Hoy es el último día de trabajo de Joan, pues el sábado regresa a España. Como el sector de la construcción está en crisis, ha decidido prepararse unas oposiciones y tiene que volverse para darle un último empujón al temario y estar listo para cuando convoquen en examen. La verdad es que resulta complicado mantener al equipo activado y disponible, cuando cada uno se tienen que buscar la vida por su cuenta, al margen del proyecto. A muchos conocidos les resulta chocante que un proyecto con tanto impacto científico y, a la vez, mediático, esté tan en precario, cogido con alfileres, sin poder planificar demasiado por la incierta situación laboral de la mayoría de los miembros del equipo. Es un verdadero milagro que hayamos podido llegar hasta aquí y cumplamos veinte años de trabajo de campo ininterrumpido. Es una pena que España, la ciencia española en concreto, siga funcionando a base de milagros, a base del esfuerzo poco reconocido y pero remunerado de técnicos e investigadores. En fin, echaremos muchísimo de menos a Joan, que se ha dejado la piel en el yacimiento las dos semanas que ha estado, sin parara de escanear y de hacer fotogrametrías, después de haber ajustado las coordenadas del yacimiento al sistema UTM y haber replanteado las cuadrículas. Pero sobre todo le echaremos de menos porque es una gran persona y un magnífico compañero.
En el pozo que excavan David, Ana y Gamal ahora se ve muy bien cómo justo a la entrada de la cámara sepulcral se colocaron grandes jarras de cerveza. Lo curiosos es que cuando entraron los ladrones a saquear el equipamiento funerario, pasaron por encima de las jarra casi sin dañarlas, pues por entonces deberían estar casi enterradas. Mientras tanto, en otro pozo, en el pozo al fondo de la tumba-capilla de Djehuty, el rais Alí y tres de sus hombres han trabajado muy duro para volver a montar la estructura de metal de protección. Han sudado de forma exagerada, pues, además de lo que pesa el metal, algunos de los tornillos se han resistido más de la cuenta. Pero no hay nada que se le resista a Alí y los suyos, y con más maña a que fuerza la estructura ha quedado exactamente como estaba antes, sin tener que lamentar ningún desperfecto. Crucemos los dedos para que siga así por mucho tiempo.
Hoy por la tarde-noche hemos hecho la primera celebración del veinte aniversario del Proyecto Djehuty. Y de una forma totalmente inesperada. Después de comer hemos cogido una barquita y hemos cruzado a la otra orilla, atracando en el muelle del hotel Hilton. Previamente habíamos negociado con el manager que nos dejaran utilizar uno de sus lugares para hacer fuego junto al Nilo, y allí que nos hemos ido con la paella y los ingredientes necesarios. Al atardecer, después de un chapuzón en la piscina, con unas vistas del Nilo y de la montaña espectaculares, y después de una puesta de sol de película, encendimos el fuego y comimos la pella para cenar. Brindamos por Djehuty, como a él le hubiera gustado, y regresamos navegando por la noche hasta nuestro embarcadero en la orilla occidental. Un plan distinto a los que solemos hacer, pero que ha salido genial.