El ataúd de Iqer (din. XI)

Nov | 2012

José Manuel Galán

El ataúd mide 195 x 44 x 46 cm., está formado por tablones de madera de sicomoro de 7/8 cm. de grosor, ensamblados entre sí por medio de “clavos” de madera de acacia y de tamarisco. El exterior del ataúd fue primero pintado de blanco, luego se escribió una línea de texto en horizontal a lo largo de los cuatro lados y la tapadera, y por último se pintó todo el exterior de rojo, dejando en blanco sólo una banda con el texto. Los signos jeroglíficos que componen la inscripción fueron pintados de colores y sus formas adoptan un estilo naïf característico del Primer Periodo Intermedio, de la dinastía XI.

Llama la atención el hecho de que el escriba ha escrito el signo jeroglífico de la serpiente, que es el fonema /f/ y se utiliza como pronombre o adjetivo posesivo de tercera persona singular (“él” o “su”), con el cuello cortado, para que la serpiente no pueda escaparse y/o dañar al difunto (la misma idea que subyace al hecho de partir por la mitad las flechas que le acompañan). Cabe destacar, como novedad en esa época, a finales de la dinastía XI y principios de la XII, la mención de la diosa Hathor, “señora del cielo,” entre las divinidades encargadas del bienestar del difunto en el Más Allá. Además, es peculiar el determinativo semántico con el que se escribe el nombre del Anubis, “señor de Sepa,” en la tapa: la figura de un monarca enteramente pintado de rojo, con la corona del Alto Egipto y sosteniendo un flagelo. El nombre del propietario, Iqer, que significa “el excelente,” se escribió una sola vez, en el extremo de los pies del ataúd.

El texto dice así:

  • TAPA: Una prerrogativa que el rey concede, y (también) Anubis, señor de Sepa, primero de la capilla divina, quien está frente al gran dios, señor del cielo, en todos sus lugares apropiados. Que ellos realicen para ti un enterramiento adecuado en tu tumba del desierto occidental.
  • EXTREMO CABEZA: Una prerrogativa que el rey concede, y (también) Hathor, señora del cielo, dama de [las Dos Tierras (?)].
  • LATERAL OESTE: Una prerrogativa que el rey concede, y (también) Anubis, quien está sobre su colina, señor de la entrada del enterramiento, quien está en el lugar de embalsamación, señor de tierra santa, en todos sus lugares apropiados y puros. (Que ellos concedan) una invocación de ofrendas, consistente en miles de…
  • LATERAL ESTE:Una prerrogativa que el rey concede, y (también) Osiris, señor de Busiris, Khentiamentiu, señor de Abidos, en todos sus lugares apropiados y puros. (Que ellos concedan) una invocación de ofrendas de miles de panes, cerveza…
  • EXTREMO PIES: … carne, aves, lino y todo (lo demás), para el ka del venerado Iqer.

Tras levantar la tapa con sumo cuidado, en el estrecho interior del ataúd (30 cm.) yacía el cuerpo de Iqer, de costado, apoyado sobre el hombro izquierdo y su cara coincidiendo con los dos ojos-udjat pintados en el exterior del ataúd, cuya función era permitir que el difunto pudiera ver fuera y, al mismo tiempo, protegerle de posibles peligros. En el momento de su muerte, antes de alcanzar los cuarenta, Iqer medía 1,57 cm. Sus rasgos faciales parecen señalar que era de origen nubio. La momia, envuelta en un sudario atado a los pies, se conservaba en un estado de conservación muy malo, debido principalmente al agua que corrió por dentro del ataúd y a las termitas. La cabeza y el pecho estaban cubiertos con una máscara de cartonaje que había sufrido también mucho, pero que todavía conserva partes pintadas del collar a bandas sobre el pecho y de la cara, coloreada de amarillo y con una incipiente fina barba sin bigote.

Sobre el cuerpo y anudados a los pies mediante una tira de lino, se colocaron dos arcos y cuatro bastones ligeramente curvos en uno de sus extremos. Un arco, de 152 cm., era de acacia, y el otro, de 162, de tamarisco. Los arcos, de sección circular, conservan la cuerda (de tripa de animal) anudada en las dos puntas. Los bastones, que medían entre 105 y 111 cm., eran uno de acacia y tres de tamarisco.

A pesar de que el nombre de Iqer no va acompañado de ningún título que pudiera reflejar su principal ocupación o profesión, el hecho de haber sido enterrado con cinco flechas, dos arcos y cuatro bastones parece indicar que de alguna forma estuvo relacionado con el ejército. Bien es verdad que el arco era un símbolo de distinción y prestigio social, y que se utilizaba igualmente para cazar. Pero, dado que la dinastía XI se caracteriza por la sucesión de enfrentamientos bélicos internos en los que los tebanos jugaron un papel preponderante, y que en su ejército se alistaron mercenarios nubios, es probable que Iqer hubiera formado parte de un contingente militar ligado a un líder o rey tebano, tal vez Montuhotep II, el re-unificador de Egipto que puso fin al Primer Periodo Intermedio.