31 enero 2016

“El Libro de los Muertos” es el nombre con el que se conoce popularmente un conjunto de fórmulas mágicas y sortilegios que supuestamente ayudarían al difunto en su camino hacia la vida eterna en el más allá. Su nombre en egipcio antiguo es algo así como /peret em heru/, que quiere decir literalmente “la salida al día”, aludiendo a la capacidad que se esperaba que adquiriría el difunto de recobrar sus sentidos y su movilidad para poder salir de su cámara sepulcral con los primeros rayos del sol y disfrutar de las ofrendas depositas (o invocadas) en un altar. Los antiguos egipcios creían que no sólo el alma, sino también el cuerpo, superaría la muerte física. Es por ello que le dedicaban tanto esfuerzo a la momificación del cuerpo y por lo que habitualmente representan en las tumbas escenas de banquete y de ofrendas.

Las primeras versiones del Libro de la Salida al Día, de la dinastía XVII y comienzos de la XVIII, se escribieron sobre vendas y mortajas de lino, para luego extenderse el uso del papiro bajo el reinado de Tutmosis III. Entre el uso de uno y otro soporte es cuando Djehuty escribe su versión en las paredes y techo de su tumba. Pero bueno, todo este rollo viene a cuento porque hoy hemos hallado en el área que supervisa David pequeños fragmentos de papiro con texto del Libro de la Salida al Día. El texto está escrito en columnas y en signos jeroglíficos cursivos. En un ratito que ha salido Lucía de su “cueva”, donde está juntando fragmentos del texto de Djehuty, ha conseguido identificar el capítulo concreto escrito en los trocitos, se trata del capítulo 109, que trata de la adoración de las almas (bau) del Oriente. Por su parte, en el pozo que excava Yasín con el mudir, han salido fragmentitos de lino escritos también con pasajes del Libro de la Salida al Día. Ahora le toca el turno a Pía, que estirará las telas para poder leer el texto e identificar el capítulo concreto.

El área de David ha concentrado la mayor atención de la jornada, pues además del papiro, se han sacado a la luz tres lados de una gran caja construida con cañas y fibras vegetales. Han seguido saliendo numerosos shabtis hechos a molde del Tercer Periodo Intermedio y, a última hora de la jornada, en ese mismo contexto, hemos hallado una pequeña estela perteneciente a un escriba llamado Pa-sheri-en-Iset y dedicada a “Osiris señor de la vida”, que aparece representado sentado en un trono y seguido por los cuatro hijos de Horus. Tanto las figuras como los jeroglíficos de la inscripción están tallados con sumo cuidado.