Egipto es un país completamente mimetizado con la arqueología. Igual que la arqueología es en gran medida impredecible, y por mucho que hagas planes suele ocurrir otra cosa distinta a la que te esperas, en Egipto pasa un poco igual, lo fácil se retuerce y complica y se convierte en casi imposible, mientras que lo difícil acaba resolviéndose de la forma más simple y natural. Además, lo que vale para un día, al día siguiente ya no es así, ya funciona de otra manera. La experiencia tiene una durabilidad limitada y sólo sirve para acumular casuística y para ir adquiriendo recursos. ¿Y por qué cuento esto ahora? Bueno, no puedo entrar en detalles, pero este año desde el principio está siendo más así que nunca, lo que tiene su lado malo, pero también su lado bueno. Desde luego te hacer vivir el día a día con intensidad y te ayuda a desarrollar un carácter resistente a la adversidad, paciente, y aprovechar a tope cuando el viento sopla a favor.
Rollos filosóficos a parte, la excavación está subiendo en intensidad y emoción en todos sus frentes, que no son pocos. Salima y Cisco siguen buceando entre momias de distintas épocas, amontonadas de una manera un tanto grotesca en la sala anexa a la tumba de Hery. Entre los linos, han hallado hoy un gran vaso-hes que se usaba por los antiguos egipcios para realizar libaciones, datado por Zulema a comienzos de la dinastía XVIII. Siguiendo con la cerámica, en el pozo de José Miguel el protagonista de la jornada ha sido un pequeño cuenco característico de finales de la dinastía XVII, que ha aparecido encima del cuerpo de un individuo enterrado en una especie de ataúd endeble hecho a base de madera de palma, lino y yeso. Por desgracia, el estado de conservación del ataúd y del cuerpo es muy malo debido a la abundante agua que ha corrido por dentro de la cámara. Por debajo de este enterramiento todavía queda por excavar medio metro de tierra apelmazada hasta llegar a la roca, por lo que mañana continuaremos descendiendo aquí.
La tumba que excava David tenía expectativas muy limitadas, pues las primeras evidencias indicaban claramente que su interior había sido saqueado y reutilizado en época moderna. Sin embargo, a medida que han ido descendiendo se han ido sucediendo las sorpresas, un fragmento de papiro, shabtis de fayenza de una cantora de Amón y, al final de jornada, un capitel con una inscripción en copto y un pez tallado en la base. Hoy nos entretuvimos en el yacimiento hasta las cinco de la tarde, para terminar de levantar los muros de cierre de la fachada de Djehuty y poder así mañana colocar la vigas de hierro que sujetarán el techo de hormigón. No hay nada mejor que el atardecer en el yacimiento y una buena comida en el Marsam cuando daban ya casi las seis.