Once del grupo nos hemos ido hoy de excursión a Gebel Silsila, unas canteras que utilizaban los antiguos egipcios para extraer arenisca, a dos horas en coche al sur de Luxor. Los templos se construían principalmente con piedra caliza del lugar, pero para los elementos principales, como las jambas y dinteles de las puertas, para estatuas o para inscripciones, se prefería una piedra más duradera, como podía ser el granito o la arenisca.
Primero visitamos la orilla oriental, donde las oquedades que han quedado como consecuencia de la extracción de piedra convierten a la colina en una catedral subterránea. Los contrastes de luz entre los pilares que soportan la bóveda otorgan al lugar una atmósfera muy especial. En época de Hatshepsut los oficiales, además, construyeron en la orilla occidental capillas talladas en la roca, que se asoman al Nilo como para que las estatuas talladas en su interior puedan disfrutar eternamente del espléndido paisaje.
Después de una comida frugal pero memorable, mientras navegamos en faluca por el lugar dejándonos llevar de una orilla a otra, nos acercamos a Shat el-Rigal. Es un lugar también con un encanto especial. Se trata de un wadi que llega del desierto líbico al valle justo a la entrada de la cantera de arenisca y, en ese lugar, se grabó un gran relieve rupestre representando al rey Montuhotep II, el unificador de Egipto en torno al año 2000 a. C., acompañado de sus padres y del Tesorero Khety. De nuevo, la belleza del lugar se combina con la relevancia del documento histórico. Un viernes bien aprovechado que nos llena de energía para una semana llena esperanzas en la excavación.