29 enero 2003

Trabajo de campo

Como era de esperar, hoy nos ha costado levantarnos lo indecible. Caímos en la cama tan cansados que esta vez nadie ha oído al burro que canta a las estrellas a las cuatro de la madrugada, ni la llamada a la oración de las cinco y cuarto (¡a quien se le ocurriría poner altavoces en los minaretes de las mezquitas!). La musiquita del móvil sonó de forma especialmente incordiante a las seis menos cuarto, pero, a pesar de los pesares, media hora más tarde estabamos todos desayunando y recordando los momentos estelares de la noche anterior. Sin embargo, por primera vez Ala ha llegado tarde a recogernos, pues ninguno de los hermanos Farouk se había acostado la noche pasada.

Vuelta al trabajo: reencontrase con el inspector Mahmoud, a quien se le dibuja una sonrisa picarona, con Tagui y con los los demás trabajadores que estuvieron ayer con nosotros. Todo sigue igual, pero, al mismo tiempo, es todo ya distinto.

En el sector de José Lull, una vez más, ha aparecido lo más vistoso de la jormada. Se trata de la cara de un sarcófago de madera de época Ptolemaica, que conserva bastante bien su policromía original. Poco después, salían a la luz los pies de la tapa probablemente del mismo sarcófago. La inscripción, por desgracia, no puede leerse bien.

Nos quedan catorce días de excavación con los trabajadores, pues hay que descontar, además de los viernes, dos días de descanso por la fiesta del Aaid (“la fiesta del cordero”), que este año cae el once y el doce de febrero, y dos días al final de la campaña para trabajar con los materiales. Por eso, a eso de las dos del mediodía José Manuel ha estado discutiendo con el rais Ali sobre el plan de trabajo, y luego nos hemos reunido todos para repasar los pormenores. El sábado que viene contrataremos a doce obreros más para que dos nuevos grupos excaven delante de la tumba que se encuentra entre Djehuty y Hery. Trataremos de encontrar pronto la entrada, para que luego nos de tiempo a cerrarla bien con una reja de hierro o con un muro de piedra.

Trabajo de gabinete

‘Los arquitectos de Benissa’ han ensayado la utilización de espuma de poliuretano para taponar el agujero del techo de la cámara más profunda de Djehuty. Parece que puede funcionar como sistema para facilitar la primera limpieza y poder deslizar por debajo una plancha de metal que luego se sujetará al techo. Al rais Ali le ha parecido muy bien el invento, así que hemos llamado a Maria José con el móvil para que nos traiga de España doce botes de casi un litro.

Ana ha seguido sacando fotos a las paredes del vestíbulo de la tumba de Djehuty con el artilugio que fabricaron Carlos y Juan. Por la tarde, Alicia ha hecho en el ordenador el montaje de las fotos de detalle y quedan perfectas para luego hacer el dibujo digital utilizándolas como plantilla.

José Miguel y Gemma se están dedicando por las tardes a copiar la impronta del sello estampado sobre los conos funerarios. Marga sigue encargada de preparar el material para la web. Como la conexión en el Marsam nos ha fallado (como se veía venir), seguimos como el año pasado, teniendo que ir a un ciber-café por la noche. Para hacerlo un poco más “chic”, hemos alquilado un par de bicicletas para ir al ciber que está cerca de los colosos de Memnon. Son las ocho de la tarde y Marga se va sola, como Caperucita, sólo que en vez de pasteles lleva los CDs. Que os aproveche…

Vida cotidiana