Sirviéndonos de algunos paralelos significativos representados en otras tumbas podemos reconstruir la escena de la procesión funeraria y completar las lagunas producidas por el deterioro de la piedra a lo largo del tiempo. Algunos de estos paralelos se remontan al Reino Antiguo y abarcan un amplio periodo que llega hasta época ramésida, produciéndose numerosas variantes iconográficas.

Hery

Hery ejerció los cargos de “escriba” y “supervisor de los graneros de la esposa real y madre del rey Ahhotep” a comienzos de la dinastía XVIII. Su vida transcurrió a caballo entre los reinados de Ahmose y Amenhotep I, siendo testigo del ascenso de los gobernantes tebanos a reyes del Egipto unificado. Su madre, Ahmose, es mencionada en los textos de la tumba portando el título de Kheru-nesut, indicando que podría tratarse de algún personaje de la corte, del entorno del monarca o incluso de la familia real. Dentro de la decoración conservada en la tumba no se encuentra ninguna referencia al padre de Hery, quizás debido al alto estatus de la madre o a la influencia que ésta ejerció sobre su hijo. Sin embargo, sí conocemos los nombres y apodos de algunos de sus hijos y de sus hermanos gracias a la escena del banquete funerario.

La tumba

Hery pudo ser enterrado en torno al 1550 a.C., cuando daba comienzo el Reino Nuevo. Las tumbas de la dinastía XVII y de muy comienzos de la XVIII solían construirse en adobe y se caracterizaban por la extrema sencillez en su decoración. Debido a esto, la tumba de Hery llama la atención: se trata de una decoración mucho más rica de la que pudieron realizar sus contemporáneos y, por si fuera poco, está tallada en la roca. La peculiaridad de su planta nos sugiere que Hery hubiera hecho uso de una tumba más antigua, práctica bastante común en Tebas. Sin embargo, en la mayoría de los casos resulta muy difícil confirmar este tipo de reutilizaciones.

La entrada original a la tumba fue tapiada por el Servicio de Antigüedades a principios del siglo XX. Actualmente, el único acceso abierto es a través de un agujero en la pared este de la sala transversal de la tumba adyacente (-399-), que rompe parte de la pared oeste del pasillo de Hery. La planta de la tumba consiste en un estrecho pasillo que llega hasta una sala amplia, irregular, con un pilar en el centro, junto al cual un agujero en el techo deja pasar la masa de escombros que colmatan la sala. Al carecer de sala transversal, todas las escenas del repertorio iconográfico característico de las tumbas tebanas se encuentran concentradas en el pasillo.

En la campaña de 2003 se descubrió una estructura piramidal que corona la entrada de la tumba. En el caso de que la pirámide hubiese sido construida para Hery, sería la pirámide privada conocida más antigua de Tebas. Este privilegio, hasta entonces real, era característico de las tumbas de los gobernantes de la dinastía XVII enterrados en Dra Abu el-Naga norte y cuya ubicación es, en la mayoría de los casos, hoy desconocida. Los trabajos de excavación del “Proyecto Djehuty” están actualmente centrados en el patio de Hery y en el pozo del exterior, por lo que no se pueden sacar aún conclusiones sobre la morfología detallada de la tumba.

Repertorio iconográfico

El deterioro que han sufrido ambas paredes del pasillo ha provocado la pérdida de parte de las escenas. La pared este es la que mayor daño ha sufrido, posiblemente debido a que la calidad de la piedra es mucho peor en este lado. Para arreglar las imperfecciones y las roturas que se producían durante la talla de los relieves se utilizaron parches de mortero. Sin embargo, la pared oeste, que ha mostrado mayor resistencia al paso de los años, cayó en manos de saqueadores, que han arrancado parte de los relieves.

La ubicación de las escenas está claramente diferenciada según su temática. La pared este del pasillo está decorada con la presentación de ofrendas, la caza en el desierto y pesca en las marismas, así como con la procesión a Abidos. La decoración de la pared opuesta está centrada en el mundo funerario, en la procesión hacia la tumba, la celebración del banquete y la lista de ofrendas.

Por una parte, las escenas conocidas normalmente como “escenas de vida cotidiana” o la “presentación de ofrendas” son comunes y repetitivas en el repertorio iconográfico tebano. Sin embargo, la procesión funeraria supone en algunos aspectos una conexión con el Reino Medio y en otros una innovación. La preparación de los actos funerarios que finalizan con el enterramiento está presente desde el Reino Antiguo. Sin embargo, la tumba de Hery tiene un precedente muy claro en una tumba cercana del Reino Medio, la tumba de Antefoker (TT 60), con la que guarda una gran similitud. En lo que se refiere a la representación del mundo de los muertos, puede decirse que Hery es uno de los primeros testimonios del Reino Nuevo, junto a la ahora desaparecida tumba de Tetiky (TT 15) en Dra Abu el-Naga, o a la tumba de Paheri en el-Kab.

Procesión funeraria

La procesión funeraria suele representar los ritos funerarios tras la muerte del difunto: la preparación del cuerpo, su traslado a la necrópolis y, en algunos casos, su llegada al Más Allá. Los episodios representados en la procesión son generalmente estandarizados y repetitivos. La narración completa de la procesión, combinando datos de diferentes tumbas, consta de 13 episodios que comienzan cuando el cuerpo del difunto es trasladado desde el lugar en el cual ha sido preparado, continuando con el transporte del cortejo fúnebre por el río y finalizando con el enterramiento del cuerpo. No se ha conservado hasta el momento ninguna tumba que contenga todos estos episodios completos. La selección de algunos de ellos pudo depender del espacio en la pared y de las preferencias del propietario.

Registro Inferior: el Inframundo

El registro inferior del panel de la procesión funeraria de Hery muestra algunas etapas relacionadas con el viaje al mundo de los muertos. La escena como tal es típica de comienzos de la dinastía XVIII, pudiéndose afirmar que sólo se encuentra en las tumbas pertenecientes a este periodo y que la tumba de Hery y la de Tetiky son, hasta el momento, los testimonios más antiguos de esta escena.

Si nos valemos de los fragmentos hallados durante la excavación, uno de ellos indica la representación de un obelisco en este registro. El obelisco figura comúnmente en las escenas funerarias, como se ve en la tumba de Tetiky y en la de User (TT 21). No se trata de una representación en miniatura de los obeliscos que se levantarían a la entrada de la tumba, sino más bien de una representación vinculada al dios Ra y, por tanto, al viaje del difunto al Más Allá.

La escena de este registro destaca por la representación de una hilera de capillas per-nu, cada una de las cuales alberga una divinidad. El conjunto de estas capillas son una representación abreviada de los guardianes que habitan en el Más Allá, de las múltiples eneadas que aparecen en el viaje del difunto, como las que aparecen mencionadas en el Papiro Leiden 371 o en el Capítulo 108 del Libro de los Muertos. Su iconografía es clara, suelen ser representados con cabeza humana o con cabeza de animal, y en algunos casos portando cuchillos, que los identifican como seres peligrosos, pero a la vez protectores de Osiris y del difunto.

Otro de los elementos que integran esta escena del Más Allá es la representación de tres signos rectangulares, que se han interpretado como estanques sagrados o de purificación. Éstos aparecen en muy pocas tumbas, y no siempre relacionados con el mundo de los muertos. En la tumba de Rekhmire dichos estanques van acompañados de sus respectivos nombres: “El estanque de Khepri. El estanque de Heket. El estanque de Sokar”. Curiosamente, estos nombres están relacionados con divinidades vinculadas a la transformación y la creación. Es posible encontrarlos mencionados entre las inscripciones funerarias de la tumba, la mayoría de las veces asociados al tekenu. En la tumba de Rekhmire se puede leer: “Haciendo que llegue a la ciudad la piel con el tekenu tumbado dentro de ella (viniendo) desde el estanque de Khepri”. En la tumba de Duarneheh (TT 125) se habla de “los estanques del tekenu”. En el ámbito terrenal, y siguiendo el texto de Rekhmire, pudieron tener relación con el tratamiento del cuerpo y su purificación, mientras que, en el ámbito divino, fueron uno más de los lugares que constituían el mundo de los muertos.

Tras las divinidades dentro de sus capillas aparecen cuatro personajes enfrentados, representados sin brazos. En varias tumbas, como la de Rekhmire, Menkheperraseneb (TT 86) y Hekamaatranakht, son llamados “dioses de las grandes puertas”. El espacio entre el mundo de los vivos y el lugar donde reinaba Osiris estaba lleno de demonios y seres peligrosos. Los dioses de las grandes puertas estaban encargados de custodiar los diferentes accesos al mundo de los muertos, puertas, canales, encrucijadas, etc., lugares por los cuales, necesariamente, el difunto tenía que pasar.

Al final del primer registro se encuentran los dioses más importantes del repertorio funerario: Anubis y Osiris. La presencia de ambos dioses está justificada, ya que representan la etapa final del viaje del difunto. Después de haber atravesado el cielo en la barca solar, el difunto llega al límite donde comienza el Inframundo. Se adentra en él y sortea una serie de peligros, atraviesa las grandes puertas, visita a los dioses que habitan en la Duat y se purifica en sus estanques sagrados. Terminado el recorrido, es conducido por Anubis ante la presencia del gran juez, Osiris, quien le dará el permiso definitivo para la vida eterna.

Registro Medio: la purificación del cuerpo y el traslado en barca

Varios fragmentos de relieve hallados en la excavación del exterior de la tumba y otros en el suelo del pasillo contienen parte de la escena que representa a las plañideras. Las plañideras de Hery fueron realizadas al estilo característico del periodo de Amenhotep I y se repiten en la tumba de Reneni en el-Kab. La escena muestra a un grupo de mujeres sentadas en fila llevándose una de sus manos a la cabeza en señal de lamento. El episodio consiste en la despedida del difunto desde el lugar donde ha sido embalsamado. A continuación, se realizaba el traslado del ataúd en barca a través del río o de un canal. El cuerpo, en un ataúd antropomorfo, según la moda de la época, es transportado en la barca que encabeza la procesión, acompañado de sacerdotes y de dos mujeres que representan a Isis y Neftis, aquellas que cuidaron del cuerpo de Osiris y que actúan también como principales plañideras.

Algunos autores han querido ver en esta escena la influencia de las peregrinaciones que realizaba, supuestamente, el cortejo funerario de los reyes del Reino Antiguo a los principales centros religiosos del Delta, sobre todo Sais y Heliópolis, volviendo finalmente al cementerio de Buto. A partir del Reino Medio, este tipo de escenas se redujeron y se distanciaron del significado original y de la tradición, influyendo posteriormente en el Reino Nuevo.

Es importante recordar que todo lo que se conoce de este tipo de rituales proviene de las representaciones en las tumbas, lo que no significa que todos se llevaran a cabo de la misma forma, pudiendo consistir en un resumen de los diferentes actos realizados durante el enterramiento o, posiblemente, un acto “mágico” que, al ser representado, adquiría carácter de realidad.

Registro Superior: el traslado a la necrópolis

Una vez que las barcas han tomado tierra, el ataúd del difunto es colocado sobre un trineo tirado por bueyes. Ésta será la parte de la procesión funeraria que adquirirá mayor importancia dentro de la iconografía funeraria de las tumbas privadas, sobre todo durante la dinastía XVIII y la época ramésida. En este periodo se observa un amplio desarrollo de la representación del transporte del ataúd y del cortejo fúnebre que le acompaña.

El tekenu da comienzo a la escena del tercer y último registro. Dos hombres arrastran un trineo, sobre el que se representa una figura tapada con una especie de manto que deja ver su rostro. La función del tekenu dentro del ritual funerario es, hoy por hoy, desconocida, y son numerosas las interpretaciones que se han dado de la misma, algunas vinculadas al sacrificio ritual de animales o de personas. No obstante, no existen testimonios, ni escritos, ni arqueológicos, que lo demuestren. Las últimas hipótesis parecen apuntar a que aquellas partes del cuerpo que no eran depositadas en los vasos canopos durante el embalsamamiento eran guardadas en lo que se llamaba “tekenu”, e incluidas en el equipamiento funerario del difunto junto al resto de las vísceras. Juntos tenían el objetivo de descansar en la necrópolis, quizá cerca de la tumba del difunto, y por ello adquiría un valor importante dentro de la procesión.

El arrastre del ataúd hacia la tumba es uno de los temas más repetidos durante un amplio periodo de tiempo y, aunque el esquema es muy parecido en todas las épocas, evolucionan determinados aspectos estilísticos. Desgraciadamente, en la tumba de Hery no se ha conservado la parte de la escena que incluía el ataúd, pero sí el séquito que lo acompaña. Un grupo de hombres tiran de la soga que arrastra el ataúd, mientras otros hombres y mujeres levantan los brazos mostrando su tristeza, al igual que el determinativo que acompaña al verbo “lamentar” en egipcio antiguo.

Al frente de la procesión, un par de bueyes ayudan en el arrastre hasta llegar al lugar donde el séquito es recibido por los bailarines muu. Escenas como ésta se encuentran desde el Reino Antiguo y se conservaron durante el Reino Medio, tratándose, quizás, de una práctica verdadera en el ritual funerario. Un fragmento del relato de Sinuhé describe el desarrollo de un enterramiento en Egipto en la dinastía XII: “Una procesión ha sido organizada para ti el día de tu entierro. La caja es de oro y la máscara de lapislázuli, el cielo (estará representado) sobre ti cuando estés en una capilla portátil y bueyes llevándote y cantores al frente. La danza muu será realizada a la puerta de tu tumba” (Sinuhe B187-193).

Conclusión

La falta de textos que acompañen a las escenas de la procesión funeraria de Hery obliga a utilizar paralelos que sí los tienen para poder entender el significado iconográfico de las representaciones. La información obtenida en el estudio de otras tumbas ayuda también a encontrar una ubicación para aquellos fragmentos de relieve que se desprendieron de la pared y que se han encontrado tirados por el suelo en el interior de la tumba y en la excavación del exterior. A partir de este estudio, se puede señalar que Hery marca un puente de unión entre las composiciones del Reino Medio y las de la dinastía XVIII. Puente en el cual los aspectos iconográficos antiguos perviven mientras que otros se manifiestan por primera vez.

En el archivo del Griffith Institute de Oxford se conservan los squeezes, es decir, calcos de los relieves realizados presionando el papel con una esponja humedecida, que Wilhelm Spiegelberg realizó en 1895 de la pared oeste de la tumba de Hery, donde se conservan partes de la escena de la procesión funeraria ahora perdidas. Éstos, junto al estudio de las diferentes representaciones de la procesión funeraria en otras tumbas privadas, podrán ayudar a completar muchas de las lagunas que quedan hoy en el panel.