16 Enero 2020

Hay una canción de Luis Eduardo Aute que dice “Que no, que no, que el pensamiento no puede tomar asiento; que el pensamiento es estar siempre de paso…” Y es que la gente, en general, tiende a pensar que mantenerse firme en las ideas es bueno, que es bueno tener convicciones firmes y que, sin embargo, cambiar de idea es negativo, es de chaqueteros, de veletas y refleja falta de personalidad… Pero, si la duda es la base del racionalismo y del pensamiento científico, uno debe estar siempre dispuesto a replantearse las ideas, incluso las más elementales, es decir, a ser flexible y estar preparado para los cambios. El tiempo a veces se utiliza como argumento para justificar un planteamiento (“si llevamos tantos años haciéndolo así, estará bien…”), por lo que a medida que pasa el tiempo los cambios nos resultan más difíciles de asumir porque nos hemos vuelto cada vez más rígidos. Pues esto mismo pasa también en la excavación, y por ello en el Proyecto Djehuty, que llevamos diecinueve años en marcha y las cosas funcionan razonablemente bien, se hace complicado dar un golpe de timón, hacer un bordo y cambiar el rumbo. Pero esto es precisamente lo que hemos iniciado este año, primero con el cambio de la base de datos que mencionaba ayer, que tiene como objetivo el desarrollo de un sistema de información geográfico, y hoy hemos decidido darle también un giro al procedimiento de excavación y de la gestión de los materiales hallados.

La cantidad de capazos con materiales hallados en la excavación del año pasado y que se habían quedado pendientes de procesar e inventariar superaban el medio centenar, lo que nos ha hecho replantearnos el sistema. Lo que hacíamos hasta ahora era crear, intencionadamente, un embudo por el cual pasaran todos los materiales de las distintas áreas de excavación, con el objetivo de poder así juntar fragmentos de una misma pieza que hubieran acabado separados y que incluso se hallaran en campañas distintas. Pero claro, con los años el tapón ha ido creciendo y se había convertido en ingestionable. Por otro lado, la parte positiva del sistema había disminuido, pues ya las zonas de excavación iban siendo más reducidas y el material aparecía menos disperso. Así, si las circunstancias cambian con el tiempo, no queda otra que cambiar el sistema y adaptarse. Como diría un paleontólogo, no sobrevive la especie más fuerte, sino la que mejor se adapta al cambio.

A partir de ahora, en lugar de tener un “equipo de materiales” que procese e inventaríe todo el material, se excavará en parejas y cada equipo será responsable del proceso y del inventario de todos sus hallazgos. Angie y Marisol excavarán un pozo junto al jardín, mientras que David y Ana excavarán otro pozo a pocos metros. El tercer equipo lo formarán José Miguel y Laura, que excavarán delante de la entrada al patio de Djehuty, cerca de donde Laura excavó una capilla de adobe de la dinastía XVII (ca. 1600 a. C.) en la campaña pasada. Esperemos que el experimento funcione.