30 enero 2022

Las emociones de ayer se han prolongado en el día de hoy. Hemos excavado el suelo sobre el cual apoyaban las cerámicas halladas ayer por Marisol, para descubrir que, además de las mini-vasijas, en el conjunto había un par de bolas de cuero rellenas con cáscara de cebada y cosidas por la mitad. Originalmente habrían estado unidas por un delgado cordel, pero éste sólo se conserva atado a una de ellas. Las bolas se parecen mucho a las halladas junto a las sandalias de cuero en el pozo que excavaron David y Ana hace un par de campañas, pero éstas son más pequeñas y más toscas. De cualquier modo, constituyen piezas singulares y a André Veldmeijer, especialista en cuero que se incorporará al equipo en unos días, seguro que le van a encantar.

En total el conjunto de mini-vasijas se compone de siete piezas, algunas de ellas con decoración a lunares blancos, típica de la dinastía 17 y comienzos de la 18. Una de ellas estaba medio llena de granos de cebada y en el suelo recogimos muchos restos botánicos.

Todos los demás trabajos avanzan a buen ritmo. Suni, Asmaá y Ahmed siguen sellando grietas y rellenando huecos dentro de la tumba-capilla de Djehuty, donde Carmen y Dani dibujan las escenas talladas en las paredes de la sala transversal. Aquí las paredes están muy erosionadas, casi lavadas, por lo que el dibujo es especialmente difícil de realizar, necesitan luz rasante y estar continuamente cambiándola de posición para ver los perfiles de las figuras y los signos jeroglíficos. Por su parte, Lucía y Alba siguen “jugando” con los fragmentos de relieve hallados en el transcurso de las excavaciones, para ver si alguno puede ser recolocado en las paredes de Djehuty.

Miguel Ángel sigue levantando las jambas de la entrada a la tumba de Baki. Da un placer especial verlas en pie, en su sitio, después de tantos años almacenadas en una caja. Además, también se ocupa de ir rematando detalles en la tumba-capilla de Hery. Hoy hemos probado la barandilla que limitará la zona de visita al final del pasillo. La idea es que el futuro visitante, además de poder admirar la calidad de los relieves de Hery, pueda hacerse una idea de la catacumba en la que se transformó parte de la colina en el siglo II a. CX.