28 Enero 2020

Internet, los móviles, el whatsapp… la tecnología parece que está sustituyendo al contacto personal, la comunicación directa cara a cara, y así parece como si nos estuviéramos deshumanizando. Esto puede que sea cierto, pero también lo es que las nuevas formas de comunicación nos permite conectar con los que están más lejos, con los que ni siquiera conocemos, y si el mensaje es interesante o intrascendente pues depende solo de nosotros, no del medio de comunicación. El Diario de Excavación de la página web nació en enero de 2002 con la idea de compartir con todos los que estuvieran interesados, estuvieran donde estuvieran, nuestro trabajo arqueológico en Luxor, nuestros descubrimientos excavando, el progreso de la restauración de las tumbas, la investigación de los hallazgos. En definitiva, pretendíamos transmitir el amor por la ciencia y por el patrimonio histórico, a través de los avatares de nuestra experiencia. Pero como las autoridades del Ministerio de Antigüedades se reservan el derecho de anunciar los descubrimientos relevantes, pues a veces me da por divagar y filosofar y decir tonterías. También cuando no descubrimos nada. Y un día abres tu correo y alguien te ha escrito un email desde una isla remota y te dice que sigue el diario, y que no solo ve las fotos, sino que también lee el texto. “¡Alhamdurillah!” El esfuerzo ha merecido la pena, hay contacto y el círculo se cierra. Me viene a la cabeza la canción de David Bowie de su álbum Space Oddity, “Ground Control to Major Tom”, tema central de la Vida Secreta de Walter Mitti, o la canción de John Lenon que dice “you may say that I am a dreamier, but I am not the only one” (justo la estábamos oyendo ahora mientras trabajábamos). Compartir añade valor y sentido a las experiencias, a las ideas y hasta a las incongruencias.

La excavación alrededor de la capilla de adobe que están llevando a cabo José Miguel y Laura con tres cuadrillas está dando sus frutos. Aunque hay evidencias de saqueo durante la dinastía 25 y/o 26, es decir en torno al año 600 a. C., están hallando materiales significativos de la dinastía 17, ca. 1600 a. C., es decir, contemporáneos a la capilla. Hoy han hallado un pequeño ataúd de barro que probablemente tenga en su interior un shabti también de barro, como si fuera la imagen en miniatura de la momia del propietario. Se conserva tan bien que incluso tiene un cordel que en su día habría mantenido unida la tapa a la caja de la maqueta de ataúd. Por fuera es muy similar al conjunto de shabtis y ataúdes de barro de Ahhotep que hallamos hace siete años y que hoy están expuestos en el Museo de Luxor.

Algunos hallazgos significativos para el conocimiento y comprensión de la historia de la necrópolis no son visualmente llamativos. Es por ello que no nos debemos dejar engañar por las apariencias e ir a la esencia de las cosas. En la zona que está supervisando Angie con Marisol, que en principio no tenía mayor interés que el proteger la réplica del jardín de la caída de piedras, se ha producido un hallazgo sorprendente. Sobre la roca madre, Ibrahim ha ido recuperando fragmentos de cerámicas que nuestras especialistas, Zulema, María y Bettina no dudan en datar a finales del Reino Antiguo. Sí, del Reino Antiguo, ca. 2300 a. C., hasta el momento las piezas de cultura material más antiguas que hemos hallado en el yacimiento, unos cuatrocientos años más antiguas que el jardín funerario o que el ataúd de Iqer. En el conjunto de la necrópolis tebana son muy pocos los testimonios de esta época y en Dra Abu el-Naga, claro está, menos todavía, de ahí su importancia. Tal vez esto sea el comienzo de un nuevo camino dentro del Proyecto Djehuty.