Este viernes, después un desayuno tranquilo en la terraza al calor de un solecito invernal de lo más agradecido, nos hemos dividido en varios grupos. Unos han ido paseando hasta la casa de Howard Carter, la cual ha sido restaurada recientemente para conmemorar el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon el año pasado.
Otro grupo nos acercamos a Deir el-Medina, a ver algunas de las tumbas que se hicieron para ellos mismos los artesanos y trabajadores de las tumbas reales en torno al año 1200 a. C. Todas ellas son bastante pequeñas, pero la decoración se conserva en un estado maravilloso, y tienen algunos detalles muy ilustrativos, tanto de la religión, como de la vida familiar.
El día terminó con una comida tardía en el Marsam, contemplando los campos verdes y las espaldas de los colosos de Memnon, una estampa que, por más que la mires, nunca pierde su espectacularidad y encanto.