Hoy hemos comenzado poco a poco la recogida del despliegue logístico del yacimiento. María ha ido metiendo en cajas toda la cerámica que tenía esparcida por las esteras y las ha almacenado en distintos sitios según su procedencia, pues la idea es depositar los materiales en su lugar de origen para que luego puedan encontrarse más fácilmente si se necesita continuar su estudio. Laura y Ana han seguido procesando los materiales de sus respectivas zonas de excavación y guardando en cajas las piezas más singulares. Este año, tanto el montaje, como el desmontaje, están yendo muy suave y de forma muy ordenada, algo realmente inusual, pues siempre suele haber mucho estrés al final de campaña. Incluso ya hemos escrito y entregado el informe final de la campaña al director del Ministerio de Antigüedades en el West Bank. La única pega es el calor, pues hoy en el yacimiento el ordenador portátil quemaba.
La mañana ha tenido su momento de gloria. Laura y Pía han localizado un ostracon que hallamos en la campaña de 2018, para comprobar que casa con el que hallamos hace unos días, es decir, que son dos fragmentos de la misma pieza. Cuando ocurren estas cosas es una gran satisfacción y sirve para confirmar que tanto la excavación cómo el sistema de inventario y almacenaje funciona. El ostracon resultante de la unión es ya espectacular y deja ahora bien claro que las figuras humanas son artesanos en un taller de producción de estatuas.
Como mañana es fiesta nacional, hoy hemos pagado al Inspector y firmado los papeles de cierre de la excavación, aunque realmente sucederá mañana. Todavía tendremos algo de tiempo mañana para rematar un par de pozos funerarios y sus respectivos cierres metálicos, e incluso para repetir las fotos de alguna de las piezas de este año. A ver si tenemos suerte y no hace tanto calor como hoy.