El otro día, José Miguel descubrió que el dibujo conservado sobre dos fragmentos de cerámica era el bosquejo, la guía para la composición de una escena en la pared izquierda del pasillo de la tumba de Djehuty. La escena es muy inusual, por lo que la identificación era en principio difícil, pero su carácter excepcional ayudó a disipar cualquier duda sobre su asociación con la tumba de Djehuty. Realmente es un descubrimiento excepcional, porque muy rara vez se conserva el modelo par la ejecución del trabajo de los artistas, ya sea pintura o relieve.
Pues bien, esta mañana José Miguel ha llevado a cabo otra proeza. Con la ayuda de Zulema y María, han juntado otros dos fragmentos de cerámica que tenían parte de un texto escrito con tinta negra. La primera línea está escrita de derecha a izquierda en hierático y la segunda de izquierda a derecha con signos jeroglíficos cursivos. José Miguel ha podido leer el título de “sacerdote del ka” y rápidamente se ha acordado que en una de las paredes de la capilla de Djehuty hay una escena que protagoniza ese sacerdote, arrastrando hacia el sur y hacia el norte el catafalco con el ataúd dentro. Efectivamente el texto es el mismo y, de nuevo, al ser una escena muy poco usual podemos tener la cuasi certeza de que el fragmento de cerámica está asociado a la tumba de Djehuty, que es el modelo antes de tallar la inscripción que identifica la acción de la escena. En la línea de arriba, además, el primer signo, que está parcialmente dañado, corresponde sin duda al nombre de Djehuty. Así que las dudas quedan totalmente disipadas.
Los modelos o ensayos previos a la talla de la decoración o de la inscripción, junto con los materiales de trabajo que estamos hallando en la excavación, pinceles, platos con pigmento y cuencos con mortero nos acercan a la dinámica de cómo se construía una tumba y a sus trabajadores y artistas. Junto a estas evidencias, tenemos las de los saqueadores de tumbas, tanto de época antigua, como de finales del siglo XIX. Los primeros vaciaron los pozos de los bloques de caliza que los rellenaban, y echaron fuera las momias desmembradas de sus propietarios. Los más recientes abrían agujeros sin demasiado criterio, actuaban a ciegas y rompían las estructuras que se cruzaban en su camino. Y ahora llegamos nosotros…