El secreto de la excavación es ir lo más lento posible, para así no perder ningún detalle, tanto del terreno rascado y retirado por el paletín, como de los pequeños objetos y restos botánicos que pudieran estar mezclados con la tierra o las lascas de caliza. A veces, un fragmento de cerámica o un trozo de un shabti puede darte la clave para datar un estrato o una estructura. Además, para entender algunas de las zonas, se hace necesario excavar alrededor. Con frecuencia, la excavación de unos días después te hace replantearte y corregir algunas hipótesis que habías dado por válidas.
En la zona que estamos excavando en esta campaña, el Sector 10 y 11, el terreno se compone fundamentalmente de lascas de caliza, lo que hace muy difícil ver cambios de terreno. La cerámica tampoco ayuda, pues hallamos fragmentos en una horquilla cronológica muy amplia, desde el Reino Medio a Época Ptolemaica y Romana, y toda muy mezclada.
Solo ahora, con los “suelos” sobre los que se apoyan las mini-cerámicas de Marisol y los sarcófagos de barro de Laura, se ve un cambio claro en el terreno y en la cultura material. A partir de ahora incluso desaparece la cerámica ptolemaica, indicando que los saqueos debieron ocurrir a finales de Época Ramésida o comienzos del Tercer Periodo Intermedio.