30 enero 2008

La excavación de la cata ha alcanzado ya la roca madre, “gebel” en árabe, en casi toda la zona. En el nivel del suelo del Reino Medio hemos hallado un conjunto de cinco cerámicas completas, salvo una de ellas. Las cinco tenían concreciones de barro muy pegadas, por lo que Pía ha tenido que emplearse a fondo para limpiarlas. En otra mesa junto a la jaima, María José y Elena han estado revisando un gran depósito de cerámica hallado en el patio de Djehuty hace un par de años.

En el pozo funerario de Djehuty, hemos descendido hasta cuatro metros y medio de profundidad. El relleno comienza ahora a ser más consistente. La tierra ha disminuido y han aumentado en número y tamaño las piedras. Esperemos que eso sea un buen síntoma. Una de las piedras resultó ser un fragmento de relieve de arenisca, probablemente parte de una estela, en la que un individuo dirige una oración al dios Ra-horakhty. También a esa profundidad salió a la luz un cono funerario con una impronta que no nos había salido hasta ahora, perteneciente a un tal Amenehab, supervisor del doble granero de Amón.

En el almacén, Ahmed sigue restaurando la Dama Blanca con grandes resultados, pues con sepiolita está consiguiendo eliminar las manchas de Paraloid con el que consolidamos de urgencia las grietas en el momento de su descubrimiento. En otro edificio del almacén hemos preparado un cuarto para guardar muchas de las piezas descubiertas a lo largo de las seis primeras campañas y que ya hemos estudiado, fotografiado y dibujado. Tenemos previsto mañana trasladar al almacén un total de setenta y dos cajas grandes que contienen conos funerarios, cerámica, lino, etc.