6 febrero 2007

El día se despertó algo gris. Para hacer fotos del yacimiento esto es algo bueno, pues, cuando el sol luce con intensidad, la caliza del terreno refleja demasiada luz. Sin embargo, el desarrollo de la excavación ha sido todo lo contrario. La llegada de Aurora, la «moudira», nos ha traído suerte. Cuando terminábamos de documentar el conjunto de «botellas» bruñidas que descubrimos ayer por encima de la fachada de la tumba de Djehuty, a escasos dos metros ha salido un segundo conjunto, todavía más numeroso. Además de botellas, había otro segundo tipo de jarras y un par de platitos, uno de ellos con el borde dentado. El conjunto también ha sido abandonado o tirado al suelo, al mismo suelo que el del conjunto anterior. Es el suelo de la calle de arriba, el que pasaba por detrás de la fachada de Djehuty y daba acceso a las tumbas del «piso de arriba». La cerámica es, sin duda, de la dinastía XVIII, pero no tiene porqué estar asociada a la tumba de Djehuty, sino a otra cercana y coetánea.

Dentro de la tumba de Djehuty, Chemi y Yuma siguen excavando en la capilla y ahora también el derrubio que resbaló hasta la mitad más interna el pasillo. Las estatuas del nicho ya se ven enteras, hasta los pies. En el anexo, Sayed ha trabajado estos días intensamente y ya está llegando al suelo. A la entrada, en la pared lateral del vestíbulo, ha descubierto hoy los pies de una estatua, que sería la pareja de la estatua de Djehuty tallada en la pared opuesta del vestíbulo. La estatua estaría también tallada dentro de un nicho, pero tanto la estatua como el nicho debieron romperse intencionadamente para abrir un acceso al anexo. La segunda estatua ha desaparecido, pero los pies son ahora la prueba irrefutable de que en su día hubo allí una estatua.

Como no podíamos prever que tendría lugar hoy otro hallazgo significativo, organizamos con el inspector Osama, el ir a visitar dos tumbas cercanas de la época de Djehuty, en el extremo norte de Dra Abu el-Naga. La visita a tumbas cerradas al público requiere su logística, pues tiene que acompañarnos un segundo inspector para romper el sello del Servicio de Antigüedades que bloquea la cancela (y luego volver a sellarla), un par de «gafires» que actúen de testigo y un par de nuestros trabajadores para retirar el muro de piedras que se colocan delante de la puerta de hierro. Primero entramos en la tumba de 155 de Intefiker, heraldo del rey Tutmosis III en sus campañas por Siria-Palestina, de la que sólo se conoce una publicación muy básica de Säve-Söderberg en 1957. Luego nos acercamos a la tumba TT 18 de Baki, también de oficial de Tutmosis III, excavada por Newberry en torno al año 1900 y publicada sólo en un artículo de Gauthier en 1908.