7 febrero 2004

Trabajo de campo

El día de hoy ha sido bastante intenso. La excavación de la pirámide ha continuado a buen ritmo y, ahora, ya se aprecia bien la utilización de adobes para nivelar la base de la pirámide, igual que vimos días atrás en la pirámide Useramón, de época de Tutmosis III. También igual que en ésta, la pirámide de Hery no comienza a elevarse justo al borde de la fachada, sino que comienza aproximadamente un metro más atrás.

El lado norte de la pirámide de Hery fue posteriormente utilizado para apoyar el muro lateral de otra tumba que se excavó a unos metros, y que desde el final de la pasada campaña venimos utilizando como almacén. Hoy hemos despejado la entrada y hemos descubierto que algunos de los adobes de este muro conservan legible la impronta: “El escriba Nebamón”. Muy probablemente sea de la dinastía XVIII, pero posterior a Hery por lo menos cien años. A través de esta tumba accedió Champollion al interior de la tumba de Hery en 1828-29, pues la entrada original de la tumba de Hery estaba entonces enterrada.

El año pasado habíamos encontrado en esta zona, al norte de la pirámide de Hery, dos adobes con impronta, pero sólo se leía el signo de escriba y el nombre de Amón, por lo que creíamos que lo que se había escrito era “El escriba de Amón […]”. Hoy sabemos que la lectura correcta y completa es “El escriba Nebamón”.

Sobre la tumba de Djehuty, preparando el terreno para levantar mañana un muro de sujeción de la colina, salió a la luz un escarabeo de corazón de piedra caliza con un vidriado exterior de color verdoso. El chatón conserva parte del texto escrito a tinta. Se trata, como es común en este tipo de piezas, del texto del Capítulo 30 B del Libro de los Muertos, en el que el difunto implora a su corazón que no le abandone durante su juicio final, pues era el corazón el órgano que se sometía a examen ya que allí residían las intenciones del individuo. En algunas versiones del texto se especifica que ha de escribirse sobre un escarabeo verde.

Trabajo de gabinete

Después de comer, a las seis de la tarde, nos dirigimos desde el Marsam al Museo de la Momificación en Luxor, donde el “moudir” impartiría una conferencia sobre las tres primeras campañas del Proyecto Djehuty. Alicia había traído del C.S.I.C. un cañón de video, así que el show sería con PowerPoint. El auditorio, igual que el museo, es nuevo y moderno, con capacidad para 200 personas. Se llenó y, además, de popes: Betsy Bryan, que fue mi profesora en Baltimore, Rainer Stadelmann, Roland Tefnin, Christian Leblanc, Boyo Ockinga, Otto Schaden, Ted Brock, Elina Grothe, Jaritz, etc. Mi impresión es que la presentación gustó bastante, y eso que me guardé en la manga “La tabla del maestro” para el año que viene. El rais Alí y el Inspector Ramadán vinieron también a la conferencia y les encantó oír sus nombres mencionados en público y que todos les vieran en la pantalla.

Para celebrarlo, nos fuimos el grupo a cenar a la terraza del Marhaban, un restaurante justo detrás del templo de Luxor. Luis Priego se cenó un pisto (“shashok”) con patatas y un par de huevos fritos que le resucitaron. Yo me pedí el mismo plato y puedo afirmar que estaba buenísimo, pero es que él lo disfrutó como un niño.