Hoy ha vuelto la calma (relativa) al yacimiento, tras la conmoción visita oficial de ayer. Todos arrastrábamos algo de cansancio de ayer, entre el estrés de tenerlo todo apunto y la cena tardía, pero pronto cogimos el ritmo de la normalidad. Pía, ayudada por Gudelia y por Curro, desmontó, muy a su pesar, la pequeña exposición de piezas que había instalado a la entrada de la tumba de Djehuty. Y Suni, en la parte más interna de la tumba, ha estado consolidando las grietas del suelo, pues había algunas zonas que sólo por el mero hecho de andar por encima las grietas existentes se quebraban y aumentaban de tamaño.
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El patio de Djehuty ha recobrado su apariencia original, tras haber rellenado el agujero de la excavación de la tumba de la dinastía 11.
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Hazem es el rey de la reconstrucción de las cerámicas.
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Javier Trueba filma sin descanso todo lo que ocurre en el yacimiento.
Ayer arreglamos por fin los detalles del permiso para filmar durante la excavación. No ha sido fácil, pues aunque teníamos el permiso ya concedido por escrito desde diciembre, la cantidad a pagar ha habido que negociarla hasta el último momento. Pero va a merecer la pena. El poder de la imagen es enorme, tanto para divulgar al gran público, como para documentar el proceso de la excavación. Y poder filmar en directo los descubrimientos, sin trampa ni cartón, sin preparaciones previas, es un verdadero lujo, algo excepcional que muy pocas misiones arqueológicas están en disposición de hacer.
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Sacando una gran piedra del pozo que excava José Miguel.
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Kristian ha hallado un sello de madera entre el lino de un cuerpo desmembrado.
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Figurilla de Anubis de la dinastía XXII, probablemente asociada a un ladrillo mágico, hallada en el pozo del mudir.
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Fragmentos de una pequeña estela policromada.
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Cerámica margosa con una “cruz gamada” incisa antes de haber sido cocida al horno.
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José Miguel y Curro analizan juntos una inscripción fragmentaria.
En el pozo que supervisa José Miguel han salido hoy varios fragmentos de inscripciones del príncie Intefmose. Algunos de ellos completan una pieza que hallamos hace un par de años, y otros parece que pertenecen a un tipo de instalación o capilla muy original. Hallar inscripciones de la familia real o de la elite de la dinastía XVII es algo poco común.