Informe campaña 2015

Decimocuarta campaña: 13 de Enero – 21 de Febrero

LA TUMBA-CAPILLA DE DJEHUTY (TT 11)

En la campaña de 2015, la epigrafista Lucía Díaz-Iglesias ha hecho grandes progresos en el estudio de los más de setecientos fragmentos que en época antigua se desprendieron del techo de la cámara sepulcral y que recuperamos durante su excavación. Uniendo los fragmentos entre sí, y éstos con partes del techo todavía in situ, se ha ido recomponiendo y completando el texto original del Libro de la Salida al Día de Djehuty, proporcionando una idea más exacta de la composición.

Mientras tanto, en la parte de arriba del monumento funerario, las labores de limpieza de los restauradores en el pasillo central de la tumba-capilla de Djehuty, han ido saliendo a la luz, de debajo de una finísima costra de barro, decenas de grafiti escritos en tinta roja y en escritura demótica. La restauradora Nieves López Meijueiro utiliza para ello un vibro incisor de ultrasonido, con magníficos resultados, tanto en la precisión, como en la rapidez de la limpieza. En 2015 se han descubierto nuevos grafiti en la pared derecha, y todavía saldrán más en la próxima campaña a medida que se avance en la limpieza de la pared izquierda del pasillo. Los grafiti fueron escritos por los sacerdotes encargados del ritual y almacenamiento de centenares de momias de animales, principalmente momias de ibis y halcones. Los epigrafistas Richard Jasnow y Tina di Cerbo, encargados de su documentación y estudio, los datan en el siglo II a. C.

El monumento funerario de Djehuty se prepara para su futura apertura al público, para lo cual hemos instalado un techo de metal de seguridad, una reja que, a la vez que protege de posibles desprendimientos de rocas del techo, permite ver a través el estado actual del techo original. En los extremos del falso techo metálico se han instalado tubos de luces LED que iluminan los relieves de las paredes de arriba abajo, produciendo un luz idónea para su contemplación. Además, así se evita tener los focos de iluminación y sus cables por el suelo del monumento. En la presente campaña hemos dejado listo el pasillo central y parte de la sala transversal, por lo que todo hace suponer que el año que viene quedará terminada la seguridad e iluminación de todo el monumento.

LA TUMBA-CAPILLA DE HERY (TT 12)

La excavación en el exterior, sobre el patio de entrada, permitió hace unos años la recuperación de unos ciento cincuenta fragmentos que se habían desprendido de las paredes del pasillo en época antigua. Gracias al trabajo de los epigrafistas determinamos de dónde procedían exactamente la mayoría de ellos. En 2015 el restaurador Miguel Ángel Navarro comenzó a recolocarlos en su sitio como parte de los trabajos de restauración del monumento. Se han recolocado en esta campaña treinta y cinco fragmentos, además de llevar a cabo la limpieza, consolidación y reforzamiento de las paredes, rellenando grietas con mortero elaborado con cal aérea.

El pasillo conduce directamente hasta la sala más interna, que es bastante amplia y tiene un pilar central. En una de las esquinas del fondo se abre la boca un pozo funerario que desciende siete metros medio. Al fondo del todo, se abren dos cámaras, una a cada extremo. La cámara oeste, que en su momento habría servido para albergar el ataúd y equipamiento funerario de Hery, estaba llena casi hasta el techo de paquetes de lino bien envueltos y atados, pero amontonados de cualquier manera y parcialmente quemados. La primera estimación elevaba la cifra de paquetes por encima de mil, y la primera inspección confirmó que éstos contenían momias de animales, principalmente ibis y halcones. Su extracción y análisis ha continuado durante la campaña de 2015 de la mano de Francisco Bosch, Salima Ikram y Megan Spitzer.

ENTERRAMIENTOS DE LA DINASTÍA XI POR DEBAJO DEL PATIO DE DJEHUTY

Durante la Sexta campaña de excavación, en 2007, abrimos una cata en mitad del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty, para conocer cómo se había rellenado el desnivel de la colina para ampliar el espacio horizontal delante de la fachada y entrada a la parte interna de su monumento funerario. Al año siguiente, hallamos un enterramiento intacto, en el que el ataúd había sido empujado dentro de una oquedad en la roca madre. La oquedad no era natural, sino que realmente era la parte de arriba de la sala transversal de una tumba-capilla tallada en la roca poco tiempo antes y cuya entrada se había roto y caído, dándole al agujero creado un aspecto de cueva. Tanto la tumba-capilla, como el enterramiento que reutiliza parte de su espacio interior, pueden fecharse a mediados de la dinastía XI, en torno al año 2000 a. C. En esa campaña, la séptima, sólo pudimos excavar la entrada y un lateral de la sala transversal porque la tumba-capilla se encontraba justo debajo de uno de los muros de adobe del patio de Djehuty, y no quisimos poner en riesgo su estabilidad. Justo a la entrada, caídas sobre el suelo atravesando el pasillo central, hallamos cinco vasijas de cerámica completas, lo que parecía indicar que el interior había quedado intacto desde poco después de haberse utilizado la tumba-capilla por primera vez.

Desde entonces, hemos estado diseñando y construyendo una base de metal para el muro de adobe de Djehuty que nos permitiera excavar por debajo, terminar de excavar la tumba-capilla de la dinastía XI que Djehuty pasó por encima y cubrió al ampliar su patio. El arquitecto Ignacio Forcadell, asistido por Joan Ivars y Carlos Cabrera se ocupó del diseño y ejecución. Finalmente, en la campaña de 2015, resuelto el problema, hemos podido seguir excavando y determinar la planta de la tumba-capilla. En el proceso, hallamos otras tres vasijas de cerámica y una bandeja de barro para hacer libaciones, completas y de muy buena calidad. Las cerámicas se hallaban caídas sobre el suelo y, al parecer, habían sido arrastradas por una fuerte corriente de agua que generó el estrato de arena fina de unos veinte centímetros en el que se encontraban.

SECTOR 10, AL SUROESTE DEL PATIO DE DJEHUTY

Cuando comenzamos las excavaciones en enero de 2002, a la izquierda del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty se levantaban las últimas casas del poblado moderno de Dra Abu el-Naga. El gobernador de Luxor, junto con el Consejo Supremo de Antigüedades, ordenaron y coordinaron su demolición en el invierno de 2006-07. Al año siguiente se concedió a la misión española la extensión del yacimiento a cambio de retirar los escombros amontonados en aquella zona. La excavación en el denominado “Sector 10” comenzó durante la campaña de 2011. Poco a poco, a unos tres metros por debajo del nivel sobre el que se levantaban las casas modernas, fuimos sacando a al luz parte de la necrópolis utilizada por la familia real y los cortesanos de la dinastía XVII, ca. 1650-1550 a. C.

Durante la campaña de 2015 hemos continuado excavando en este mismo área, en el Sector 10, de tan sólo unos veinte metros cuadrados, y siguieron saliendo a la luz más vasijas del gran depósito de cerámica del año 2012, que datan de finales de la dinastía XVII y comienzos de la dinastía XVIII. Además, descubrimos en las cuadrículas 4-X y 5-X parte de un muro de adobe de 0.92 m. de grosor, enlucido por uno de los lados, que probablemente formara parte de una estructura funeraria que todavía permanece enterrada al oeste del corte. Los adobes utilizados para su construcción miden 34 x 16 x 9 cm. En la próxima campaña recabaremos más información sobre la naturaleza de esta construcción.

Cinco metros más al norte, en la cuadrícula 5-Y, descubrimos la entrada de dos pozos funerarios contiguos y en paralelo. Su orientación es este-oeste y estaban separados por un tabique de roca de tan sólo medio metro de grosor. En la parte de arriba, la separación se rompió y desapareció, quedando los dos pozos enteramente conectados hasta una profundidad de unos cuatro metros. El pozo más al sur quedó inacabado a esa profundidad, debido a que cuando se empezó a abrir la cámara sepulcral en el extremo oeste, se irrumpió en la cámara del pozo vecino, abriéndole un agujero en el techo, y los trabajadores decidieron dejar de picar la piedra y abandonaron la tarea.

El pozo más al norte fue el primero que se talló y desciende hasta una profundidad de 5,30 m. La cámara sepulcral se abre en el extremo oeste y su suelo queda 1,20 m. más abajo que el fondo del pozo, con el propósito de que el ataúd descansara por debajo del nivel del suelo. El interior de la cámara terminó así teniendo una altura de 2,40 m. Su longitud es de 2,80 m. y la anchura 1,58 m., aunque la parte inferior de la cámara tiene sólo 1,20 m. de anchura, lo justo para encajar dentro el ataúd.

La cámara había sido saqueada en época antigua, y muy poco del probable equipamiento funerario original pudo recuperarse: pequeños fragmentos de madera pintados de blanco y con restos de inscripción en verde, que tal vez hubieran formado parte de una caja de vasos canopos; un collar de cuentas de barro; un peine de madera; una flor de loto también tallada en madera; y parte de una máscara de momia de cartonaje que se conservaba en mal estado. A pesar de ello, sobre el suelo y pegados a la pared derecha de la cámara, hallamos dos arcos y veinte flechas en muy buen estado. Los arcos, que conservan la cuerda de tripa o tendón de animal bien atada en los extremos, fueron tallados uno en madera de acacia y el otro en madera de tamarisco, y miden 1,69 m. y 1,74 m. Las flechas miden unos 72 cm de longitud, y fueron todas ellas elaboradas mediante una caña, por la que se introducía una vara de acacia para darle más peso y consistencia a la punta, que después se remataba pegando con goma un pequeño sílex afilado. Siete de las flechas se hallaban envueltas en un trozo de tela de lino algo gruesa y vasta, pero decorada mediante un relieve geométrico. Junto con ellas, había un pequeño vaso de calcita, ennegrecido en su interior, probablemente restos de kohl.

La datación precisa del conjunto es todavía incierta. Los saqueadores, además de unir los dos pozos, conectaron el del norte con una gran tumba que se abría a tan sólo medio metro de distancia, y partiendo del pozo sur abrieron una galería buscando conectar con otras tumbas que estuvieran próximas. Los pozos terminaron así formando parte de una gran galería subterránea, de planta algo compleja y errática.

A un metro de distancia hacia el norte, en la cuadrícula 5-Z, fuimos descubriendo la entrada a una gran tumba tallada en la roca madre de la colina. La entrada y algunos de los agujeros abiertos en época antigua fueron tapiados con ladrillos a comienzos del siglo XX, muy probablemente por el Servicio de Antigüedades. Pero, aún así, sobre la superficie del derrubio formado por tierra y piedras que cubre el suelo del interior, hallamos bolsas de plástico y papeles, uno de ellos fechado en el año 2004. Quedaba así claro que desde una de las casas del poblado moderno que fue derruido en 2006/07 accedieron al interior de la tumba a través de un agujero abierto en el techo. Aún así, la excavación de la tumba tiene un gran interés y posee un enorme potencial, pues los ladrones modernos probablemente no estaban en condiciones de mover demasiado los escombros y, por tanto, no tuvieron acceso al suelo original de pasillos y salas.

La planta de la tumba parece indicar que ésta data del Segundo Periodo Intermedio. El pasillo central está orientado este-oeste, y se encuentra parcialmente lleno de tierra y piedras, quedando el fondo bloqueado por la caída de escombro. El pasillo central tiene al menos 18 m. de longitud, 2 m. de anchura y 2,66 m. de altura junto a la entrada. La pared derecha, hacia la mitad, tiene un amplio vano que da acceso a una sala lateral, cuyo suelo está 1,10 m. por debajo del nivel del pasillo. La pared este de la sala tiene una apertura al nivel del suelo lo suficientemente amplia como para introducir un ataúd: 1,16 m. de altura y 1 m. de anchura. Se accede así a un pasillo de 2,5 m. de longitud, al fondo del cual se llega a una amplia sala bajando un escalón de, aproximadamente, medio metro de altura. La sala mide 6,30 x 2,5 m y 1,32 m. de altura, y da la impresión de ser una cámara sepulcral. Pero tal vez sea una antecámara, pues justo a la entrada, alineado con el pasillo antes mencionado, el suelo presenta un rehundimiento con las dimensiones de necesarias para descender un ataúd en horizontal: 2,5 x 1,10 m. Sólo cuando excavemos la sala, que actualmente está parcialmente llena de tierra y piedras, podremos saber si se trata de un pozo funerario.

Dentro de la sala, sobre el escombro que cubre el suelo, pueden identificarse a simple vista shabtis de la dinastía XXI, agrupados intencionadamente junto con fragmentos de ataúd de la dinastía XXII. Además, con ellos había un fragmento de una pequeña estela, que incluye la representación de una mujer de pie, y que tal vez pudiera datar de comienzos del Segundo Periodo Intermedio. En la zona del posible pozo, se encontraban dos bloques de piedra que pudieran ser significativos para determinar la propiedad del monumento: uno de ellos tiene tallado sobre uno de los lados parte de un serekh: la cola y las patas de un halcón en relieve rehundido y pintado, que reposa sobre un rectángulo vertical, dentro del cual se habría escrito el nombre de un rey, pero que, desafortunadamente, no se conserva. Un segundo bloque de arenisca conserva tallado y pintado la parte superior de un cartucho real, con el círculo del sol Ra perfectamente legible en su interior, pero el resto del nombre del rey perdido, por lo que su identificación no es todavía posible. Habrá que esperar a la excavación de la entrada y del interior de esta gran tumba para poder formular una hipótesis más sólida sobre su posible propietario.

Durante la campaña de 2015 excavamos a la entrada de esta gran tumba, y hallamos, en muy buen estado de conservación, gran cantidad de cerámica de la dinastía XIII, ca 1700 a. C., lo que parece proporcionar una fecha aproximada de su construcción y primera ocupación. Las vasijas, cuencos y platos fueron arrojados fuera por los saqueadores en época antigua, pero la mayoría de las piezas están completas, formando parte de un estrato que parece no haber sido alterado por los ladrones modernos, ni tampoco por el Servicio de Antigüedades cuando tapió la entrada a la tumba, pues colocaron la primera hilera de ladrillos sobre el suelo de entonces, de tierra, que estaba un metro por encima del suelo rocoso original.

SECTOR 10 NORTE

Al noroeste de la capilla de ofrendas del príncipe Intefmose, hallada en 2012 en la cuadrícula 9-Y, fue saliendo a la luz en la presente campaña una nueva capilla, también construida con adobes, pero de dimensiones mucho mayores. Las medidas de su planta son 4,40 x 3,90 m., siendo la fachada más ancha que la pared posterior (3,30 m.). Se conserva parte de los colores originales de las paredes. Poco tiempo después, la capilla fue ampliada por sus cuatro lados, de tal forma que parte de las numerosas vasijas que habían sido depositadas a su alrededor sobre el suelo quedaron cubiertas por las nuevas paredes de adobe. El depósito de cerámica, de claro carácter votivo, data de finales de la dinastía XVII o comienzos de la XVIII. Probablemente pueda y deba considerarse como parte del gran depósito descubierto y documentado en 2012 en el Sector 10 Sur –mencionado más arriba–, pues las vasijas son de tipología muy similar.

Junto al depósito de cerámica, hallamos un trozo de tela de lino muy arrugado, que resultó tener escrito en tinta negra parte del capítulo 149 del Libro de la Salida al Día. El texto está escrito en columnas, empleando signos jeroglíficos cursivos. Su datación provisional es de comienzos de la dinastía XVIII. En la misma zona se encontraba un shabti de madera y parte de su caja. La figurilla, de 17 cm. de altura, fue pintada de blanco y las facciones de la cara trazadas en negro. Por desgracia, le falta parte del cuerpo y, por tanto, de la inscripción que pudiera haber tenido. La tapa de la caja, sin embargo, sí conserva parte de la inscripción, escrita en beneficio del “ka del dignatario Ahmose […].” El texto está escrito con signos jeroglíficos grandes sobre la parte central ligeramente abovedad, con tinta negra y sobre fondo amarillo. El resto de la tapa, que mide 23,5 x 10 cm., se pintó en blanco y verde mide. La datación de nuevo corresponde a finales de la dinastía XVII o comienzos de la XVIII.

Continuando con la excavación hacia el noroeste, tocando con la extensión de la capilla de adobe que se acaba de describir, fue saliendo a la luz el patio de entrada a una nueva tumba-capilla de principios de la dinastía XVIII. Está orientado este-oeste, y mide 5,00 x 5,80 m., siendo el vano de la entrada de 1,17 m. Las paredes están construidas con adobes (35 x 17 x 9 cm) y tienen un grosor de 0,55 m. Las paredes laterales no son paralelas, al formar la izquierda un ángulo abierto con la fachada, probablemente para adaptarse mejor a la topografía y al camino que discurre a la izquierda del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty y que asciende hasta las tumbas-capilla ubicadas un nivel más arriba en la falda de la colina.

La fachada de la parte interna del monumento funerario está construida mediante dos lienzos de pared de adobes de 1,65 m. de grosor, separados entre si por un vano de entrada de 1,07 m. Lo más llamativo es, sin duda, la bóveda de adobes que se levanta un metro en mitad del patio, apoyada directamente sobre el suelo, y que conecta con la entrada de la parte interna del monumento. Todo parece indicar que fue construida para cubrir un agujero en el suelo del patio, que en origen podría haber sido el pozo funerario del propietario, pues las medidas se corresponden (2,30 x 1,10 m.). Mucho tiempo después, el pozo habría sido atravesado por una galería subterránea tallada en la roca que se abrió en dirección oeste desde la fachada y sala transversal de Djehuty, que se encuentra en un nivel más bajo de la colina, probablemente para conectar ésta con alguna otra tumba todavía por descubrir. Así, la bóveda se construyó en el mismo momento que esta galería, probablemente en época Tardía o Ptolemaica, para techar la parte de la galería que atravesaba el pozo y que, por tanto, quedaría si no a cielo abierto.

En la esquina sureste del patio, un conjunto de diecisiete conos funerarios de Djehuty salió a la luz en el transcurso de la excavación. Debieron arrojarse allí cuando la superestructura de la tumba-capilla de Djehuty, es decir, el recrecimiento de la fachada mediante mampostería, fue parcialmente derruido. Llama la atención el excelente estado de conservación de las improntas. Ocho de ellas pertenecen al sello de “supervisor del Tesoro y de los trabajos,” otras ocho al sello de “supervisor del ganado de Amón,” y una última tiene la superficie plana e ilegible. Adosada a la pared noroeste, se encuentra la pared del patio de entrada a otra tumba capilla, que tienen la misma orientación, prácticamente las mismas dimensiones, y que probablemente fuera construido sólo unos años después. Las paredes tienen también 0,55 m. de grosor. La fachada también está construida con adobes, sólo que esta vez están dispuestos imitando una “fachada de palacio.” Tiene 5,35 m. de anchura, 3,30 m. de altura y un grosor de 1,50 m. En el eje central, el vano de entrada a la parte interna del monumento tiene 1,10 m. de anchura y 2,20 m. de altura, con un arco de adobes como dintel y dos grandes losas de caliza colocadas a lo largo sobre el suelo, formando el escalón de entrada.

Muchos de los adobes caídos por el suelo del patio, pero también de los que se conservan in situ en la fachada (35 x 17 x 10 cm), conservan perfectamente legible la impronta de un gran sello rectangular que identifica al propietario de la tumba-capilla: “El escriba del rey Djehuty-nefer, justificado de voz.” Es significativo que Djehuty-nefer, a diferencia de sus colegas y vecinos, no tenga conos funerarios, lo que parece indicar que los propios adobes con impronta desempeñaban el papel de los conos, que se empotraban en la parte de arriba de la fachada dejando visible la base circular con la impronta para, entre otras funciones, identificar la propietario. Por ejemplo, Djehuty, el propietario de la tumba-capilla TT 11, ubicada justo debajo, debió tener más de trescientos conos con impronta.

La entrada a la tumba-capilla del escriba del rey y supervisor del Tesoro, Djehuty-nefer, fue descubierta por Jean François Champollion e Ipollito Rosellini en 1829, en el transcurso de su prospección epigráfica por la orilla oeste de Luxor. Según cuentan sus cuadernos de campo, no llegaron a excavar dentro del monumento, sino que simplemente se asomaron y anotaron que su interior estaba lleno de escombro y las paredes desprovistas de decoración. Sí despejaron la entrada, y hallaron caídos sobre el suelo las jambas y el dintel de la puerta de entrada. Rosellini se llevó de vuelta a Italia estas tres piezas, que en la actualidad se encuentran expuestas en el Museo Arqueológico de Florencia. Años después, la entrada a la tumba-capilla volvió a quedar enterrada y oculta, de tal forma que la egiptóloga Lise Manniche, en su monografía Lost Tombs: a Study of Certain Eighteenth Dynasty Monuments in the Theban Necropolis, publicada en 1988, la incluye en la lista de tumbas perdidas (TT A10).

El suelo del patio de entrada al monumento funerario de Djehuty-nefer no está tallado en la roca de la colina, sino que está formado por arena endurecida (dakka) y mortero. A la entrada del patio, por debajo del nivel del suelo, puede verse parte de un depósito de cerámica (UE 197) de comienzos de la dinastías XVIII. Las vasijas debieron formar parte de las ofrendas realizadas durante el funeral y enterramiento de un individuo años antes en esta misma zona. Esta circunstancia muestra cómo los monumentos se suceden y físicamente se solapan unos con otros en un breve lapso de tiempo, pasando por encima y cubriendo ofrendas recién depositadas sobre el suelo, o atravesando y rompiendo las partes más expuestas de monumentos construidos tan sólo unos años antes. La excavación de la campaña de 2015 en el Sector 10 Norte ha sacado a la luz la sucesión de tumbas-capilla que conforman el “segundo piso”, es decir, las que se ubican por encima de las de Djehuty, -399- y Hery, junto con la vía de acceso que asciende hasta ellas y las comunica. Se consigue de esta forma una visión, hasta la fecha podría decirse que casi excepcional, de parte del urbanismo de la necrópolis.

AGRADECIMIENTOS

El Ministerio de Antigüedades de Egipto ha estado en todo momento dispuesto a colaborar en el buen desarrollo del proyecto, por lo que estamos muy agradecidos al Ministro, Dr. Mamdouh Eldamati, así como a Hani Abo El-Azm, Secretario del Comité Permanente y Asuntos de Misiones Extranjeras. En Luxor, como ha venido siendo la norma desde los comienzos del proyecto, las autoridades responsables nos han prestado generosamente su ayuda, en particular Abdelhakim Karrar, Director General de Antigüedades en el Alto Egipto, Sultan Eid, Director General de Antigüedades en Luxor y a Taalat Abdel-Azziz, Director del Departamento de Antigüedades en la orilla Occidental.

En la presente campaña hemos tenido como Inspector en el yacimiento a Heba Sayed, quien ha desempeñado sus funciones con celo y gran sentido de la responsabilidad.

El capataz de la misión, el rais Ali Farouk el-Qiftauy, como en años anteriores, ha organizado perfectamente a los trabajadores, y ha estado muy pendiente de los trabajos de excavación y conservación. Sin duda, reúne las cualidades que debe tener un buen capataz de una misión arqueológica. Durante la campaña contratamos a 100 trabajadores locales. Todos ellos han trabajado muy duro y con sumo cuidado, por lo que estamos muy satisfechos y agradecidos.

La 14ª Campaña arqueológica del “Proyecto Djehuty” ha estado financiada generosamente por Unión Fenosa Gas, con la colaboración del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A todos ellos les estamos muy agradecidos, pues sólo gracias a su apoyo y ayuda el proyecto puede llevarse a cabo.

Equipo:

Galán, José M. (Dr.). Egiptólogo, director proyecto
Serrano, José Miguel (Dr.). Egiptólogo, arqueólogo
Bosch, Francisco (Dr.). Egiptólogo, arqueólogo
Francisco Borrego (Dr.). Egiptólogo, arqueología
Jiménez Higueras, Mª Ángeles. Egiptóloga, arqueóloga
García Fernández, Mª Gudelia. Egiptóloga, arqueóloga
Diego Espinel, Andrés (Dr.). Egiptólogo, epigrafista
Borrego, Francisco L. (Dr.). Egiptólogo, epigrafista
Díaz-Iglesias, Lucía (Dr.). Egiptóloga, epigrafista
Jasnow, Richard (Dr.). Egiptólogo, epigrafista, demotista
Di Cerbo, Christina. Egiptóloga, epigrafista, demotista
Barahona, Zulema. Egiptóloga, ceramista
Ayad. Ceramista
Walker, Roxie. Antropóloga física, paleopatóloga
Ikram, Salima (Dr.). Antropóloga física, momias
Megan Spitzer. Zooarqueóloga, aves
Latova, José. Fotógrafo
Cabrera, Carlos. Arquitecto, dibujante
Ivars, Juan. Arquitecto, topógrafo
Forcadell, Ignacio. Arquitecto, restauración
Rodríguez Frade, Mª Pía. Restauradora, dibujante
López Meijueiro, Nieves. Restauradora
Navarro, Miguel Ángel. Restaurador
Saadi Zaki. Restaurador
Khaled Mohamed Uasem. Restaurador
Mohamed Ahmed Salam. Restaurador