TRABAJO DE CAMPO
Encuentro en Madrid y salida hacia Luxor
Esta primera campaña del Proyecto comienza el lunes a las nueve de la mañana con el encuentro en Madrid de todos sus componentes. Margarita Conde y Antonio Morales habían llegado el día antes desde Sevilla. Andrés Diego cogió el autobús en Salamanca a las seis de la mañana para llegar al CSIC a las nueve y media. Allí le esperaban en el despacho de José Manuel Galán, el director del Proyecto, Alicia Torija y Ana de Diego.
En Barajas se incorpora José Miguel Serrano también procedente de Sevilla. Facturamos 24 bultos, ¡que suman 374 kilos! (todo sea por un trabajo bien hecho…): ordenadores, cámaras, equipo arqueológico, de restauración… y una “jaima” que quedará montada a la entrada de la tumba. La compañía aérea “se estira” y sólo nos hacen pagar 50 kilos de sobrepeso.
A las cinco y cuarto de la tarde salimos por fin en vuelo directo a Luxor. Durante las casi cinco horas que duró, discutimos y preparamos los últimos detalles de la llegada, ya que José Manuel y José Miguel continuarán el viaje hasta El Cairo, donde tratarán de recoger el permiso de la policía que nos falta para poder empezar el trabajo (¡ya veremos cuando vuelven a Luxor!).
Mientras ellos vuelan a la capital, los demás miembros debemos pasar la aduana. El problema principal es pasar todo el material que transportamos. La policía registra en los pasaportes de Ana y de Alicia los ordenadores, la cámara de video digital, el equipo de iluminación, etc. Por suerte, a pesar de la hora de retraso que llevaba el vuelo y del “minuto egipcio” que duró el registro del equipaje, la dueña de nuestro hotel, la buena de Natasha, nos ha esperado pacientemente a la salida del aeropuerto con una furgoneta. El siguiente obstáculo es pasar el puente sobre el Nilo a media noche, pues la policía restringe el paso a la orilla occidental a esas horas. Pero al final lo conseguimos y llegamos al Hotel Marsam. Todo está oscuro, pero el lugar parece estupendo. Las habitaciones dobles son muy amplias, acabadas en adobe y con el techo de cañizo. Que más se puede esperar…