Hoy ha vuelto la calma (relativa) al yacimiento, tras la conmoción visita oficial de ayer. Todos arrastrábamos algo de cansancio de ayer, entre el estrés de tenerlo todo apunto y la cena tardía, pero pronto cogimos el ritmo de la normalidad. Pía, ayudada por Gudelia y por Curro, desmontó, muy a su pesar, la pequeña exposición de piezas que había instalado a la entrada de la tumba de Djehuty. Y Suni, en la parte más interna de la tumba, ha estado consolidando las grietas del suelo, pues había algunas zonas que sólo por el mero hecho de andar por encima las grietas existentes se quebraban y aumentaban de tamaño.
Ayer arreglamos por fin los detalles del permiso para filmar durante la excavación. No ha sido fácil, pues aunque teníamos el permiso ya concedido por escrito desde diciembre, la cantidad a pagar ha habido que negociarla hasta el último momento. Pero va a merecer la pena. El poder de la imagen es enorme, tanto para divulgar al gran público, como para documentar el proceso de la excavación. Y poder filmar en directo los descubrimientos, sin trampa ni cartón, sin preparaciones previas, es un verdadero lujo, algo excepcional que muy pocas misiones arqueológicas están en disposición de hacer.
En el pozo que supervisa José Miguel han salido hoy varios fragmentos de inscripciones del príncie Intefmose. Algunos de ellos completan una pieza que hallamos hace un par de años, y otros parece que pertenecen a un tipo de instalación o capilla muy original. Hallar inscripciones de la familia real o de la elite de la dinastía XVII es algo poco común.