Al final de la jornada, a partir de la una, cuando el grueso de los trabajadores se marcha y nos quedamos sólo con unos cuantos de “la vieja guardia”, retiramos la protección sobre el jardín que colocamos al término de la campaña pasada. La peculiar caseta levantada con los tablones de madera que se utilizaron en 1909 como techo de la caseta a la entrada de la tumba de Djehuty habían cumplido con su nuevo cometido a la perfección. Las tablas se apoyaban sobre un murete de adobe que levantamos alrededor y en contacto directo con el jardín extendimos dos grandes lienzos de geotextil. Ahora sólo queda que lleguen los arqueobotánicos para confirmar que también se conservan en buen estado las semillas y el polen de cada cuadrado en que se divide la estructura de tres metros de largo por poco más de dos metros de anchura.
En la excavación del sector superficial delante del jardín han salido a la luz más fragmentos de inscripción, uno de ellos de una jamba de la tumba de Djehuty. Lo más llamativo es que hemos hallado el pequeño jinete que monta el caballo o burro que uno de los equipos de José Miguel encontró ayer. Es una figurilla de barro que, si bien tiene paralelos en alguno que otro yacimiento, no son tampoco muy frecuentes. Por su parte, Cisco sigue avanzando en la excavación de la tumba paralela a la de Hery, y sigue hallando momias infantiles de época romana. Hoy ha documentado diez; no todas en buen estado pero sí igual de interesantes. El trabajo se le acumula a Jesús, que tendrá que estudiarlas y radiografiarlas cuando el inspector de El Cairo ex profeso para controlar el trabajo con la máquina de rayos-x portátil.
Salima, acompañada de nuestro querido Yuma, ha terminado de excavar la cámara sepulcral de donde procedían las momias de musarañas y pequeñas serpientes que hallamos el año pasado y que seguimos encontrando al comienzo de esta campaña. Las paredes y techo de la tumba están enteramente ennegrecidas por el fuego y el pozo se encuentra en una sala latera, por lo que no llega hasta allí ni luz, ni casi aire. Además, el pozo es más angosto de lo normal al ser cuadrangular y no rectangular como todos los demás. Tiene unos tres metros de profundidad y se desciende por unos escalones de adobe que se colocaron allí en el siglo II a. C. Al fondo tiene dos cámaras sepulcrales, ambas muy bajitas, de un metro de altura, por lo que trabajar en su interior no es nada cómodo. Qué se le va a hacer, a veces hay que hincar la rodilla e incluso arrastrarse para conseguir el objetivo. No, esta no es una frase con segundas, estoy hablando de momias de animales, no de la vida; en la vida ni hincar la rodilla, ni arrastrase. Al menos hay que luchar por ello.