31 enero 2002

Trabajo de campo

Visita a las tumbas de Qurna

Mientras Ana y Margarita se han quedado en el hotel organizando el material gráfico del día anterior, los demás hemos cruzado el Nilo para hacer distintas gestiones. Primero fuimos al banco con la intención de preparar el pago a los trabajadores, y luego buscamos un cybercafé que tuviera una conexión mejor a internet que los de la orilla oeste. Localizamos uno junto al Winter Palace, y allí estuvimos nuevamente revisando la página web, para ir corrigiendo errores, añadiendo detalles y facilitando la navegación. Antonio mandó por correo los textos y las imágenes sobre los primeros días para el diario de excavación.

La tarde la aprovechamos visitando Qurna, prestando especial atención a las tumbas de la dinastía XVIII: la tumba de Rekhmire, que desempeñó el cargo de visir bajo los reyes Tutmosis III y Amenofis II; la de Userkhat, escriba que cuenta los panes del Alto y del Bajo Egipto durante el reinado de Amenofis II; la de Sennefer, alcalde de Tebas bajo este mismo rey; la de Nakht, supervisor de las horas de la noche en el templo de Amon bajo el reinado de Tutmosis IV; la de Menna, escriba de los campos del Se–or de las Dos Tierras (Tutmosis IV); y las tumbas de Kha-em-het, inspector de los graneros durante el reinado de Amenofis III, y de Ramose, visir de Amenofis III y Amenofis IV.

Visitamos también el lugar en el que está trabajando el equipo de Cambridge dirigido por Nigel Strudwick, la tumba de Senneferi (TT 99). Junto a ella se encuentra la tumba Amenemope (TT 29) en la que trabajan estos días el equipo belga de Roland Tefnin, con los que compartimos hotel.

Allí, de regreso, saludamos al filólogo también belga Jean Winand, que está llevando a cabo un proyecto epigráfico en Karnak. Finalmente nos ha venido a visitar Myriam Seco, una emprendedora sevillana perteneciente al equipo de Reiner Stadelmann, que está excavando en el templo funerario de Amenofis III (Kom el Khetan), muy cercano a nuestro hotel.

Cenamos al otro lado del río, en Chez Omar, una acogedora terraza en una placita en medio de Luzor. La comida estaba buena, pero lo mejor fue la cerveza Stela que nos bebimos (increíble, pero hasta entonces no habíamos tenido ocasión) y la ÒshishaÓ que nos fumamos de postre. Tomamos el ferry de vuelta a las doce de la noche, y a dormir.

Trabajo de gabinete