29 enero 2024

Teníamos previsto comenzar esta campaña escaneando y haciendo fotogrametría de todo el yacimiento antes de empezar a excavar, incluso antes de levantar las jaimas. Pero, al haber perdido dos semanas de trabajo, pensamos que había que modificar el plan. Tomamos la decisión de no escanear y, en cuanto a la fotogrametría, decidimos hacerla sólo de la parte del yacimiento que nos faltaba, del área entre la capilla de adobe que excavaron Laura y José Miguel hasta la carretera. El objetivo era dedicarle a esto sólo un día de trabajo y comenzar la excavación cuanto antes. Para la fotogrametría, colocamos por la zona casi una treintena de dianas, a las que luego tomamos los coordenados, para georreferenciar la ortofoto resultante. Las dianas las colocaron Laura y Bea, y la toma de coordenados con la estación total la realizó Ana. Luego, Emilio y Javier con la pértiga de siete metros de altura llevaron a cabo el barrido fotográfico de la zona.

Mientras tanto, Chelo y Pedro, expertos gemólogos de Monte Madrid y nuevos miembros del Proyecto Djehuty, han montado un pequeño laboratorio dentro de la tumba de Baki. Su objetivo es identificar todas las gemas o piedras semi-preciosas halladas en la excavación. Hoy su atención se centraba en las cuentas de un collar que se depositó en la cámara sepulcral de uno de los pozos de la gran tumba del Reino Medio y que luego fue reutilizada a finales del Segundo Periodo Intermedio. Las cuentas eran sobre todo de cornalina, amatista, turquesa, granate y esteatita. Junto a las cuentas, hay dos piezas de electro y también cuentas tubulares y pequeños amuletos de fayenza.

Por la tarde, cruzamos el Nilo para ir al Museo de Luxor a analizar el collar que hallamos sobre el cuerpo momificado de la chica de 15 años, que debió vivir en torno al año 1550 a. C. El ataúd era antropomorfo, tallado en madera y pintado de blanco. Lo hallamos en 2020 sobre el suelo, junto a la capilla de adobe que excavaban Laura y José Miguel. El director del museo y dos conservadoras, una vez más, se deshicieron en amabilidades. Cuando llegamos ya habían sacado el collar de la vitrina y nos estaba esperando en el laboratorio de restauración. Tras un té de cortesía, Chelo y Pedro se pusieron manos a la obra, desplegando el instrumental que se habían traído de España. Junto a ellos, Javier montó un mini estudio de fotografía. Pía fue sacando una a una las cuentas del collar y, después de su análisis y fotografía, las volvía a engarzar en un nuevo hilo. Las cuentas son de cornalina, amatista, turquesa desgastada (verde), granate. La pieza central es un Horus de cornalina. El collar incluye un escarabeo también de cornalina y otro de esteatita, y varios amuletos pequeños de fayenza. Sin duda es un collar espectacular. La chica debía ser de clase alta, con recursos como para tener un collar lujoso, y aun así fue enterrada en la superficie, sobre el suelo.