30 enero 2025

Diez minutos antes del final de la jornada y antes de la paga semanal, nos hemos subido todos a lo alto de la montaña para hacernos una foto de grupo. El lio que se forma es curioso y acabamos todos cantando, dando palmas y bailando, a pesar de que el espacio en la cima es bastante reducido. Ahora tenemos contratados a unos setenta y cinco trabajadores, unos veteranos y otros más jóvenes. El ambiente en el yacimiento es muy bueno, y la dureza del trabajo en la ladera de la colina no consigue hacer mella en el ánimo, en parte gracias a las voces de los ayudantes del rais Ali, que les jalean con bromas, y a los cánticos espontáneos de Hassán y Khaled.

En la tumba intermedia, ahora es Jesús quien ha montado allí su lugar de trabajo. En su caso, se trata de la máquina de rayos-x. Las momias de animales que Cisco y Ainara van sacando del pozo de Hery pasan primero por la mesa de Salima y terminan con Jesús, quien las fotografía y radiografía. Si bien la mayoría de los paquetes de lino contienen una amalgama de huesos de ibis o de halcones quemados, también encontramos y estudiamos paquetitos con musarañas o serpientes pequeñas. Estos últimos se encuentran abajo del montón de momias, tocando la roca del suelo, y no suelen estar quemados. En su interior las radiografías muestran a dos o tres animalillos completos.

A comienzos de la mañana, Pía, María y Zulema han abierto la trampilla por la que se accede a la tumba inacabada de Iqer, ubicada por debajo del patio de entrada a tumba de Djehuty, en parte por debajo del muro de adobe. El espacio está ahora lleno de cajas de cerámica y huesos humanos. Tenemos tal cantidad de material que hay que aprovechar todo el espacio que va quedando disponible. A última hora de la mañana nos ha visitado un grupo de estudiantes de máster de las universidades de Leiden y Lovaina, guiados por la egiptóloga Marleen Demeyer, directora del instituto arqueológico flamenco en El Cairo. Ya somos casi parada obligatoria en su gira anual por el valle del Nilo.

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