El viernes, día de fiesta, nos hemos dividido en varios grupos. Zulema, María y Carmen Pascual se han ido caminando hasta el templo de Deir el-Sheluit, a 4,6 Km de distancia hacia el sur. En el camino se han entretenido viendo los restos del palacio real de Amenhotep III, conocido como Malqata, la inmensa cantidad de cerámica acumulada en una zona y los montículos que resultaron de excavar un lago artificial, conocido como Birquet Habu.
Otro grupo hemos comenzado el paseo visitando la tumba del virrey de Nubia bajo el reinado de Amenhotep IV y Tutankhamon. La tumba se encuentra entre las casas del poblado moderno que todavía se conserva en pie frente al hotel Marsam, conocido como Gurnet Murrai. La tumba tiene una escena maravillosa, en la que se representa a un grupo de jefes nubios de la región de Miu llegando a Tebas para rendir vasallaje al rey y entregarle sus tributos. El primero de ellos se identifica con un nombre egipcio, Heqa-nefer, “el buen gobernante”. El cortejo lo cierran un grupo de mujeres que llevan a sus hijos cogidos de la mano o cargados a la espalda, con la intención de dejarlos en la corte del rey de Egipto para que fueran educados a la egipcia. Un detalle interesante es que en Nubia se ha hallado la tumba del tal Heqa-Nefer, e imita el estilo egipcio.
Luego seguimos caminando hasta Deir el-Medina, donde visitamos cinco tumbas y admiramos el poblado de los artesanos que excavaron y decoraron las tumbas del Valle de los Reyes. Desde allí marchamos caminando hacia el Valle del Color, donde los antiguos egipcios se proveían de algunos de los colores que luego utilizaba en las tumbas. Algo tiene el paisaje “lunar” del desierto que lo hace especial.
Hacia las 3 de la tarde comimos todos juntos en el Marsam, en una terraza que da directamente a los campos de cultivo. Un broche perfecto para una mañana muy completa. Tanto es así, que por la tarde se nos hizo difícil trabajar.