Informe campaña 2014

Decimotercera campaña: 13 de Enero – 23 de Febrero

AGRADECIMIENTOS

El Ministerio de Antigüedades de Egipto ha estado en todo momento dispuesto a colaborar en el buen desarrollo del proyecto, por lo que estamos muy agradecidos al Ministro, Dr. Mohamed Ibrahim, al Dr. Mohamed Ismail y a Hani Abu el-Azm, Directores del Comité Permanente y Asuntos de Misiones Extranjeras. En Luxor, como ha venido siendo la norma desde los comienzos del proyecto, las autoridades responsables nos han prestado generosamente su ayuda, en particular Abdelhakim Karrar, Director General de Antigüedades en el Alto Egipto, Ibrahim Suleiman, Director General del área de Luxor, y el Mohamed Abdel-Aziz, Director del Departamento de Antigüedades en la orilla Occidental de Luxor.

En la presente campaña hemos tenido como Inspector en el yacimiento a Mohamed Khalil, quien ha desempeñado sus funciones con celo y gran sentido de la responsabilidad.

El capataz de la misión, el rais Ali Farouk el-Qiftauy, como en años anteriores, ha organizado perfectamente a los trabajadores, y ha estado muy pendiente de los trabajos de excavación y conservación. Sin duda, reúne las cualidades que debe tener un buen capataz de una misión arqueológica.

Durante la campaña contratamos a 110 trabajadores locales. Todos ellos han trabajado muy duro y con sumo cuidado, por lo que estamos muy satisfechos y agradecidos.

La 13ª Campaña arqueológica del «Proyecto Djehuty» ha estado financiada generosamente por Unión Fenosa Gas, con la colaboración del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A todos ellos les estamos muy agradecidos, pues solo gracias a su apoyo y ayuda el proyecto puede llevarse a cabo.

INTRODUCCIÓN

El «Proyecto Djehuty» ha estado trabajando desde enero 2002 a los piés de la colina de Dra Abu el-Naga, en el área central donde se encuentran los monumentos funerarios de Djehuty y de Hery (TT 11-12). Hery vivió a comienzos de la dinastía XVIII, bajo los reinados de Ahmose y de Amenhotep I. Desempeñó la función de «supervisor de los graneros de la esposa real y madre del rey Ahhotep». Podría haber estado emparentado con la familia real a través de su madre, que es calificada en las inscripciones como «adorno del rey». Parte de su monumento (ca. 1510 a. C.) está excavado en la roca de la colina y las paredes están talladas en relieve de gran calidad. Djehuty debió vivir unos cincuenta años después, desempeñando la función de «supervisor del Tesoro» y «supervisor de los trabajos» realizados por los artesanos y los orfebres de la reina Hatshepsut. Las paredes interiores de su monumento (ca. 1460 a. C.) también fueron decoradas en relieve, incluso la fachada y parte del muro izquierdo del patio de entrada.

El patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty es más largo de lo habitual, pues los muros laterales tallados en la roca de la ladera se prolongan con adobes, que alcanzan 3 m. de altura junto a la fachada y terminan 34 m. más allá en un par de pilonos de 0,68 m. de altura. A media distancia, el muro izquierdo hace un inesperado quiebro hacia el interior, hacia la derecha, rompiendo con la estética rectilínea de la arquitectura egipcia. La causa de ello pudiera ser la presencia en su trayectoria de una estructura de adobe que, a pesar de su pequeño tamaño, pudiera haber sido considerada suficientemente relevante como para que los trabajadores de Djehuty la respetaran y evitaran dañarla.

Cuando el poblado moderno de Dra Abu el-Naga fue enteramente demolido en el invierno de 2006/07 y su población realojada en casas nuevas en el pueblo vecino de New Gurna, la misión arqueológica española solicitó y obtuvo del Consejo Supremo de Antigüedades la extensión del yacimiento a la izquierda, es decir, al suroeste del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty. Una vez retirado el escombro y la zona despejada, en enero 2011 comenzó la excavación en lo que se denominó «Sector 10». En las cuatro campañas anuales llevadas a cabo desde entonces, a tres metros por debajo del nivel del suelo de las casas modernas, fueron saliendo a la luz enterramientos de la dinastía XVII (ca. 1650-1550 a. C.), constituidos por un pozo funerario y una capilla de adobe para realizar las ofrendas, pero también ataúdes simplemente dejados sobre el suelo sin ningún tipo de protección, y depósitos votivos de vasijas de cerámica de esta misma época. El hallazgo de parte de la necrópolis utilizada por miembros de la familia real y altos dignatarios de la corte de la dinastía XVII ayuda a aproximarse e identificar posibles causas que pudo barajar Djehuty en la elección de ese lugar para la ubicación de su monumento funerario, quinientos metros más al norte de la mayoría de sus colegas, oficiales de la administración de Hatshepsut y Tutmosis III, quienes se hicieron enterrar al sur de Deir el-Bahari, entre la llanura de el-Asasif y la ladera de Sheikh abd el-Gurna.

POZO FUNERARIO UE 1010

La pequeña estructura de adobe que posiblemente fuera la causa de la desviación del muro de Djehuty acabó siendo la señalización y capilla para las ofrendas en provecho de la(s) persona(s) enterradas en la cámara sepulcral del pozo que se abre justo en frente, un metro al suroeste. El pozo fue saqueado en época antigua y es por ello que parte del material asociado a su primer ocupante fue hallado fuera, arrojado dentro de la capilla, alrededor del brocal, pero también al fondo del todo. Los objetos con inscripción, seis figurillas de madera (shabtis) y dos trozos de tela de lino, mencionan el nombre de Ahmose o Ahmose-Sapair. Uno de los shabtis fue hallado durante la última campaña al fondo del pozo, con el nombre de Ahmose escrito en grande sobre la parte delantera, con la peculiaridad de que el signo de la luna (Ah) mira hacia arriba (y no hacia abajo como en los dem´s casos) y va precedido por la figura de un hombre de pie, apoyado en un bastón de mando, que probablemente haya que leer como el logograma wr o sr, traducido como «oficial», «noble», «jefe» o «cortesano».

Las pruebas circunstanciales (que no concluyentes) parecen indicar que el complejo funerario perteneció a Ahmose-Sapair. Ello no quiere decir que necesariamente se trate del renombrado y venerado príncipe Ahmose-Sapair, pues pudiera tratarse de un contemporáneo suyo (o ligeramente posterior) con ese mismo nombre. El asunto necesita ser investigado con mayor detenimiento.

El brocal del pozo fue construido en adobe, descendiendo 1,90 m. hasta alcanzar la roca madre. Parece que los ladrones recrecieron las paredes del pozo mediante hileras de adobes sin mortero de unión, tratando de frenar la caída de arena al interior. La cerámica Saita hallada arriba del todo pudiera indicar la datación del saqueo (ca. 650 a. C.). La boca del pozo mide 2,54 x 0,82 m., y desciende hasta 5,70 m. de profundidad. Abajo, en el extremo este, se abre una pequeña cámara sepulcral que queda justo por debajo de la capilla de ofrendas. La cámara mide 2,55 x 1,50 m., teniendo una altura de 1,20 m.

Restos humanos se hallaron esparcidos por todo el suelo, parcialmente envueltos en lino. Pueden identificarse un mínimo de tres infantes y tres adultos. Entre ellos se halló un cuchillo/a de bronce, elemento común en los ajuares de esta época como instrumento de aseo y belleza personal. También se halló un peine de madera, dos mangos de espejo (uno de ellos con el borde de bronce), flechas de junco y acacia, casillas rectangulares de marfil de un juego de mesa, cuentas de fayenza, parte de un collar elaborado con hojas de palma, un cuenco incompleto de cerámica tipo Kerma y la mitad superior de una gran vasija de cerámica rojiza con una banda compuesta por una secuencia de triángulos invertidos pintados de negro alrededor del cuello. En una esquina del fondo del pozo se encontró un fragmento de piedra caliza (24 x 14,5 x 8 cm.), decorado en relieve pintado, mostrando a tres hombres en procesión calificados como «seguidores del rey» e identificados como Djehutyhotep, Wuadjmose y Amondediu. Es curioso cómo el artista, para romper la monotonía, va progresivamente acortando la longitud de sus faldellines.

POZO FUNERARIO UE 1005

El pozo funerario que se abre dos metros al sureste fue también saqueado en la antigüedad, y puede asumirse que la cerámica hallada a su alrededor, que data de la dinastía XVII o comienzos de la XVIII, fuera en su día depositada en su interior. La boca mide 2,46 x 0.85 m. El brocal se remató con hileras de adobes que se apoyan sobre la roca madre. La profundidad es de 5,50 m., con dos cámaras funerarias enfrentadas. La del extremo oeste se abre a 0,80 m. del suelo y mide 2,80 x 1,50 m. Se dejó inacabada, por lo que la mitad interior tiene una altura de 1,10 m. y la mitad exterior 1,60 m. A la entrada, se halló un escarabeo de esteatita, con una inscripción sobre el chatón: «El hijo del rey del Alto y Bajo Egipto». Por desgracia, ignoramos el nombre de este príncipe de la dinastía XVII. Al fondo de la cámara, se hallaron un par de vasijas completas, junto con fragmentos de ataúd pintados, una pequeña cestita y el cráneo de un adulto.

La cámara este tiene un escalón de entrada de 0,30 m., mide 2,75 x 1,70 m. y tiene una altura de 1,30 m. El suelo estaba cubierto por un amasijo de cuerpos desmembrados, incluyendo cinco cráneos. Al fondo del todo, se halló un pequeño tintero de cerámica con una tela de lino pegada por fuera, y parte del pincel que todavía conservaba atado un fino cordel, y un pequeño vaso de calcita con una telita atada por un cordel al cuello para mantener la tapa colocada en su sitio, además del aplicador para el contenido, supuestamente kohl. La pared sur de la cámara hace un ángulo donde los canteros chocaron con otra tumba a tan sólo 0,25 m. al sur. El agujero que abrieron por accidente mide 0,60 x 0,50 m. y a través de él se puede acceder al interior de la otra tumba, una enorme galería subterránea.

TUMBA UE 1008 DE LA DINASTÍA XI

Por el tamaño y planta de la galería, desde el primer momento parecía claro que debía tratarse de una tumba de la dinastía XI, que probablemente pertenecería a un miembro de la familia real o a un alto dignatario de la corte. Es similar a algunas de las tumbas excavadas por Howard Carter en el área de el-Birabi, al sur de Dra Abu el-Naga, y por en los años 70′ por Dieter Arnold en la zona de el-Tarif, al norte. La entrada no puede alcanzarse desde dentro debido a que los escombros llegan hasta el techo en esa zona, y tampoco puede verse desde fuera porque todavía permanece enterrada bajo dos o tres metros de tierra. El pasillo está muy bien tallado y mide al menos 20 m. de longitud, 2 m. de ancho y 2 m. de alto. Al final, el pasillo hace un quiebro hacia la derecha de unos 50º y comienza a descender casi otros 20 m. hacia la cámara sepulcral, pasando a través de una antecámara. Ambas están muy bien talladas, estando el suelo de la última cubierto por grandes bloques de piedra.

El suelo del pasillo y de la rampa descendiente está cubierto por restos humanos desmembrados, parcialmente envueltos en lino. La cerámica visible en superficie puede datarse en la dinastía XVII o comienzos de la XVIII, lo que parece indicar que la tumba fue entonces reutilizada, igual que ocurriera con otras tumbas de esa misma época.

Hace seis años, en febrero de 2008, la misión española descubrió un humilde pero intacto enterramiento de la dinastía XI, que incluía un ataúd rectangular pintado de rojo y decorado con una banda de signos jeroglíficos policromados, y acompañando a la momia tres bastones de mando, un par de arcos y un grupo de flechas. El conjunto se encuentra hoy expuesto en el Museo de Luxor. Este último hallazgo documenta la presencia de monumentos funerarios relevantes de la dinastía XI en Dra Abu el-Naga, y ayuda a entender mejor la presencia aquí de tumbas-capilla de las dinastías XVII y XVIII.

POZO FUNERARIO UE 1007

La boca de otro pozo funerario salió a la luz 10 m. al suroeste del patio de Djehuty. Mide 3,05 x 1,60 m, y por dentro 2,60 x 0,95 m. El brocal está construido con adobes sólidos (29 x 15 x 10 cm.), unidos por una densa capa de mortero blanquecino. El extremo norte recorta 0,45 m. la roca madre, que luego se rellenó con adobes dispuestos a lo largo. En el extremo sur las hileras de adobe descienden 0,98 m. hasta alcanzar y apoyarse en la roca madre. Por dentro del pozo, los adobes están recubiertos por una capa de mortero blanquecino. La roca del resto del pozo queda a la vista, con la superficie rugosa, pudiéndose observar en el lateral oeste tres agujeros alineados verticalmente y separados entre sí medio metro, para facilitar la bajada y subida.

El lado este del brocal está parcialmente roto, encontrándose parte de los adobes que faltan en el interior, a 0,30 m. de profundidad. En este mismo nivel se halló un mechón de pelo atado con una cuerdecita, probablemente para ser utilizado como una extensión. A 1,80 m. de profundidad apareció un nuevo nivel de adobes caídos, y a 2,55 m. parte de un shabti de barro cocido, muy erosionado, que data del Tercer Periodo Intermedio, probablemente la dinastía XXI. A 3,20 m. de profundidad, salió a la luz la mitad izquierda de una figurilla de madera que representa a una mujer con el pelo recogido bajo un pañuelo-khat, abombado y con un extremo cayendo por la espalda. Está arrodillada, sentada sobre sus talones, con los brazos flexionados hacia adelante. Muy probablemente deba identificarse con la diosa Isis o Neftis. La talla es de buen calidad, cubierta con una fina capa blanquecina y con restos de pan de oro en el rostro, orejas y cuello. El vestido está delineado en rojo. La datación más plausible es en el Tercer Periodo Intermedio, lo que encaja bien con el shabti hallado más arriba. Estos dos objetos parecen indicar que el pozo fue vaciado y vuelto a rellenar en ese periodo.

El pozo tiene una profundidad de 3,80 m., y el suelo está ligeramente inclinado hacia el extremo sur, donde se abre la cámara sepulcral. La entrada tiene 1,35 m. de altura y ocupa toda la anchura del pozo. Se encontraba cerrada hasta arriba por adobes, algunos de ellos medio rotos y apilados de cualquier manera, sin mortero de unión, pero con alguna piedra de mediano tamaño y tierra suelta entre ellos. Las medidas de los adobes son: 33/31 x 15 x 9/7 cm.

Cuando se había retirado la mitad superior del cierre, apareció un fragmento de caliza con inscripción (28 x 28 x 12 cm). Parece ser la esquina superior derecha de un elemento arquitectónico tallado por ambos lados. La inscripción recorre el dintel y la(s) jamba(s) que enmarcan un pequeño arco. Los signos son incisos y han sido rellenados con una pasta de color azul, mientras que las líneas limítrofes son rojas. El pasaje que se conserva del texto dice así: «[…] Ptah-Sokar-Osiris señor de Abidos, que él otorgue incienso y ungüentos, y todo tipo de cosas apropiadas y puras [de las que] vive [un dios…]». La paleografía puede considerarse característica de la dinasíía XVII.

El bloque de caliza se había colocado horizontalmente, para formar parte de la base del murete de cierre de adobes, descansando sobre el derrubio que formaba el estrato inferior que rellenaba el pozo y que cae dentro de la cámara sepulcral. Así, el cierre no se levanta sobre la roca del suelo, como sería lo esperable, sino sobre medio metro de tierra y piedras, lo que indica que en el momento del cierre de la cámara el pozo no estaba enteramente vacío y, por tanto, que el cierre no era parte del enterramiento original, sino de una reutilización posterior del pozo. ¿Cuándo ocurrió esto último? Teniendo en cuenta los objetos hallados en la excavación del pozo, probablemente ocurriera en el Tercer Periodo Intermedio.

La cámara sepulcral mide 2,80 x 1,40 m. La pared del fondo fue alisada, pero las laterales y el techo quedaron toscas; el techo incluso ligeramente abovedado e inclinado, siendo la altura de cámara 1,85 m. junto a la entrada y al fondo 1,40 m. El suelo de toda la cÁmara fue rebajado medio metro, probablemente con el propósito de que al depositar dentro el ataúd sólo quedara visible su tapa.

El derrubio que colmataba el pozo entró en la cámara sepulcral llenándola hasta media altura. Junto a la entrada, entre pequeñas lascas de piedra caliza y tierra suelta, había numerosos adobes fragmentados que debieron formar parte del primer cerramiento. También había mezclados fragmentos de arenisca, algunos de ellos conservando restos de decoración polícroma y otros con restos de inscripción incisa. Uno de ellos muestra parte de la cabeza de un monarca tocado con la corona blanca y un uraeus en la frente. Junto a él, precedido por el epíteto ntr-nfr, «el bueno dios», el cartucho que enmarca el nombre real y que incluye los signos ra y nb, pero al que le faltan uno o más signos. La opción más plausible es nb-[hpt]-ra, el nombre de entronización de Montuhotep II, primer rey de la dinastía XI, la primera dinastía tebana del antiguo Egipto, que da comienzo al denominado Reino Medio (ca. 2000 a. C.). Bajo el reinado de Montuhotep II, es cuando comienzan a explotarse las canteras de arenisca de Gebel es-Silsilah y Shat er-Rigal, extendiéndose entonces el uso de arenisca en los monumentos reales y privados de Tebas. Este pequeño hallazgo, podría ser indicio de la existencia de un monumento relevante, tal vez real, de época de Montuhotep II en Dra Abu el-Naga.

Sobre el medio metro de derrubio que cubría el suelo de la cámara sepulcral, descansaba a lo largo del eje central un ataúd antropomorfo tipo «rishi» todavía cerrado. Había sido enpujado dentro sin importar que estuviera medio llena de derrubio, pero, a la vez, la operación se había llevado a cabo con cuidado para no dañarlo, para no despintar la decoración y para no rozar las delicadas facciones de la cara moldeada sobre la tapa. A su alrededor no se halló ni una sóla pieza del equipamiento funerario. Esta inusual circunstancia, junto con el hecho de que el ataúd descansara no sobre el suelo de la cámara, sino sobre derrubio, induce a pensar que este no fue su enterramiento original, sino que el ataúd fue traído hasta aquí desde otra tumba y que el pozo había sido previamente vaciado y se encontraba medio lleno cuando esto ocurrió.

Se desconoce por el momento cuál podría haber sido la tumba original del ataúd, aunque puede asumirse que debió estar muy cerca. Las circunstancias alrededor de su traslado y re-enterramiento en el pozo donde fue hallado son difíciles de reconstruir. Por los objetos hallados en la excavación del pozo, podría haber tenido lugar durante el Tercer Periodo Intermedio. En este caso, podría asociarse con el saqueo de la necrópolis hacia el final de la dinastía XX, la inspección llevada a cabo por los sacerdotes de Amón y documentada en el papiro Abbott, en el año 16 de Ramsés IX, ca. 1113 a. C., incluyendo las tumbas más notables de Dra Abu el-Naga, y la posterior reorganización y traslado de ataúdes a lugares más seguros durante la dinastía XXI y Tercer Periodo Intermedio.

EL ATAÚD TIPO RISHI DE NEB

El ataúd mide 2,00 x 0,50 x 0,41 m. La caja está tallada en un solo tronco de sicomoro, dejando un hueco en el interior de 1,84 x 0,42(hombros)/0,30 m. (pies). El interior se dejó natural, tosco, mientras que la parte exterior, incluyendo los extremos y la base, se recubrió con una fina capa de mortero blanquecino que luego fue enteramente pintada de negro (el color asociado con la resurrección, al evocar la tierra fértil y, por tanto, al dios Osiris). El borde superior de la caja que queda visible tiene restos de pintura roja, además de tres «galletas» horadadas a cada lado y que encajan con sus correspondientes retallados en el borde de la tapa, la cual quedaría fija a la caja tras atravesar el grosor de la tapa con una clavija.

La tapa del ataúd reproduce la momia del difunto, con las piernas, pies, brazos y manos envueltos junto con el cuerpo, dejando sólo visible la cara. Está tallada partiendo de un solo tronco de sicomoro, salvo los pies y la cabeza, que están unidos al restos mediante una capa de mortero blanquecino, visible por dentro. La cara, incluyendo las orejas, labios y la nariz, están moldeadas en un mortero muy fino de cal o yeso. La piel se ha pintado de amarillo pálido y los ojos están pintados como si fuera vidriado. La línea de los ojos está pintada de verde aludiendo al kohl que se utilizaba con fines profilácticos y estéticos desde época antigua. También de color verde se pintó la franja visible de pelo y la estrecha barba que recorre el mentón. No hay indicios de que llevara la barba falsa que lucen otros ataúdes de la época.

El exterior de la tapa fue recubierto con una fina capa de mortero blanquecino, sobre la que se aplicó la policromía. La decoración pretende reproducir las plumas de un ave, tal vez en la que se convierte el espíritu del difunto, su esencia como individuo (el «ba»), en su viaje y existencia en el más allá. También podrían aludir las plumas a las alas de una diosa que protege al difunto abrazándole por detrás. Este tipo de decoración se denomina «rishi» que es la palabra árabe para referirse a las «plumas».

Se representan tres tipos diferentes de plumas, y el pecho la momia del difunto se adorna con un ancho collar-usekh enganchado al sudario mediante dos Ojos de Horus o cabezas de halcón. A la altura de los tobillos el artista deja un espacio sin cubrir por las plumas, que aprovecha para representar las vetas de la madera del ataúd mediante círculos concéntricos en rojo, con una maya de cuentas de fayenza extendida por encima como las que se colocaban sobre el sudario de las momias.

En el eje central de la mitad inferior de la tapa se superpone una franja vertical amarilla, sobre la que se ha escrito un texto en color verde/azul turquesa. Los signos jeroglíficos se han trazado con un pincel grueso y no están contorneados por una línea negra, por lo que algunos de ellos adoptan formas peculiares y la inscripción no destaca excesivamente sobre el fondo. El texto consiste en una breve fórmula de invocación de ofrendas:

«Una prerrogativa que el rey concede y (también) Osiris señor de Abidos, que otorgue una invocación de ofrendas de ungüentos e incienso, carne de vacuno y ave, alabastro y lino, ungüentos e incienso, todo tipo de alimentos y todo lo apropiado y puro de lo que vive un dios, (para) el ka del osiris Neb».

El texto y la decoración del ataúd de Neb tiene características comunes con (a) el ataúd-rishi de «Teti, comandante de la tropa de gobernante», hallado en algún lugar de Dra Abu el-Naga y guardado en el Museo de El Cairo al menos desde 1913 (con el número TR 19.11.27.5), y también con (b) el ataúd-rishi hallado por Luigi Vasalli el 23 de diciembre de 1862 en Dra Abu el-Naga y al que asignó el no. 71. A su vez, la decoración de estos tres ataúdes privados tiene elementos en común con el ataúd del rey de la dinastía XVII llamado Nub-kheper-ra Intef, hallado en Dra Abu el-Naga por Giovanni d’Athanasi en 1827 y hoy en exhibición en el Museo Británico (EA 6652). El ataúd de este monarca puede servir para fechar con mayor precisión los tres ataúdes privados. Por otra parte, la pirámide de la tumba del rey se halla a 110 m al noreste del pozo donde fue hallado el ataúd de Neb, por lo que los ataúdes también parecen haber estado próximos en el espacio.

LA MOMIA DE NEB

La momia de Neb fue zarandeada dentro del ataúd, al moverse éste en el traslado y descenso por el pozo hasta alcanzar la cámara sepulcral. Así, el cuerpo se apoya sobre el lado izquierdo, con la cabeza descansando sobre el hombro izquierdo y la pierna izquierda flexionada. El cuerpo está cubierto por un sudario de lino de tono claro, atado a los tobillos. Vendas más oscuras envuelven por separado cada uno de los miembros. Parece que sólo hay cuatro capas de vendas sobre el cuerpo. No se conserva piel, los huesos se ven bastante limpios y permanecen en su lugar a pesar de estar sueltos. No está claro si el cuerpo llegó a eviscerarse o no. Para la conservación del cuerpo se usaron ungüentos y resinas.

El cuerpo, en su posición actual, mide 1,65 m. de altura. El cráneo y sacrum son característicos de un individuo masculino. Antes de su fallecimiento había perdido varios dientes, y los restantes están bastante desgastados, lo que indica una edad en torno a los 45 años. El análisis de sus vértebras también reflejan un hombre que ya no puede ser considerado joven. No presenta indicios de haber llevado una vida especialmente dura físicamente.

ENTERRAMIENTO DE UN NIÑO DE 11 AÑOS

A tan sólo 37 cm. por encima del brocal del pozo funerario de Neb, y a esa misma distancia de su esquina noroeste, un ataúd de madera antropomorfo fue hallado sobre el suelo, sin ningún tipo de protección por encima y sin una sola pieza de equipamiento funerario a su alrededor. Un agujero fue excavado en el suelo para dejar dentro el ataúd apoyado sobre su costado izquierdo, con la cabeza hacia el sur y mirando hacia el oeste. Se encajaron algunas piedras de mediano tamaño y adobes a la espalda del ataúd para mantenerlo de lado y evitar que rodara. Junto al ataúd se hallaron trozos de un cordel muy bien trenzado que probablemente se utilizara para atar y mantener unida la tapa a la caja. Sin embargo, no cumplió bien su función, pues había una apertura de 1 cm., por donde entró bastante tierra, acumulándose sobre todo en el extremo de la cabeza.

La madera del ataúd ha sufrido por la humedad, perdiendo el extremo de los pies. Debía medir 1,20 m., pero las dimensiones actuales son 0,90 x 0,29 x 0,25 m. El interior de la caja tiene 0,22 m. de ancho al nivel de los hombros. El ataúd fue tallado de un sólo tronco de sicomoro. El tocado cuadrado, las facciones angulosas y el pecho hinchado, sin la menor indicación de los hombros o brazos cruzados, recuerda a las figurillas o shabtis de madera comunes en enterramientos de la dinastía XVII y comienzos de la XVIII en la zona de Dra Abu el-Naga. A pesar de no haber sido decorado, ni siquiera blanqueado con una capa de lechada, el ataúd puede clasificarse como del tipo «rishi».

El cuerpo fue depositado dentro de la caja sobre el costado derecho. Puesto que el ataúd fue luego depositado sobre el costado izquierdo, el cuerpo acabó descansando sobre la espalda y mirando hacia arriba. Una estera cubría sus tobillos, abdomen y parte del torso. Los miembros no fueron envueltos por separado, y trozos de tela se depositaron sobre el cuerpo para otorgarle mayor complexión y protección. Alrededor del cuerpo al menos hay siete capas de lino de distinta calidad, quedando visible la mejor, que parece actuar como sudario. La cabeza, que suele ser la parte del cuerpo más protegida, sin embargo sólo está cubierta por cinco capas de tela. Se conserva algo de pelo sobre el cráneo.

Algunos huesos se hallaron fuera de su lugar (una vértebra a los piés). A pesar de faltarle algunas vértebras, puede calcularse que debería medir 1,30 m. de altura. El cuerpo pertenece a un niño. Su dentición parece indicar que tenía once años de edad cuando falleció, por causas desconocidas hasta el momento. No presenta ninguna caries y su salud dental era buena. Algunas partes del cuerpo presentan una coloración amoratada debido a la presencia de un hongo.

El ataúd del niño fue hallado intacto, aparentemente sin haber sido tocado ni visto por el grupo que re-enterró el ataúd de Neb en el pozo a menos de medio metro de distancia, en algún momento durante el Tercer Periodo Intermedio. Así, su hallazgo muestra claramente cómo el área se ha conservado intacta desde época antigua. Sorprendentemente, tampoco las casas del poblado moderno de Dra Abu el-Naga que se levantaban en la zona hasta el invierno de 2006/07, 3 m. por encima del ataúd del niño, parecen haber alterado esta parte de la necrópolis.

Tras cuatro años de excavaciones al suroeste del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty (TT 11), en el Sector 10, parece claro que Djehuty eligió este lugar con el propósito de que su monumento funerario quedara en medio de la necrópolis de la familia real y altos dignatarios de la dinastía XVII y comienzos de la XVIII. A su vez, éstos se hicieron enterrar en un área ya ocupada por tumbas de la dinastía XI y XII. Indudablemente, cada enterramiento es interesante en sí mismo, pero la relación entre ellos y su contexto arqueológico los hace todavía más relevantes. Su estudio integral permite acercarse a las costumbres funerarias, a la organización y uso de la necrópolis en un determinado momento, ca. 1600 a. C., además de documentar su solapamiento con tumbas más antiguas, ca. 2000 a. C., que ya estaban desatendidas y deteriorándose. Ahora se puede comprender mejor la ubicación aquí de tumbas de la dinastía XVIII, así como la actividad de los saqueadores durante la dinastía XX y la subsiguiente inspección y reorganización de la necrópolis por parte de los sacerdotes de Amón durante el Tercer Periodo Intermedio, ca. 1000 a. C.

DOCUMENTACIÓN DE MOMIAS DE AVES HALLADAS EN EL POZO FUNARARIODE HERY (TT 12)

El pozo funerario de Hery se encuentra al fondo de la sala más interna de su tumba-capilla tallada en la roca de la colina. Tiene 7,50 m. de profundidad y al fondo del todo se abren dos grandes cámaras. La entrada a la cámara oeste estaba todavía parcialmente cerrada por adobes. Su interior tiene unas dimensiones considerables, 3 x 6,5 m., con las paredes y techo ennegrecidos por el humo de uno o más fuegos. La cámara estaba llena casi hasta el techo de paquetes de lino con restos de animales en su interior. Probablemente su número exceda el millar. Mientras unos paquetes sólo contienen una momia, otros consisten en un amasijo amorfo de huesos de varios individuos. Unos están ennegrecidos, consecuencia de la combustión espontánea de las resinas y ungüentos empleados, y otros paquetes conservan perfectamente limpias las vendas de lino. La mayoría de los animales son aves, principalmente ibis y halcones. Todo parece indicar que así quedó la cámara a mediados/finales del siglo II a. C.

La cámara este tenía el suelo enteramente cubierto por 30 cm. de potencia de pequeños huesos de ave, amontonados, sueltos y la mayoría quemados. Al final de la campaña se identificaron más de una veintena de especies distintas de aves rapaces, incluyendo buitres y búhos. En la campaña del año que viene se continuará el estudio sistemático de las aves, que supone un importante testimonio de culto a los animales en la necrópolis de la antigua Tebas durante la época Ptolemaica.

RESTAURACIÓN Y DOCUMENTACIÓN DENTRO DE LA TUMBA-CAPILLA DE DJEHUTY TT 11)

Durante la presente campaña se ha continuado con la limpieza, consolidación y restauración de las paredes de la tumba-capilla de Djehuty, prestando especial atención al pasillo central y a la sala más interna. La costra de barro adherida a la pared fue poco a poco eliminada por medios mecánicos y mediante el uso de un vibroincisor de ultrasonido, que ha demostrado ser muy preciso y rápido. A medida que se iba retirando la costra de barro, iban saliendo a la luz graffiti escritos con tinta roja, en escritura demótica, datados a mediados del siglo II a. C., y que mencionan los nombre y cargos de los sacerdotes encargados de la deposición de aves en el interior de las tumbas. Este conjunto de graffiti no sólo documenta la reutilización de las tumbas, sino que es de gran relevancia para conocer mejor algunos detalles de la sociedad y la religión en Tebas, en época Ptolemaica, y son el complemento escrito a las momias de aves halladas in situ, que es lo que se echa más de menos en otros lugares donde también han aparecido momias de animales, como en Tuna el-Gebel. Los epigrafistas y demotistas del equipo han comenzado ya a copiar los graffiti, traducirlos y estudiarlos para su posterior publicación.

Los restauradores también han continuado recolocando en las paredes algunos de los bloques de piedra hallados en el transcurso de la excavación del exterior y cuya ubicación exacta se conoce gracias a la labor de los epigrafistas egiptólogos. El beneficio recíproco de la estrecha colaboración entre epigrafistas y restauradores es un buen ejemplo de los frutos que se alcanzan con el trabajo en equipo.

Trabajando codo con codo restauradores y arquitectos se ha instalado en esta campaña el techo de metal a lo largo del pasillo central, habiéndose retocado y rematado el techo ya colocado en la sala más interna. La estructura de metal está pensada, no para evitar que se desprenda una piedra del techo, sino para evitar las consecuencias nefastas que ello podría ocasionar en el hipotético caso de que hubiera un desprendimiento. La estructura consiste en un marco rectangular a medida, con una rejilla soldada que permite ver a través de ella la roca del techo. Si se desprendiera un bloque del techo, la estructura de metal puede hacerse descender por medio de un sistema de poleas, se extraería el bloque caído y se volvería a subir y a fijar al techo la rejilla. Esta instalación es sólo posible debido a que el techo original está totalmente perdido, completamente roto, lo que ha permitido taladrar la roca en algunos puntos y fijar la estructura a la roca del techo. El «falso techo» de metal se ha pintado de negro para que pase así más desapercibido, puesto que la roca del techo está ennegrecida por fuego. Como ya se hizo en la sala más interna, el marco de la estructura de metal se utiliza para fijar e instalar tubos de luces led que iluminan los relieves de las paredes con la luz idónea, a la distancia adecuada y de arriba a abajo, lo que evita tener cables y lámparas por el suelo.

Geólogos especializados en la conservación de cuevas son los encargados de la instalación y mantenimiento de sensores HoBo que registran datos de humedad, temperatura durante todo el año, instalados en varios puntos de los distintos monumentos, desde la cámara sepulcral de Djehuty a 12 m. bajo tierra, hasta en el exterior. Así, tenemos un registro completo de las variaciones medioambientales a lo largo ya de varios años, lo que supone una información única en la necrópolis de la antigua Tebas, Luxor.

Una epigrafista especializada en corpora de textos funerarios ha estado encajando y uniendo fragmentos de estuco y piedra con restos de escritura (más de quinientos) hallados en la excavación de la cámara sepulcral de Djehuty, y que permiten completar el texto del Libro de los Muertos que todavía se conserva in situ sobre las paredes y el techo. Se han identificado nuevos capítulos y ahora se puede obtener una mejor idea del texto que habría estado escrito en las dos paredes que fueron picadas y retranqueadas para ampliar la cámara en época de Djehuty cuando ya estaban escritas. Este es, sin duda, el documento escrito más importante del Proyecto Djehuty hasta la fecha, y su próxima publicación será una contribución relevante a la egiptología internacional.

Como en todas las campañas anteriores, los objetos hallados en el transcurso de la excavación han sido limpiados, consolidados y cuidadosamente envueltos, guardados y almacenados. Previamente, cada uno de los objetos ha sido sistemáticamente inventariado, etiquetado y sus datos introducidos en la base de datos del proyecto. Mención especial merece el ataúd-rishi de Neb, que al final de la campaña fue trasladado al almacén del Servicio de Antigüedades junto a la «Carter House». En el almacén, se nos ha asignado un amplio, cómodo y limpio cuarto para depositar allí los objetos de la misión, y es allí donde quedó a buen recaudo el ataúd de Neb, y dónde el año que viene se completará su restauración.

Por último, mencionar que durante las seis semanas de duración de la campaña se ha estado documentando exhaustivamente en película para televisión la excavación, los descubrimientos, los distintos trabajos que se llevan a cabo en el yacimiento, los objetos hallados en pasadas campañas, detalles de los monumentos, además de su contexto arqueológico y geográfico. La filmación supone un documento de gran valor sobre el Proyecto Djehuty, y se enmarca dentro de un acuerdo firmado con RTVE y que previsiblemente se estrenará en otoño 2014. El documental En busca de Djehuty: entre momias, tumbas y jeroglíficos será, sin duda, una forma eficaz y amena de divulgar los trabajos y éxitos del Proyecto Djehuty.

Sector 10

Pozo funerario de Hery (TT 12)

Trabajos del equipo

Vida cotidiana